¿QUÉ PAPEL JUEGA LA FELICIDAD EN LA COMUNIDAD?

Se realizo varios sondeos escogiendo varias personas de la zona urbana de Barbosa con diferentes ocupaciones y se les realizo la pregunta:

¿QUÉ PAPEL JUEGA LA FELICIDAD EN LA COMUNIDAD?

Las personas encuestadas fueron doce personas, cada una con diferente ocupación que desempeñan en la comunidad, así:

Estudiante

Universitario

Comerciante

Funcionario público

Jubilado

Ama de casa

Transportador

Educador

Profesional

Religiosa

Sacerdote

Vendedor ambulante

De las respuestas obtenidas se llego a la conclusión que la felicidad es fundamental para una sociedad, ya que haciéndola participe de nuestra vida lograremos incrementar el desarrollo individual, social, económico y cultural de nuestra comunidad logrando una mejor calidad de vida.

Es por ello, que lo que le falta a nuestra comunidad para integrar la felicidad colectiva es el perfeccionamiento de la convivencia entre todos.

Llegando a este resultado realizamos la siguiente hipótesis que trabajaremos:

¿SE LOGRARÁ ALCANZAR LA FELICIDAD DENTRO DE UNA COMUNIDAD EJERCIENDO EL ARTE DE CONVIVIR?

Para resolver esta hipótesis expondremos la siguiente tesis que nos llevará a la respuesta, la cual fue obtenida en base a la investigación de diferentes fuentes como son libros, internet y opiniones de expertos en el tema.

¿QUÉ ES CONVIVIR? Es vivir con otros, pero no de cualquier manera, convivir significa estar en compañía de otros con armonía. Las personas que conviven o sea, las que comparten el tiempo y el espacio, se caracterizan porque se ayudan mutuamente y cuando hay conflictos, los solucionan pacíficamente. Puede haber grupos de personas que están mucho tiempo juntas, pero que no conviven, porque no tienen la capacidad de compartir ni de estar en armonía.

Todos somos diferentes pero no dejamos de ser iguales en lo esencial: todos somos seres humanos y habitamos el mismo planeta, durante un breve tiempo, con la firme intención de ser felices.

El filósofo Jean Paul Sartre dijo alguna vez, en una de sus obras que “el infierno son los otros”. Se refería, naturalmente, a lo difícil que es convivir, a la tarea casi imposible de armonizar las diferentes formas de entender el mundo y a lo dolorosas y desgarradoras que acostumbran a ser las relaciones entre los seres humanos. Si recordamos lo duro que es vivir día a día, y lo que los diarios y los noticieros nos muestran, esta afirmación es absolutamente cierta, y el terror y el mal que consumen al mundo tienen un único origen: “los otros”.

Para comprobar que esta afirmación no es verdadera, basta con imaginarnos solos, completamente solos y dueños del universo. Todo lo poseo, el dinero, los lujos, puedo comer lo que deseo, hacer lo quiero, vivir donde quiera, porque no hay dueños, testigos, nadie, puedo bautizar mi comunidad con mi nombre y nadie lo puede impedir porque estoy solo en el mundo. Y paradójicamente, por esa misma razón, porque estoy solo, no puedo ser feliz. No tengo a nadie con quien compartir lo que tengo. No tengo a nadie con quien hablar. No tengo a nadie a quien amar. Nadie me observa. Para nadie son “el otro”. Difícilmente podré estar seguro de que existo y nada de lo que haga tendrá sentido.

No queda, por lo tanto, otro camino que convivir con los demás y con nosotros mismos para lograr la felicidad. Armonizar las voluntades y las opiniones para este mundo deje de ser un lugar tan difícil de habitar y pueda algún día decirse que “el paraíso son los otros”. El camino es largo y escabroso pero no hay alternativa.

Debemos esforzarnos para construir la convivencia a través de la verdad de las palabras, de la tolerancia, del perdón, del amor y del respecto y lo más importante tener una completa y continua comunión

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