Reflexiones Biblicas

Gálatas 5: 13-26

Del alejamiento de Dios solo procederán las bajas acciones que enferman el espíritu y por ende al mundo. Dichas acciones, que son los frutos de la carne, son la fornicación, indecencia, libertinaje, idolatría, superstición, enemistades y todo sentimiento que no lleve al bien común. Las personas que dejan florecer el fruto de su carne no entraran al reino de Dios. Solo las personas dotadas de buenos sentimientos, productos del fruto del espíritu, como lo son el amor, la alegría, paz, paciencia, amabilidad y todo sentimiento que refleje el bien común, se les permitirá el paso al reino de Dios. Los frutos del espíritu son también muy importantes en esta vida, ya que en ellos estarán basadas nuestras reacciones en determinadas situaciones, y si bien es cierto, nosotros no controlamos lo que nos sucede, pero si podemos controlar la manera en la que lo tomamos, cuyo influye bastante en cómo se desenvolverán las cosas. Por eso, hay que dejar que dejar que sean los frutos de espíritu, y no los de la carne, los que nos guíen.

1 Corintios 13: 1-13

Podrías tenerlo todo en este mundo, los mejores bienes materiales, el título universitario que querías, la luna, la galaxia y en fin, hasta las cosas que jamás te has imaginado, pero si no tienes amor, no eres nada. El amor es una virtud que tiene como fin principal el bien común para el prójimo o para uno mismo, es un conocimiento que entra por los sentidos pero pocas veces llega a la razón o al pleno entendimiento. El amor tiene como características principales a la lealtad, paciencia, comprensión y tolerancia, y se dice que es verdadero cuando este cumple con ellas. Del amor se podría concluir que todo lo aguanta, lo cree, lo espera, lo soporta y debe ser eterno. Dios es amor, y por ende el amor debe de ser lo más grande que tenemos y si al final, nunca amaste de verdad, entonces tu existencia habrá sido en vano.

Mateo 25: 31-46

En el día del juicio, Dios se llevara a los justos con él para que gocen de la vida eterna en el reino que les ha preparado desde la creación del mundo. Los justos, para Dios, son todos aquellos que cumplieron con el bien común ante el prójimo sin importar que. Dios considera que obrar bien ante los demás, en especial con los que más lo necesitan o son discriminados comúnmente ante la sociedad, es lo mismo que estar atendiéndolo a él. Las personas que no obraron bien ante el prójimo son las que serán rechazadas por Dios recibiendo el castigo perpetuo, por ende haciendo el bien es la manera principal de acercarnos a Dios. De esto, se podría concluir que Dios y el prójimo son sagrados y que ambos merecen igual de atención en forma de amor y respeto.

...