Los Mensajeros
sandinoricardo30 de Julio de 2013
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FRANCISCO CÂNDIDO XAVIER
EMMANUEL
Nacer
Renacer
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INSTITUTO DE DIFUSAO ESPÍRITA
Av, Otto Barreto, 1067 - Caixa Postal 110
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Estado de Sáo Paulo – Brasil
Homenaje y Gratitud a
Rolando Mario Ramacciotti
NACER Y RENACER
Lector amigo.
La indagación, en cuanto a las causas del sufrimiento humano, se hace ahora universal.
¿Por qué tamaña expansión de la violencia? ¿por qué tantos procesos de angustias, tantos
accidentes y tantas pruebas individuales y colectivas?
Entretanto, a pesar de semejantes obstáculos el progreso avanza, permaneciendo bajo la
responsabilidad de los propios hombres, la explosión o la abstención de nuevas guerras que
únicamente perjudican a los propios hombres y les dilapidan los intereses.
Reportándonos, sin embargo, al sufrimiento, será justo recordar, en este atardecer del
segundo milenio de la Era Cristiana, los conflictos crueles, las persecuciones, los siglos de
esclavitud del hombre, en la explotación y en el rebajamiento del propio hombre, la conquista
sanguinolenta de pueblos laboriosos y pacíficos, el rapiñaje sobre comunidades indefensas, la
piratería impune a lo largo de los mares, las hogueras del odio, en nombre de la fe,
eliminando vidas preciosas, el bandidaje hidalgo y los múltiples delitos que injuriaran la
dignidad humana en los diez últimos siglos, y preguntémonos cómo deberían ser los frutos de
nuestra propia sementera.
No nos referimos, no obstante, a esos registros a fin de destacar el pesimismo. Al revés de
eso, aspiramos a exaltar el Amor Infinito de Dios que nos permite nacer y renacer, tantas
veces como se hagan necesarias a nuestro propio perfeccionamiento, ya que, en sana
conciencia, deseamos construir o reconstruir nuestros propios destinos por nosotros mismos.
Conservemos la alegría de la esperanza, trabajando y sirviendo siempre.
Aceptemos las pruebas que se nos hagan necesarias al perfeccionamiento propio, sanando los
débitos que nos correspondan, asumiendo nuestra experiencia y sigamos adelante.
A fin de reflexionar, muy levemente, en los innumerables temas de la reencarnación, es que
te ofrecemos este libro para nuestros diálogos en el asunto, recordando no sólo Allan Kardec,
en la leyenda inolvidable que nos dejó: "Nacer, vivir, morir, renacer aún y progresar siempre,
tal es la ley," más igualmente Jesucristo, nuestro Divino Maestro, cuando nos aseveró,
convincentemente: - "Nadie alcanzará el Reino de Dios si no naciere de nuevo".
EMMANUEL
Uberaba, 02 de Enero de 1982.
CONTABILIDAD Y DESTINO
Observemos a un instituto bancario en sus operaciones rutinarias.
Todo cliente en dificultades en él comparece, rogando ciertos favores.
Vemos allí aquellos que por estar excesivamente comprometidos, requieren más vastos
recursos, buscando la solución de grandes cuentas en más amplio sector de servicio; los que
solicitan la reforma de los títulos que no pueden pagar en el día justo; los que suplican
moratoria adecuada a las aflicciones que atraviesan; y los que se deciden a aceptar intereses
pesados y desolladores, en la suprema tentativa de liquidar los débitos que contrajeran en
otros campos de expectativa y de acción.
Todos luchan y sufren, condicionados a las regulaciones a que se sujetan, trabajando por la
quitación que les devolverá el nombre a la respetabilidad debida.
Así, también, en la Contabilidad Divina, todos nosotros, en el balance de antiguos débitos,
imploramos esa o aquella providencia adecuada a nuestras necesidades.
Hay quien pida la prueba de la riqueza para deshacerse de pesados grilletes en los círculos de
la economía terrestre y hay quien ruegue penuria, buscando aprender como se debe actuar en
la fortuna.
Hay quien suplique enfermedades del cuerpo para valorizar la salud y hay quien solicite salud
para extender asistencia a los enfermos de los cuales se hizo deudor.
Hay quien exore mutilaciones y defectos en el campo físico para reconquistar la felicidad en
la vida imperecible y hay quien abogue para sí mismo la concesión de la armonía corporal
para la realización de tareas determinadas en beneficio de los demás.
Hay quien se proponga a recibir un cerebro claro y fuerte para servir a los ignorantes y hay
quien pida un cerebro frustrado para restaurarse, a través de la humildad y del dolor, ante su
propio destino.
Si ya tienes conciencia en cuanto a la grandeza de la Creación, confiere los talentos y las
inhibiciones que te señalan y por ellos comprenderás de qué tarea más alta la vida te incumbe
en el corto espacio de la existencia terrestre, porque facilidad y obstáculo, oro fácil y recurso
difícil, raciocinio pronto e idea tardía, son préstamos de la Providencia Divina, con tiempo
exacto para el acierto preciso en nuestro propio favor, delante de las Leyes de Dios.
JUICIO MENOR
No olvides que, antes del Juicio Mayor, que flagela el cuerpo de las civilizaciones, alterando,
muchas veces, a golpes de sangre y lágrimas, el destino de las naciones y de los pueblos,
usufructuamos todos, por la Misericordia Divina, el privilegio del Juicio Menor, a cuyas
decisiones nos exponemos todos los días.
Nos referimos al renacimiento en la vida física, con la prerrogativa de recapitular y aprender
de nuevo.
Ahí dentro, en los círculos de la reencarnación, nos encontramos, de nuevo, al frente de la
lección, en el reajuste de nuestros propios errores.
Nuestra cuna, en el Plano Físico, por eso mismo, en la mayoría de las circunstancias surge en
el campo de nuestros adversarios, para que vayamos a reencontrar en los hilos consanguíneos
a nuestros acreedores del pretérito para la cancelación de las deudas que nos ensombrecen la
conciencia.
En esa fase de trabajo, la Tierra, con el cuerpo que nos detiene, toma la manera de tribunal,
en cuyas celdas somos provisionalmente detenidos para crear atenuantes a nuestras culpas,
cuando no podamos extinguirlas del todo, al precio de abnegación y sacrificio.
Nuestros adversarios asumen las funciones de promotor que nos reprueba y nuestros
benefactores se elevan a la condición de nuestros abogados, encaminándonos al rescate y a la
recuperación clara y justa.
El servicio incesante en el bien, no obstante, es la única fuerza capaz de modificar el ánimo
de nuestros acusadores y de fortalecer las disposiciones de aquellos que nos defienden.
He porque, en el Juicio Menor a que nos sometemos, cuando en la posición de encarnados,
conviene recordar la preciosidad del tiempo, como factor de socorro a nuestras propias
necesidades, movilizándolo integralmente, en la plantación del amor y de la luz, para que
nuestras obras hablen por nosotros, ante la Justicia Divina, retirándonos, en fin, las cadenas
que traemos del pasado para la liberación de mañana.
APRENDER Y RECTIFICAR
No hay experiencia sin precio.
Todo en la vida corresponde a cierto resultado.
Por eso mismo, conocemos en el mundo el verbo aprender y el verbo rectificar.
La escogencia determina el trabajo.
El trabajo mide las cualidades del espíritu.
Un hombre demandará un diploma universitario que le confiera derecho al ejercicio en esa o
en aquella profesión liberal.
Con semejante designio, sin embargo, no alcanza la meta a costa de expectación y votos
ardientes.
El programa a realizarse requiere estudio, con largos gastos de actividad y atención.
Años al hilo son gastados naturalmente en disciplina, hasta que el láureo le consagre la tarea.
Es eso aprender verdaderamente.
Pero, si el profesional abusa del título conquistado para herir a los demás, es justo que asuma
compromisos ante la vida que solamente en la labor de la expiación conseguirá redimir.
Tenemos aquí el reajuste en acción, obligando a la criatura a una genuina rectificación.
Delante del sufrimiento, es imperioso olvidar la antigua noción del crimen y castigo, porque
la evolución no aparece en el canal de la gratuitidad.
Rehacimiento es reequilibrio.
Toda educación pide renuncia y todo perfeccionamiento ruega servicio.
La paz verdadera nunca fue premio a la ociosidad.
Todas las grandes realizaciones claman por grandes luchas.
En razón de eso, si es cierto que resarciremos con más trabajo los beneficios de la vida de los
que estemos abusando, es necesario que sepamos escoger, con determinación y firmeza, el
camino del esfuerzo máximo en la exaltación del bien, a fin de que seamos considerados, ante
la Ley, en la condición de operarios fieles al salario de la Eterna Luz.
FATALIDAD Y LIBRE ALBEDRÍO
Antes del regreso a la experiencia en el Plano Físico, nuestra alma en oración ruega al Señor
la concesión de la lucha para el trabajo de nuestro propio reajuste.
Solicitamos la reaproximación de antiguos adversarios.
Imploramos el retorno al círculo de obstáculos que nos presenció
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