ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Libertad Zagal Y Galindo


Enviado por   •  7 de Junio de 2014  •  2.256 Palabras (10 Páginas)  •  492 Visitas

Página 1 de 10

Lectura de la libertad

Extracto tomado de: ZAGAL ARREGUÍN Héctor, GALINDO MONTELONGO José. “Ética para adolescentes posmodernos”. Publicaciones Cruz O. S.A. México

7.1 El hecho de la libertad

Algunos filósofos han negado la existencia de la libertad, es decir, han defendido corrientes deterministas. En la segunda parte de este libro explicaremos las más importantes. Por lo pronto, partiremos de la evidencia de la libertad: el hecho de que estudiemos ética, de que tengamos remordimientos cuando sabemos que pudimos haber actuado de la mejor manera, el que dudemos si debemos o no debemos hacer algo, son pruebas fehacientes de la libertad. Ningún animal tiene dudas sobre su comportamiento. No se plantea si debe o no debe hacer algo. Nosotros, por ser libres, sabemos que somos causa de nuestros actos, y por tanto responsables de ellos. Tenemos la experiencia de la libertad.

La existencia de la libertad no se cuestiona por el hecho igualmente evidente de que nuestra libertad está condicionada. No somos infinitamente libres. Nuestra salud, nuestro medio ambiente, nuestra educación, entre otros factores, condicionan efectivamente nuestra libertad, pero no la anulan. El ser humano es finito, y es lógico, por tanto, que la libertad humana sea una libertad finita.

Precisamente porque la existencia de la libertad es palpable y eminentemente humana, se ha convertido en un ideal universalmente defendido.

7.2 La razón de la libertad

La libertad es un hecho, pero no basta con afirmar su existencia. Hace falta preguntarnos: ¿Qué es la libertad? Y ¿libertad para qué? La libertad sólo tiene sentido si es libertad para algo. Nuestra sociedad alaba una y otra vez la libertad, pero no se preocupa por señalar que para que tenga un sentido, debe tener una finalidad. La libertad es autodeterminación hacia algo, es decir, capacidad por la que el hombre se dirige a sí mismo hacia un fin. Esta es la definición más radical de la libertad y uno de los rasgos distintivos de un ser espiritual. El acto libre es aquel por el cual el hombre se mueve –en un sentido espiritual- hacia un fin querido por la voluntad y conocido por la inteligencia. Carece de sentido hablar de libertad sin referirse a su razón, a su motivo de ser.

Los animales se inclinan, se dirigen, se mueven hacia aquello que conocen sensiblemente (un pedazo de carne, el olor de una hembra, el color de una flor...). Su instinto determina su tendencia: los animales no eligen libremente. Por el contrario, el hombre también conoce intelectualmente. En el matrimonio, el ser humano no ve sólo una hembra o un macho para satisfacer su instinto y perpetuar la especie; es capaz de ver a una pareja para toda la vida y descubrir en ella cualidades que no vería un simple animal (su fidelidad, su generosidad, su sinceridad, su autenticidad…) Y sobre todo, es capaz de elegir libremente lo que conoce: puede detenerse a deliberar, calcular los pros y los contras de su decisión, examinar si su elección lo perfecciona como hombre, prever las consecuencias de sus actos, y finalmente optar y escoger voluntariamente. En el ejercicio de la libertad confluyen la inteligencia y la voluntad.

Lo importante no es ejercer la libertad por ejercerla, sino perfeccionarse ejerciendo la libertad. La libertad no es un valor en sí mismo, no se persigue como fin, es un medio para la realización como hombre. Así como lo importante del dinero es que sirve para comprar cosas, lo importante de la libertad es que sirve para alcanzar la felicidad que es nuestro fin último. Ser libres, sin la posibilidad de ser felices, sería la tragedia más grande que nos podría suceder. La libertad es el camino hacia la felicidad. De ahí la importancia de ejercer rectamente la libertad, pues una libertad ejercida incorrectamente nos alejaría de la felicidad, nos haría menos hombres, nos llevaría a comportarnos irracionalmente.

Por eso debe tenerse tanto cuidado al hablar de la libertad, pues fácilmente olvidamos que lo que da sentido a la libertad es su finalidad. Ya lo dijo un filósofo: “Libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”.

7.3 Liberarse y proyectarse

La libertad tiene una doble dimensión: estar libre de algo, y ser libre para algo. Liberarse de algo tiene sentido cuando nuestros campos de decisión han sido reducidos. Por ejemplo, cuando en un país democrático hay un golpe militar que prohíbe las elecciones. Se carece entonces de libertad política y es legítimo buscar estar libre de, es decir, liberarse de la dictadura. En ese caso, la libertad política puede perseguirse como un fin, pero no como un fin último, porque lo importante de la vida democrática no sólo es ser libres para votar, sino para escoger al mejor gobierno.

Además, en un sentido más profundo, el hombre es libre por naturaleza, es decir, está libre de la dictadura de sus apetitos: es capaz de autodeterminarse. Un dictador no puede arrancar al hombre esta libertad radical: me puede impedir la libertad de elegir gobernantes, pero no me puede quitar mi libertad de ser virtuoso o vicioso, oportunista o comprometido, mejor o peor hombre –la libertad de transformarme a mi mismo.

La sociedad actual hace mucho énfasis en estar libre de, concibe la libertad únicamente como liberarse: liberación de prejuicios, de autoridades, de tradiciones, de reglas. Lo fundamental, sin embargo, es ejercer la libertad para La liberación es sólo un paso previo al proyecto: hace falta liberarse de, para que una vez libres podamos luchar por un proyecto. No hay nada más absurdo que una rebeldía sin proyecto es absurda. El núcleo de la libertad es el proyecto. Una pura libertad de todo y de todos es incapaz de conducirnos a ningún lado, excepto a la decepción y melancolía de aquella famosa película “Rebeldes sin causa”.

¿Y cual es el proyecto que legitima la libertad? Ser hombre. El desarrollo pleno de nuestra propia naturaleza como animal racional es el proyecto más importante que tenemos entre manos. El hombre tiene la posibilidad de adecuarse a su propia naturaleza y perfeccionarse, pero tiene también la posibilidad triste de fallar en esta tarea.

La vida virtuosa es el gran proyecto del ser humano. Pero como dijimos en el capítulo anterior, aunque todos debemos ser virtuosos, pues todos somos humanos, no tenemos que ser idénticos. Por eso puede haber tantos proyectos legítimos como hombres hay sobre la tierra. El proyecto humano no es un proyecto uniforme, pues aunque los hombres compartimos una sola naturaleza, todos somos distintos. La vida racional puede alcanzar su plenitud lo mismo en el papel de ama de casa de tiempo completo, que como financiero o como jardinero. El proyecto humano

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (14 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com