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PON EL CIELO A TRABAJAR

kuka7044 de Julio de 2013

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Elogios para

Pon el cielo a trabajar

Contar con asistencia espiritual en la vida cotidiana -¡vaya idea'.-. No es frecuente pedir ayuda, a menos que nos enfrentemos a un problema realmente importante o a una situación que ponga en peligro nuestra existen¬cia. Jean aborda todas las ideas preconcebidas sobre el acto de «pedir» y pre¬senta un libro claro, conciso y práctico que nos enseña a recurrir a poderes ili¬mitados. Con esta información, la vida se vuelve mucho más sencilla.

Susan Bryant, autora de Beyond the B. S.

Belief System Restructuring.

Leí el libro prácticamente en una hora y comencé a crear grupos de tra¬bajo inmediatamente. Muchos de ellos han realizado trabajos fantásticos y han conseguido que mi vida sea más próspera y fluida. Por ejemplo, contraté un grupo para las gestiones inmobiliarias y al cabo de cinco días conseguí un nuevo sitio para vivir que se adecuaba perfectamente a mis necesidades. Los equipos de trabajo especializados en marketing me consiguieron nuevos nego¬cios. Las tareas son infinitas y los seres angélicos se sienten muy felices al ayu¬damos porque dichas tareas los ayudan a crecer y a evolucionar. Gracias, Jean, por publicar este libro.

Tiffany Cano, instructora titulada de sanación pránica.

A nuestros clientes les gusta el enfoque simple y directo de Jean para crear una mano de obra espiritual que nos asista profundamente en todos los aspectos de nuestras vidas.

Stephen Chroniak, coordinador de eventos en East West Books, Sacramento, California.

El libro nos ofrece un antiguo mensaje al que por fin le ha llegado el momento de ser divulgado. No es necesario ser religioso, en ningún sentido de la palabra, para dejarse inspirar por este librito eminentemente práctico.

Laurie M., San José, California.

¡Este libro no sólo me mostró la puerta que estaba buscando; también la abrió!

Nancy S., Colfax, California.

Asistido por mi mano de obra celestial, estoy preparado para afrontar cualquier desafío. Este libro me ha enseñado a trabajar con los ángeles.

Un lector, San José, California.

¡Funciona, de verdad funcional Resulta divertido poner en práctica las ideas expuestas en este libro y, además, su lectura es fácil y fluida.

Karen L. Stalie, propietaria, Earth Angels, Redding, California.

PON EL CIELO A TRABAJAR

Por: Jean Slatter

Prefacio

Preparando el Escenario

Han sido mis guías quienes me impulsaron a escribir esta obra. Al principio ni siquiera era capaz de imaginar cómo conseguiría llenar un libro con mis ideas. ¡Me parecían demasiado simples! Las había estado utilizando durante años sin ningún esfuerzo ni entrenamiento especial y formaban parte de mi vida, hasta el punto de no pasar jamás ni un solo día sin recurrir a ellas. Sin embargo, no tar¬daba más de diez minutos en compartir todo el proceso con mis amigos, de modo que ¿cómo me las arreglaría para am¬pliar el material lo suficiente como para llenar un libro? A pesar de todo, mi guía interior insistió en que debía hacerlo.

Pronto caí en la cuenta de que la simplicidad de mi proceso era su mayor belleza. Me encantaba la idea de ofre¬cer un camino hacia el Espíritu que se pareciera mucho a un juego infantil sencillo y claro, que dejara volar a la imaginación del lector. Quería que mi libro fuera breve y agradable que, al mismo tiempo, ofreciera innumerables posibilidades: que se pudiera leer en unas pocas horas y, aun así, que modificara potencialmente las percepciones del lector de una forma profunda y duradera.

Sabía que tendría que encontrar un modo de describir lo que entiendo por Espíritus de la Creación que inspirara al lector en lugar de limitarlo. Decidí utilizar varios términos (ayudantes celestiales, asistentes invisibles, fuerzas cósmi¬cas, ángeles, guías, Espíritu, el Cielo, lo Divino y demás) que pudieran ser interpretados tanto literal como simbólica¬mente, dependiendo de cada lector. Sabía también que muchas personas considerarían a los Espíritus de la Crea¬ción como seres reales, mientras que otras los verían como facetas de su propio ser interior o superior, o simplemente como una manera práctica de conceptualizar la benevolen¬cia y los recursos infinitos de la dimensión no física. ¡O de todos los seres superiores! Pero mi mayor deseo era que mi libro abriera una hermosa puerta que pudiera ser traspasada por lectores de diferentes niveles de conocimientos y todo tipo de opiniones.

Así fue como en la primavera del 2002 me puse manos a la obra y presencié cómi> mis ideas comenzaban a tomar forma y adquirir profundidad, sin perder su preciada simpli¬cidad. A medida que el libro evolucionaba, mi propia con¬ciencia personal sobre quiénes somos en realidad y qué hemos venido a hacer en el mundo se ampliaba radical¬mente.

Muchos maestros espirituales nos enseñan que la vida es un don que debe ser vivido en alegre sincronización con nuestro origen divino. Sólo pocos años atrás llegué a entender que para conseguir esa sincronización debía poseer, aceptar y emplear esa parte divina de mi ser. De lo contrario, mi esencia y mi propósito en esta vida no se expresarían com¬pletamente.

¿Contratar a mi propia divinidad? Exactamente, ¿qué significa esto? Advertí que para mí la respuesta residía en crear mi propia realidad, una idea muy popular en estos días pero que sólo empecé a considerar con seriedad cuando comprendí el concepto de contratación que se describe en este libro. En última instancia, supuso un cambio de per¬cepción que modificó mi punto de vista sobre todas las cosas.

Todo comenzó cuando por fin entendí que no me encontraba sola, que los ayudantes espirituales estaban a la espera, dispuestos a participar en la expresión creativa de mi divinidad. Sintiéndome una con el Espíritu, advertí que era la dueña de mi universo y la diseñadora de mi mundo. Fue un mensaje de libertad y poder.

Debo admitir que gran parte de lo que estoy a punto de compartir con vosotros fue una gran sorpresa para mí. Presenciar cómo se desarrollaba el proceso constituyó una experiencia estimulante, aunque también generó cierta resistencia interna. Al principio sentí que parte de esta revelación lindaba con la irreverencia. Reconozco ahora que mi aprensión era un reflejo de los sufrimientos, cada vez mayores, que surgían en mi conciencia. Mientras mi espíri¬tu se ampliaba y alcanzaba una comprensión más completa de todas las cosas, nuevas percepciones reemplazaban las creencias que ya no me servían.

Cuando decidí compartir esta información, recibí res¬puestas sinceras de muchas personas que también oían un susurro interior que las urgía a organizar sus vidas en cola¬boración con el poder del Universo. Llegué a verme a mí misma como un puente y a considerar que mi misión era conectar a los demás con el mundo espiritual de una forma fácil y tangible. Escribir este libro fue un paso inevitable en mi camino hacia la aceptación de mi propio poder divino y hacia la tarea de inspirar a los demás para que hicieran lo mismo.

Capítulo 1

Trayendo el Cielo a la Tierra

Te sientes conectado con el Espíritu? No me refiero a si has sido educado según ciertos principios religiosos o a si profesas alguna le. Estoy hablando de sentirse conec¬tado con el poder del Cielo y de traerlo a la Tierra para uti¬lizarlo en tu vida cotidiana.

Para muchas personas, la conexión espiritual significa acudir a la iglesia y rezar. Sin embargo, a pesar de estar con¬vencidas de que tienen alma o espíritu, se sienten separadas del poder que rige al Universo. Pueden venerarlo y crear religiones en torno a El, pero esto sigue siendo algo exterior a ellas. Sólo en tiempos de crisis, o cuando están sirviendo a una causa noble, se sienten justificadas para invocar dicho poder, pero incluso entonces creen que la respuesta (o la ausencia de ésta) procede de Dios.

Incluso quienes nos sentimos uno con el Espíritu menudo también tenemos dificultades para percibir tan formidable fuerza como algo tangible y viable en nuestra vid; diaria. La idea de que todos somos parte de Dios puede se: muy inspiradora, pero no deja de ser una bella metáfora £ menos que seamos capaces de asimilarla paulatinamente.

Lo que realmente necesitamos es mejorar nuestra vida, encontrar la forma de ser más felices y estar más relajados: conseguir un trabajo satisfactorio, tener un matrimonio bien avenido, ayudar a nuestros hijos, ser un buen amigo, pagar nuestras cuentas y reducir el estrés en nuestra vida. Todos deseamos vivir cada día con la mayor gracia y sabi¬duría posibles.

Necesitamos ayuda con las cosas importantes de la vida, los altibajos, los desafíos y las aspiraciones de cada día. Si el poder del Cielo no se puede llevar hasta ese nivel, entonces ¿cuál es su uso terrenal? Yo no tengo previsto crear planetas en un futuro cercano. ¿Y tú?

Resulta sorprendente que a pesar de que muchos de nosotros estamos convencidos de ser receptáculos divinos moldeados en una forma física, en cuanto tenemos que resolver cualquier problema mundano -como el pago de una factura o una fecha de vencimiento inminente- nos olvidamos por completo de ello. Aunque pensamos que hemos nacido con el poder que creó el mundo, nos desmo¬ronamos en cuanto tenemos que organizar un plan de traba¬jo efectivo. En cierto sentido, nuestra verdadera naturaleza queda sofocada bajo el constante murmullo de nuestras men¬tes inquietas, nuestras vidas agitadas y nuestros miedos per¬turbadores. A pesar del apoyo omnipotente, reconfortante

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