MES DE MAYO EN HONOR A NUESTRA MADRE LA VIRGEN

MES DE MAYO EN HONOR A NUESTRA MADRE LA VIRGEN.

Presidente: Ave María Purísima.

Todos: Sin pecado concebida.

Presidente: Ante tu altar, María, queremos cantar con nuestras voces el himno de alegría que brota de nuestro corazón, y queremos repetirte, con el ángel: Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Todos: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Presidente: Alégrate, María, Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo.

Todos: María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Presidente: Alégrate, María, Madre de la Iglesia, Reina del mundo, Alegría de la juventud.

Todos: María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Todos: María: Hoy te queremos invocar con el nombre más bonito que jamás se inventó: MADRE. Te sentimos cerca de nosotros dándonos cada día tu beso de amor: Te queremos cerca en los momentos difíciles; Te amamos al saber que tú nos quieres tanto; Que no nos falte tu comprensión, tu ayuda, tu aliento maternal que estimule nuestro caminar. Madre, te damos lo mejor que tenemos: nuestro amor. Madre, que seamos buenos hijos. Una vez más nos consagramos decididamente a ti. Guárdanos como cosa y posesión tuya.

LECTURA PROPIA PARA CADA DÍA.

FLOR ESPIRITUAL PARA MAÑANA.

Preces a María: Para que se refleje en nuestras almas las hermosuras con que Dios te adornó.

Todos: Ruega a Dios por nosotros.

Presidente: Para que nuestra pureza sea, como la tuya, fecundísima en frutos.

Para que los padres comprendan a sus hijos y los hijos respeten y comprendan a sus padres. Para que cada uno de nosotros haga a Cristo el centro de su vida. Para que no se materialice nuestra vida.

Para que todos vivamos siempre en gracia.

Para que seas, María, nuestra guía todos los días de nuestra vida.

Presidente: Acuérdate, piadosa Virgen María, que jamás se ha oído decir, que uno solo de cuantos han acudido a tu protección, e implorado tu socorro, haya sido desamparado.

Todos: Nosotros también, animados con esta confianza, acudimos a Ti, Madre, Virgen de las vírgenes; y aunque gimiendo bajo es peso de mis pecados, nos atrevemos a comparecer ante tu presencia soberana, Madre de Dios, no desprecies

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