La Practica De La Caridad
arnold200020 de Septiembre de 2013
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La práctica de la caridad
Escuchamos decir por todos lados que nuestro mundo está en confusión, que la mayor parte de la humanidad no siente ni manifiesta amor, que todo se expresa a través de la violencia usando la ley del más fuerte. Esto es indiscutible y es la impresión que recibimos con las noticias de los sucesos, no solo en nuestra isla, sino por todo el mundo.
Debemos preguntarnos: ¿qué nos falta, por qué nos comportamos unos con los otros en forma a veces tan despiadada? ¿Es que acaso nos estamos deshumanizando?
La doctrina de amor del Maestro Jesús no es solo para ser discutida en los templos, en los centros, en las iglesias. Es para ser practicada durante toda nuestra existencia, a cada momento.
En el Libro de los Espíritus, Conclusión número IV nos dice que “el progreso de la humanidad tiene su principio en la aplicación de la ley de justicia, de amor y de caridad”. Entendemos entonces que si no practicamos la ley de justicia, amor y caridad no podemos progresar espiritual y materialmente.
Cuando decimos progreso espiritual nos referimos al entendimiento, a las virtudes que adquiere y desarrolla el espíritu superándose a sí mismo; cuando decimos progreso material nos referimos, no a la opulencia en que podemos vivir, sino al uso adecuado de todo lo material sin necesidad de aferrarnos a ello y siempre con miras al progreso de nuestra alma. En este punto, al igual que en muchos más, la doctrina espiritista nos apoya dándonos la certeza del porvenir. Trabajamos para el presente y para el futuro donde habremos de cosechar el fruto de nuestro trabajo y nuestro afán.
El progreso es una ley natural e inexorable y toca tanto al planeta, a la civilización como al individuo. Y es el progreso en el individuo el que lo lleva a practicar la ley de justicia, de amor y de caridad. A pesar de que nos asombramos ante los hechos que podemos considerar como bárbaros donde marcadamente ha prevalecido el desamor, también ha habido progreso en el sentido de que también hay seres caritativos, muy dados a ayudar al prójimo, seres que trabajando en su progreso espiritual y material se amparan en la ley de amor tal como ellos la han podido entender.
En el Evangelio Según el Espiritismo, Capítulo XIII, No Sepa tu Izquierda lo que Hace tu Derecha, nos dice que “sin la caridad no hay esperanza de una vida mejor, no hay interés moral que nos guíe; sin caridad no hay fe, porque la fe es un rayo puro que hace brillar a un alma caritativa. La caridad es el áncora eterna de salvación en todos los globos; es la más pura emanación del mismo Creador; es su propia virtud que da a la criatura”.
Más adelante, en el mismo capítulo, nos dice que “el alma no puede elevarse en las regiones espirituales sino por abnegación al prójimo; solo encuentra felicidad y consuelo en los impulsos de la caridad”.
La caridad moral, a pesar de ser la más difícil de practicar, no cuesta nada material y todos la podemos practicar. Nos dice el Evangelio que practicamos la caridad moral cuando callamos para dejar hablar a otro más ignorante, cuando nos hacemos los sordos ante una palabra burlona o hiriente; cuando ignoramos la sonrisa de desdén en los que se consideran superiores a nosotros; sobrellevarnos unos a otros es practicar la caridad moral.
Cuando oramos por las necesidades de otros estamos haciendo la caridad en pensamiento; cuando aconsejamos el bien al prójimo hacemos la caridad en palabras; cuando compartimos, no importa lo poco que tengamos, con un hermano que necesita, o servimos sin esperar recompensa, hacemos la caridad en acción.
Practicar la caridad es practicar la ley de amor. Decía la Madre Teresa que amor es servicio y servicio es amor en acción. Todos tenemos las herramientas necesarias para practicar la caridad en sus variadas manifestaciones, solo falta que nos dispongamos a hacer el bien por el bien mismo, como
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