Sanidad Divina.

Sanidad Divina

Es común en la Iglesia actual escuchar la palabra “sanidad”, la cual se asocia en gran medida a lugares repletos de personas, un evangelista con actitud y una buena cuota de “fe”, lo que da como resultado una jornada maratónica de sanidades que son alabadas y seguidas por un gran número de creyentes. Sin embargo, muchos de estos espectáculos, no todos evidentemente, han resultado ser engaños y falsificaciones del verdadero poder de Dios y queda de manifiesto la falta de conocimiento de las Escrituras en torno a la sanidad.

La sanidad es ampliamente abordada en la Biblia, no obstante, nos remitiremos a un espacio que le compete directamente a la Iglesia de Cristo dirigida por el Espíritu Santo, el don de sanidad.

1 Corintios en el capítulo 12 nos habla acerca de los dones espirituales. En primera instancia es preciso mencionar que el Espíritu Santo resulta ser el protagonista, el cual inevitablemente mora en cada uno de los receptores y canalizadores de los dones, pues este llega al Ser humano al momento de conocer a Cristo y ser salvo. De esta forma el Espíritu Santo es la presencia de Dios viviendo en el interior de cada cristiano, el cual da testimonio de Jesucristo como lo afirman las Escrituras en Juan 15:26. Y es el protagonista por el hecho de que cada don, ministerio y operaciones (1 Cor.12) provienen de este, sin distinción alguna.

Ahora bien, un don –Carisma en griego- hace referencia a una gracia, un favor, un obsequio, una muestra de bondad o una ayuda. Así podemos comprender que Dios es quien muestra su amor y gracia con nosotros al entregarnos, sin merecimiento, estos dones, siendo Él dueño soberano del poder que emana de estos, así también el ejecutor, encontrándonos nosotros como canales mediante los cuales se manifiesta el poder del Espíritu Santo.

Este don es dado por Dios, a través del Espíritu Santo, en un momento específico y con un fin claro, así lo demuestra el capítulo 12 de 1 Corintios al señalar “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”, es decir, con un objetivo edificante tanto para el cristiano que canaliza el don como la Iglesia y los enfermos que son sanados.

Ateniéndonos directamente al don de sanidad, este es dado a algunos miembros de

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