Opción Preferencial Por Los Pobres

Libertad, igualdad y fraternidad. Es de común aceptación que este principio establecido en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en época de la Revolución Francesa sigue repercutiendo actualmente en diversas realidades en las que actualmente nos enfrentamos como nación, especialmente en el tema que nos compete analizar: La educación. Ahora bien, ¿Qué medidas deben llevar a cabo las autoridades para garantizar una educación de calidad? ¿Qué rol debemos jugar los cristianos respecto al derecho que tenemos todos a ser educados? Mediante la siguiente síntesis intentaré demostrar desde la perspectiva cristiana la importancia de discernir adecuadamente sobre este tema de contingencia nacional y la relación directa que existe entre la educación de “todos” con la opción preferencial por los pobres que declara la fe católica.

En primera instancia, para abordar acertadamente la cuestión que analizaremos es de suma importancia entender cual es el verdadero sentido de la expresión “Dios habla”. Tal como afirmaba Pablo VI en OA27, Dios nos interpela en cada uno de los niveles de lo creado, la experiencia religiosa así lo afirma, puesto que ella implica que Dios se nos comunica aquí y ahora a todos y a cada uno de modos siempre nuevos, dependiendo de la época y de las circunstancias en la que cada sociedad se encuentra inserta. (110:08) Por esta razón, “Dios, como amor infinito y siempre activo, se entrega y trata de manifestarse a todos desde el comienzo y en la máxima medida posible, por lo que las restricciones vienen sólo de la limitación humana, que o no puede o no se resiste a su revelación”: (107:29).

Continuando con lo anteriormente mencionado, la Biblia mirada desde la perspectiva de la Revelación cobra pleno sentido a los ojos de la fe cristiana, ya que ella debe entenderse como la “lucha amorosa de Dios por hacer comprender su designio salvador, de acuerdo con las distintas circunstancias y valiéndose de todos los medios” (101:25). Por esta razón, sólo a luz del Evangelio el hombre es capaz de comprender que las injusticias, las desigualdades y la dominación brotan del mismo pecado humano y se vuelven más perversas en la medida que se encarnan en las diferentes instituciones ya sea social, política o económica con las que se haya provista toda sociedad actual.

Es precisamente en este punto donde entra en juego la opción preferencial por los pobres de la que habla la fe cristiana.

El plan de Dios, tan repetidamente expresado por el pensamiento cristiano a lo largo de los siglos, es que el mundo ha sido creado para que lo disfruten todos los seres humanos. La voluntad del Creador es que, viviendo como hermanos, todos tuvieran asegurado el pan y dignidad de cada día. (03:112). Por esta razón, en el plan de Dios nadie queda excluido por meras circunstancias económicas, sociales, raciales o de cualquier otra índole. Es más, los cristianos debemos optar por los más pobres porque el mismo Dios optó por ellos (06:112).

Esta opción que hace Dios por los más débiles de nuestra sociedad, podemos verla reflejada en el misterio de la encarnación. Jesús se hizo pobre en medio de nosotros, nació en un establo entre medio de bestias y basuras y murió colgado en una cruz, es decir, “se fue de este mundo como un malhechor y un subversivo, asesinado entre delincuentes, como el más peligroso de ellos”. (14:113). También, recordemos que Jesús se relacionó con diversos grupos de la sociedad, desde los que ostentaban el más alto poder hasta aquellos que se encontraban completamente marginados de ella, teniendo siempre una opción preferencial por el sector frágil.

Ahora bien, cabe preguntarse ¿Cuál es el verdadero contenido de esta opción preferencial por los pobres? ¿Cómo se refleja ella en el ámbito de la educación?

La opción por los pobres consiste en una opción trascendente, que humaniza, sin tener como objetivo directo la superación de la pobreza. Se trata de una alianza, de una relación

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