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SE PUEDE CONFIAR EN LA BIBLIA


Enviado por   •  30 de Enero de 2014  •  2.539 Palabras (11 Páginas)  •  255 Visitas

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¿Se puede confiar en la Biblia?

“No os fiéis de las tablas podridas”, escribió el dramaturgo inglés William Shakespeare. Y es lógico, pues antes de saltar al interior de un bote, por ejemplo, conviene asegurarse de que sus tablas no estén podridas.

Las palabras de Shakespeare reflejan bien el sentir de Salomón, el sabio rey del antiguo Israel, quien unos tres mil años atrás escribió: “El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va” (Proverbios 14:15, NVI).

Solo un ingenuo iría por la vida aceptando ciegamente todo lo que oyera y basando sus decisiones y conducta en consejos irreflexivos y enseñanzas infundadas.

Depositar la confianza en el objeto equivocado —igual que pisar las tablas podridas de un bote— podría resultar catastrófico. Por ello, cabe la pregunta: “¿Habrá una guía que merezca nuestra confianza?”.

Millones de personas confían plenamente en un libro antiguo: la Santa Biblia. Lo consultan para guiarse en la vida y tomar decisiones y amoldan su conducta a sus enseñanzas. ¿Pisan estas personas tablas podridas, por así decirlo? La respuesta depende muchísimo de la contestación a otra pregunta: “¿Existen razones sólidas para fiarse de la Biblia?”.

El tema merece más que solo un interés pasajero, dada su importancia. De hecho, si la Biblia viene en realidad de parte de nuestro Creador, tanto a usted como a su familia les beneficiará averiguar lo que dice.

Veamos en primer lugar datos relevantes que hacen que sea, como mínimo, un libro sin igual.

Un libro sin igual “La Biblia es el libro de mayor difusión de la historia.” (The World Book Encyclopedia.)

Hace más de quinientos cincuenta años, el inventor alemán Johannes Gutenberg inició la impresión con tipos móviles. El primer libro de importancia que salió de su prensa fue la Biblia. Desde entonces se han impreso miles de millones de libros sobre infinidad de temas, pero ninguno alcanza la talla de la Biblia.

• Se calcula que se han impreso, total o parcialmente, casi cinco mil millones de biblias, lo que supone más de cinco veces la cifra del Libro rojo de Mao, la segunda obra de mayor difusión.

• En tan solo un año reciente, la Biblia completa o en parte ha alcanzado una distribución de más de cincuenta millones de ejemplares. “La Biblia es el libro más vendido del año, todos los años”, informa la revista The New Yorker.

• La Biblia ha sido traducida en su totalidad o en parte en más de dos mil cuatrocientos idiomas. Más del noventa por ciento de la humanidad dispone al menos de algún libro de la Biblia en su lengua.

• Casi la mitad de los escritores bíblicos completaron sus escritos antes de que nacieran Confucio, el renombrado sabio chino, y Siddhārtha Gautama, el fundador del budismo.

• La Biblia ha dejado una honda huella en las artes, como lo atestiguan algunas de las obras pictóricas, musicales y literarias más célebres.

• La Biblia ha salido airosa de las prohibiciones oficiales, las quemas a manos de enemigos religiosos y los embates de la crítica. Ningún otro libro ha soportado mayor oposición a lo largo de la historia.

Estos datos son excepcionales, ¿verdad? Pero claro, por impresionantes que sean los datos y las estadísticas, no demuestran por sí mismos que la Biblia sea digna de confianza. A continuación examinaremos cinco razones que han convencido a millones de personas.

Razones para confiar en la Biblia

1. Exactitud histórica: Sería muy difícil fiarse de una obra que tuviera inexactitudes. Imagínese que un libro de historia moderna situara la segunda guerra mundial en el siglo XIX o que llamara rey al presidente de Estados Unidos. ¿No minaría esto su credibilidad?

Nadie jamás ha podido demostrar que la Biblia sea inexacta en materia histórica. Los personajes y los sucesos de los que habla son reales.

Personajes. La crítica puso en duda la existencia de Poncio Pilato, el prefecto de Judea que entregó a Jesús para que lo colgaran (Mateo 27:1-26). Una prueba de que Pilato gobernó Judea es la inscripción grabada en un bloque de piedra descubierto en 1961 en la ciudad portuaria de Cesarea, a orillas del Mediterráneo.

Antes de 1993 no había prueba externa que sostuviera la historicidad de David, el valeroso y joven pastor que llegó a ser rey de Israel. Pero aquel año se desenterró en el norte de Israel una estela de basalto que databa del siglo IX antes de nuestra era y que, según los expertos, tenía grabadas las palabras “casa de David” y “rey de Israel”.

Sucesos. Hasta hace poco, muchos eruditos dudaban de la exactitud del relato bíblico sobre la lucha que libró Edom contra Israel en tiempos de David (2 Samuel 8:13, 14). Argumentaban que Edom era un simple pueblo de pastores que en aquella época aún no tenía ni el poder ni la organización suficientes para suponer una amenaza contra Israel. Sin embargo, las últimas excavaciones indican que “Edom era una sociedad desarrollada siglos antes [de lo que se creía anteriormente], tal como describe la Biblia”, afirma un artículo de la revista Biblical Archaeology Review.

Títulos correctos. Durante los dieciséis siglos que tardó en redactarse la Biblia, hubo muchos gobernantes en el mundo. Cada vez que la Biblia se refiere a un gobernante, le da el tratamiento correcto. Por ejemplo, a Herodes Antipas se le llama acertadamente “gobernante de distrito”, y a Galión, “procónsul” (Lucas 3:1; Hechos 18:12). Esdras 5:6 dice que Tatenai era el gobernador de la provincia persa de “más allá del Río”, el Éufrates, y una moneda acuñada en el siglo IV antes de nuestra era lleva una inscripción similar, que indica que el gobernador persa Mazaeus estaba al frente de la provincia de “más allá del Río”.

La exactitud en lo que parecen ser detalles sin importancia no debe tenerse en poco. El hecho de que los escritores bíblicos demostraran ser confiables aun en tales detalles sin duda refuerza nuestra confianza en todos sus escritos.

2. Franqueza de sus escritores. La honradez es la base de la confianza. El hombre honrado se gana la confianza de los demás; pero si miente una sola vez, la pierde.

Los escritores bíblicos fueron hombres honrados y sinceros. Su franqueza contribuye a que sus escritos posean el distintivo sabor de la verdad.

Debilidades. Los escritores bíblicos admitieron sin reservas sus flaquezas. Moisés contó lo caro que le costó un error (Números 20:7-13). Asaf confesó que por un tiempo envidió la prosperidad de los impíos (Salmo 73:1-14). Jonás

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