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Resumen teología de la revelación. Obra Libanio


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2023  •  Resúmenes  •  2.613 Palabras (11 Páginas)  •  25 Visitas

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RECURSO 2: Teología de la Revelación, Libanio.

Resumen del Cap. 11, Revelación bíblica, las páginas 333 a 368        

Comienza este capítulo el autor con unas palabras de Mesters: «La Biblia no cayó hecha del Cielo. Surgió de la tierra, de la vida del pueblo de Dios».

Este inicio me invita a profundas reflexiones, lo comparo con las situaciones que se le presentan a los padres durante la educación de sus hijos, los amamos tanto que a veces nos sentimos tentados de hacer muchas cosas por ellos para que no sufran decepciones, etc. Cuando tienen que realizar una tarea o actividad quisiéramos hacerla por ellos, lo cual no es acertado porque coartamos una oportunidad de crecimiento, de desarrollo.

De la misma manera, Nuestro Padre Celestial, ha podido dejarnos la Biblia ya hecha, como las tablas de los diez mandamientos que dejo a Moisés. Sin embargo, le permitió al hombre prepararla por sí mismo, bajo su guiatura y revelaciones para que fuese escrita en lenguaje humano que pudiéramos entender que estuviésemos familiarizados con los hechos narrados.

Prosigue el autor afirmando que la revelación se hizo en la historia, Dios escogía un pueblo, realizaba alianza con Él, se les revelaba y les daba su proyecto salvífico. Esta experiencia se iba ampliando y conseguía una representación universal en su Hijo Jesucristo.

 La historia de Israel, es la revelación original, transmitida como una historia en etapas. En cada etapa, el autor sagrado revela facetas del ser y del proyecto de Dios.

Nos formula varias interrogantes sobre la autenticidad de las historias contenidas en la Biblia, para explicar que hasta hace poco la revelación se había estudio nocional y la teología se había restringido a lo conceptual. En contraposición a esas dos vertientes surgió un movimiento de retorno a las fuentes, sobre todo la Sagrada Escritura, la patrística y de la liturgia.

Este cambio condujo a un retorno del concepto de revelación a la experiencia, obligando a la teología a retomar el desarrollo de la revelación en su aspecto de experiencia. La Sagrada Escritura no tiene un término técnico para traducir la idea de revelación, por ello algunos teólogos apoyan el concepto de que palabra, es la expresión privilegiada, la más frecuente y significativa para expresar la comunicación divina.

Al respecto, destaca el autor que la Biblia conoce un proceso de verbalización de la revelación diferente a la conceptualización abstracta de la escolástica. Esto ha conducido a que la revelación se entenderá teniendo como telón de fondo la matriz humana de la palabra, como un “hablar categorial de Dios”.

Acota también que la revelación en el Antiguo Testamento va en la dirección de una creciente relación personal con Dios y que en ese movimiento la palabra ofrece un excelente instrumental interpretativo. Continúa expresando que la palabra responde armoniosamente con el carácter ontológico transcendente de Dios y a la elevación del nivel de conocimiento, extraordinariamente manifestado en la lectura de la creación que termina identificando al mismo hijo de Dios con la Palabra hecha carne: “Y el verbo se hizo carne” (Jn 1, 14), “nuestras manos han palpado acerca del Verbo que es Vida” (1 Jn 1,1).

Concluye esta introducción recordando que esa tensión entre palabra y acontecimiento acompañará toda la revelación y está presente en el Concilio Vaticano II, como elementos fundamentales de la revelación “gestis verbisque”- en acontecimientos y palabras.

En su capítulo 2, nos presenta las consideraciones epistemológicas (conocimiento científico) del estudio de la revelación bíblica: el orden genético, orden natural de lo escrito y el orden epistemológico, por medio del conocimiento.

Para la consideración de orden genético, expone el autor que la historia vivida por Israel fue una experiencia de luchas, en el centro de esa historia está la laucha por una tierra, en el centro del pueblo está la religión que ilumina lo que le sucede, un punto de unión sobre todo en los momentos difíciles.

Al m omento de escribirla, se trata de relatar la acción de Dios en la historia que el pueblo va construyendo, lo cual adquiere un valor universal para las generaciones venideras. Así se establece una relación mutua inseparable. Se vive, se escribe lo que se vive, se lee lo que se escribe y se vuelve a vivir de manera diferente bajo la influencia de la lectura de lo escrito. El acto de escribir la historia, no es solo una narración, el redactor interpreta además las realidades narradas sobre la base de los factores presentes, a veces muy diferentes y distantes a los que generaron los hechos.

Agrega además el autor que, en el caso de la historia bíblica, los autores humanos se expresaban desde el interior de su conciencia religiosa de tal modo que consignaban los acontecimientos y las palabras como acciones de Dios. Descubrían el sentido salvífico de estos, transmitían los oráculos de Dios, manifestaban el mismo ser de dios y su designio salvífico.

Por otra parte, sostiene también que el don de penetrar ese sentido, de relatar las palabras de Dios es una inspiración, una gracia recibida de Dios. Es ella la que garantiza la verdad de la Escritura, pero será la comunidad bajo la gracia de dios la que acogerá los libros como inspirados, de esta manera se constituye el canon de los libros sagrados. Por lo tanto, son tres momentos:

  • La vida del pueblo de dios;
  • La consignación por escrito de esa vida bajo la influencia inspiradora de Dios;
  • La aceptación por parte de la comunidad de los libros que expresan esa vida e inspiración de Dios.

Para finalizar este punto nos dice, con los libros bíblicos, aceptados y reconocidos como inspirados y dotados del carisma de la verdad, tenemos la clave hermenéutica para entender la manera de ser y el proceso revelador de Dios. Nos cita a Queiruga, sacerdote filósofo y teólogo en cuanto a “..se trata de la evidencia –convicción de que dios, como puro amor siempre en acto, se está siempre revelándose al hombre en la mayor medida máxima ´posible`, de manera que los límites de la revelación histórica no se deben a una reserva divina sino a una incapacidad humana.

También a partir de esa revelación bíblica se puede entender la revelación de Dios como coherencia y correspondencia con lo más profundo de nuestro ser y capacidades (von Balthasar).

En el siguiente punto nos habla sobre la consideración de orden de acceso cognitivo, e inicia postulando que los libros bíblicos nacieron de la experiencia que fue puesta por escrito, en nuestros días tenemos los libros y a partir de ellos podemos llegar a la experiencia y contenido revelador que el pueblo de Israel y la comunidad de Jesús nos comunican. Ese es el primer dato de nuestro conocimiento de la fe.

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