La vida de las personas cristianas

El día de hoy el pastor de una iglesia evangélica hizo un comentario con respecto a la vida de las personas cristianas: “Nosotros cuando somos creyentes, pasamos a ser esclavos de Jesucristo”. En cuanto escuché ese comentario tuve la sensación de que a veces hablamos sin tener fundamentos, o que por lo general no profundizamos en las cosas que expresamos.

Utilizar el término de esclavos con el fin de metaforizar la esencia de la vida religiosa, requiere plantarnos en el marco de un análisis ideológico.

Si nos ubicamos geográficamente y asimilamos esa categoría a este contexto, podremos decir que la utilización del concepto logró auge únicamente durante el proceso de colonización, y que exclusivamente denota prohibición, exclusión, degradación, conformidad, desigualdad, desprecio y, sobre todo, se coloca fuera de la categoría de persona a todas esas que se consideraban esclavos.

Además, la religión cristiana, históricamente, se encuentra relacionada a los intereses de las colonias españolas y por lo tanto son occidentales, exactamente aquellos que nos colonizaron.

¿Que continuidad de dominación puede contener la palabra esclavos dentro de un contexto religioso, el cual se encuentra relacionado con la historia de colonización española?

La otra cara de la moneda es aquella en la que ese mismo pastor recibe la aprobación de la comunidad cristiana debido a muchas razones:

Autoridad y poder con respecto a los discursos que se exponen de parte de las y los pastores.

Separación de lo religioso a la vida “en el mundo”.

Profesionalización del conocimiento religioso.

Ahora, pues, me hago la siguiente pregunta: ¿Dicha separación del conocimiento histórico y religioso se debe a la falta de conocimiento o a una legitimación ciega sobre las actividades religiosas?

Al final, puedo concluir que el conocimiento dentro de las cosmovisiones religiosas aún no se ha deconstruido. Todas esas ideologías, creencias, sistemas, vienen impuestos desde el momento histórico de la religión, como imposición.

Desde ese momento en la historia de Latinoamérica se han avalado y continuado de manera estricta los discursos, y además se han adaptado otros que tienen una asimilación de dominación sin abordar las particularidades.

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