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¿Qué Es La Nueva Era?


Enviado por   •  28 de Agosto de 2013  •  2.905 Palabras (12 Páginas)  •  214 Visitas

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¿Qué es la Nueva Era? Un gran reto actual para la Iglesia: una nueva forma de espiritualidad, de mística, de relación con lo divino. Responde a esta importante cuestión monseñor Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo, en el portal católicoAleteia.

1. La Nueva Era es un fenómeno propio del siglo XX, la explosión de un nuevo tipo de espiritualidad.

La New Age nace como una especie de sensibilidad “epocal”, principalmente en los países y naciones de los llamados primeros mundos. Cuando se tiene el estómago lleno, hay que llenar también la cabeza y el corazón. Este nuevo fenómeno aflora como un gran pulpo, con tentáculos en todos los ámbitos culturales, pero al que es muy difícil descubrir los ojos y el cerebro.

¿Por qué se denomina al New Age también como“Era de Acuario”? - Porque nos encontraríamos casi al final de un ciclo astronómico (Piscis) e inicio de otro (Acuario). Hubo un tiempo en el que se vivió bajo el signo de Tauro, y aparecieron los imperios y religiones de Mesopotamia. Vino después Aries, y floreció la religión judía. El signo de Piscis, que comenzó su reinado el 21 de marzo del primer año de nuestra era, ha sido denominado “crístico” (IXCIS). Hacia el año 2016 el sol entrará en el signo de Acuario, y este signo traerá consigo una nueva religiosidad mundial capaz de reconciliar todas las demás religiones. Acuario va a suponer un nuevo orden mundial, una humanidad nueva , y una nueva religión. La New Age comportará una era de amor, concordia y luz, de verdadera liberación del espíritu. Se habla del retorno de un nuevo Cristo: no el histórico Jesús de Nazaret, sino de Maitreya.

La New Age (la “Era Acuario”) constituye una verdadera bomba de relojería para las religiones. Porque no se trata sólo de una religión más, ni de un nuevo movimiento o una nueva secta. Es una completa “gnosis”, o visión integral de la realidad. Y, lo que es más grave, no se enfrenta con el cristianismo, ni con las religiones en general, sino que se instala en ellos; e incluso utilizando su mismo lenguaje, su misma espiritualidad y sus mismos símbolos, les da un sentido completamente diferente.

2. La Nueva Era tiene una característica fundamental: es un nuevo narcisisimo, y al mismo tiempo, una nueva concepción del universo.

La Nueva Era constituye un nuevo narcisismo donde se impone la vida privada, la utopía individualista y la revalorización de las propias experiencias personales. Este narcisismo sin embargo es compatible con la tendencia a pensar en planetario (en clave holonímica) en el sentido de que nos acercamos a pasos agigantados a una nueva sociedad, a un mundo nuevo, donde ni la política ni la religión ni las costumbres serán motivo de separación o de odio.

Junto al narcisismo y a la tendencia a pensar en planetario, asistimos a un nuevo desplazamiento de lo religioso y a un nuevo despertar religioso, algo así como una “nueva espiritualidad para una nueva era”, una especie de “retorno de lo sagrado-reprimido”.

David Spangler (1999) resumía con estos adjetivos la Nueva Era: holística (globalizadora: el todo en las partes y las partes en el todo); ecológica (La Tierra Gaia; nosotros somos como una neurona del sistema nervioso central de la Tierra); andrógina (el arco iris y el yin yang son símbolos que tienen que ver con la complementariedad de contrarios); mística (lo sagrado en todas las partes, incluida la vida cotidiana); planetaria (las personas enraizadas en su propia cultura, deben abrirse a la cultura universal buscando amor, compasión, paz, y un gobierno mundial).

3. La Nueva Era, aunque hunde sus raíces en los movimientos esotéricos del siglo XIX, es un producto cultural típico de la crisis espiritual del siglo XX.

Según otras opiniones sobre el origen y desarrollo de la New Age, ésta se remonta hasta los movimientos gnósticos de los ss. II-IV. Para otros es la convergencia de la transformación del socialismo en ecologismo; y del capitalismo individualista en narcisismo. Es algo así como la confluencia natural “postmoderna” de la caída y transformación de las dos grandes ideologías del s. XX. Hay quienes opinan que es fruto maduro de una “religiosidad postmoderna”: del geocentrismo al antropocentrismo; y de éste al cosmocentrismo.

Sobre su origen, el experto Luigi Brenzano, señala dos corrientes diferenciadas en la New Age: la europea y la norteamericana. La europea hunde sus raíces en la sociedad teosófica (1875) deHelena Petrovna Blavatsky y Henri Steel Olcott: pretenden llevar al hombre moderno, prisionero de los lazos del materialismo y de los dogmas de las iglesias tradicionales, hasta las fuentes de la antigua sabiduría, sobre todo oriental. Quiere ser una doctrina “puente” entre Oriente y Occidente, entre cristianismo y esoterismo, entre movimientos religiosos sectarios y los nuevos movimientos mágicos. En el s. XX, destacaron Paul Le Cour (1871-1954) y Alice Ann Bailey (1880-1949).

La corriente Norteamericana, por su parte, tiene como antecedente el transcendentalismo americano del S. XIX, como reacción al materialismo y utilitarismo ilustrado. El autor más conocido es Ralph Waldo Emerson. Este nuevo paradigma va tomando más forma en California en los años 50: desde grupos de Rosacruz hasta la Unity School of Christianity. Más tarde, en EE.UU., vino la revolución hippie, especialmente los grupos underground, que se convirtieron en el caldo de cultivo de la New Age en Norteamérica. El mercado New Age conjuga el bienestar y el bien parecer interno y externo, la alimentación y la estética, la ciencia y la espiritualidad, la economía y la ecología.

4. Rasgos espirituales que definen la New Age.

C. Vidal Manzanares se atreve, en una primera aproximación, y tomando como punto de referencia el cristianismo, a realizar este breve resumen: no existe lugar para un Dios Personal, creador y distinto de sus criaturas. Tampoco resulta claro el concepto de criatura, puesto que se funde en la divinidad, o se la valora sólo por sus niveles de conciencia, como si no tuviera consistencia propia.

No hay lugar para rendir cuentas ante un Dios Personal, ya que el hombre no es pecador o culpable, sino imperfecto, y esta imperfección va despareciendo en la medida que se alcanzan niveles superiores de conciencia, o mediante sucesivas reencarnaciones. Se ha escrito: “No somos pecadores por naturaleza, ni nos espera ningún castigo eterno, ni venimos a este mundo con ningún pecado, ni necesitamos a nadie que nos salve o redima, porque nunca hemos estado en venta. En realidad nuestra esencia es inmortal y tenemos por delante un futuro inimaginable”.

Los “puntos teológicos”

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