La expresión "el fin del mundo" es bastante ambigua:
leonardovidesEnsayo23 de Agosto de 2016
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La expresión "el fin del mundo" es bastante ambigua:
- Desde el punto de vista filosófico, se puede entender como "la razón de ser del mundo", o sea, su finalidad.
- Desde el punto de vista geográfico, se puede entender como "el límite del mundo", lo que se suele expresar con el término "confín(es)".
- Desde el punto de vista temporal, se puede entender como "la terminación del mundo", lo que popularmente se llama "el acabo de mundo".
- Desde el punto de vista teológico, se puede entender como la "superación del orden vigente", referido al orden social en general ("el mundo") o a uno en concreto ("el mundo este").
El texto del evangelio que se propone para este domingo suele ser interpretado en sentido temporal y no teológico. Se especula mucho buscándole significados, pero partiendo siempre del presupuesto de que en él se anuncia "el acabo de mundo"... obviamente entendido como un castigo de Dios a la humanidad impía. Esa interpretación, como acentúa hasta el paroxismo el poder de Dios, no tiene en cuenta que una destrucción de la creación significaría reconocer que Dios fracasó. Eso se debe a que dicha interpretación mira esa destrucción como un derroche de poder que confirmará "el triunfo de Dios". O sea, supone que Dios reinará sobre un montón de cadáveres, escombros y ceniza.
Lo que Jesús anuncia es que, a lo largo de la historia, a medida que anunciemos la buena noticia con hechos (hombres nuevos, comunidades alternativas) y con palabras (su mensaje liberador y salvador), le abriremos los ojos a la humanidad y ésta descubrirá que sus valores son ilusorios, que sus líderes son déspotas y que sus sistemas sociales generan infelicidad. Y entonces se desprestigiarán esos valores y habrá que re-plantearlos o sustituirlos; se caerán los déspotas de su pedestal y vendrán a sustituirlos otros líderes; y se conmocionarán los sistemas sociales injustos porque la gente buscará su cambio.
Pero eso no significa el fin (término) de la historia, ya que el proceso continúa.
Jesús anunció primero la ruina de la sociedad judía, que lo rechazó a él. No como venganza o castigo de Dios sino como consecuencia de su elección: escogieron a Barrabás (la violencia y el bandidaje) en vez de a Jesús (el amor y la paz).
Una generación después, un discípulo de Jesús anunció la ruina del imperio romano, que rechazó a los discípulos. Tampoco fue un castigo, sino que, de este modo, el imperio colmó la medida de la crueldad de la cual había hecho gala desde antes contra la humanidad.
Hoy nos toca anunciar que "el mundo", es decir, el sistema social edificado sobre las bases de la codicia de dinero, la ambición de poder y el ansia de prestigio es inconsistente y está ya condenado a perecer, no por supuesto castigo de Dios, sino aplastado por el peso de su propia injusticia.
(Perdonen la parrafada)
¡Feliz día del Señor!
Mc 13,24-32
HISTORIA DE LIBERACIÓN Y SALVACIÓN
A pesar de la firme y clara denuncia que Jesús hizo del templo, los discípulos continúan fascinados por su aspecto exterior (la magnificencia de su estructura) y por su valor simbólico (los ideales nacionalistas). El capítulo 13 de Mc contiene dos unidades de diferente longitud, bien distinguidas por su localización, y compuestas cada una por una interpelación dirigida a Jesús por uno o varios discípulos y la correspondiente reacción de él. La primera trata de la predicción de la ruina del templo. La segunda, dividida en tres secciones, trata del rumbo de la historia futura. Es como un compendio de la visión cristiana de la historia[1].
PARTE | SITUACIÓN | INTERPELACIÓN | REACCIÓN |
Primera: 1-2 | 13,1a: alejándose... | 13,1b: Maestro, ¡mira...! | 13,2: ¿Ves esos...? |
Segunda: 3-37 | 13,3: sentado... | 13,4: Dinos... | 13,5-37: ¡Cuidado...! |
Las tres secciones de la segunda parte se subdividen, a su vez, en dos unidades cada una, en la primera de las cuales Jesús recoge, en orden inverso, la temática de la pregunta de los discípulos (13,4: cuándo/ señal/ fin) y en la segunda introduce una nueva temática, relativa a la misión futura de la comunidad.
SECCIÓN | PRIMERA UNIDAD | SEGUNDA UNIDAD |
Primera: 13,5-13 | 13,5-8: Ruina de la nación judía. No es el fin sino el principio de los dolores. | 13,9-13: La misión universal. Persecución y fidelidad. |
Segunda: 13,14-27 | 13,14-23: El desastre de la nación judía. No habrá señal salvadora sino falsos mesías y profetas. | 13,24-27: Proceso liberador en la historia universal. |
Tercera: 13,28-37 | 13,28-31: El momento (cuándo) de la ruina de la nación judía. | 13,32-37: El fin es individual. El manda-miento de Jesús |
El texto de este domingo abarca completas la segunda unidad de la segunda sección y la primera de la tercera, más el primer versículo de la segunda unidad de ésta tercera sección.
La primera lectura recuerda la visión de Daniel sobre el fin de los reinos «bestiales» y la salvación del pueblo para la instauración de un reino «con rostro humano» (cf. Dn 12,1-3); la segunda contrasta la eficacia del sacerdocio de Jesús para perdonar los pecados con el sacerdocio antiguo (Hb 10,11-14.18).
24 )Alla\ e)n e)kei/naij tai=j h(me/raij meta\ th\n qli=yin e)kei/nhn o( h(/lioj skotisqh/setai, kai\ h( selh/nh ou) dw/sei to\ fe/ggoj au)th=j,
Ahora bien, en aquellos días, después de aquella gran angustia, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor,
“Aquellos días” corresponden al período de tiempo de la misión entre los paganos, que comienza con “aquél día”, el de la muerte de Jesús (cf. Mc 2,20)[2]. Aquella gran angustia es la destrucción, por parte de los romanos, de la sociedad judía que rechazó a Jesús (cf. Mc 13,19); esa ruina constituye el aspecto negativo de la primera llegada en gloria del Hijo del Hombre, “entre las nubes del cielo” (Mc 14,62). Los acontecimientos que se van a anunciar a continuación de “aquellos días” corresponden, pues, a un período posterior a la ruina de Jerusalén, pero de ellos también será testigo ésta generación (cf. Mc 13,30), la contemporánea de Jesús, y se continuarán reiterando a lo largo de la nueva época, la inaugurada por la muerte y la resurrección del Señor, es decir, la época de la misión entre los paganos, de la cual se señala el comienzo (“aquél día”) pero no su término.
En el AT los astros aparecen como objeto de culto idolátrico. Darle culto a Yahvé o a los astros establecía la diferencia entre Israel y los paganos[3]. El sol y la luna representan a las divinidades paganas; el sol, como fuente de resplandor, a las divinidades mayores, y la luna, como reflectora de resplandor, a las divinidades subordinadas. La pérdida de brillo de éstas indica menoscabo de lustre/prestigio, es decir, que la religión pagana entra en crisis a causa de la predicación del Evangelio: sus divinidades caen en el descrédito y sus valores se deslucen ante los valores humanos propuestos por los discípulos del Hijo del Hombre. El eclipse de los astros mayores simboliza el desprestigio de los ídolos paganos[4].
25kai\ oi( a)ste/rej e)/sontai e)k tou= ou)ranou= pi/ptontej, kai\ ai( duna/meij ai( e)n toi=j ou)ranoi=j saleuqh/sontai.
…las estrellas irán cayendo del cielo y las potencias que están en el cielo vacilarán,
Las estrellas o astros, en general, en ciertos textos del AT[5] designan a los caudillos políticos, conquistadores opresores que se han arrogado rango divino[6]. Su caída aparece como sucesiva (irán cayendo) y repetida en aquellos días, y en relación con el eclipse antes descrito, como una consecuencia suya. Las potencias que están en el cielo, por oposición a la Potencia a cuya derecha está sentado el Hijo del Hombre (cf. Mc 14,62) y al Padre… que está en el cielo (cf. Mc 11,25), se refiere a personajes que han usurpado el lugar exclusivo del Padre[7]. Representan fuerzas de muerte[8] y, en el lenguaje simbólico aquí usado, designan al poder político de los paganos, que se apoya en su aparato de guerra (ejércitos) y ha sido divinizado al igual que quienes lo detentan (los reyes: estrellas).
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