LA SANIDAD DIVINA EN LA IGLESIA PRIMITIVA

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BOSQUEJO

INTRODUCCIÓN        1

LA SANIDAD DIVINA EN LA IGLESIA PRIMITIVA.        2

I.        La sanidad divina forma parte fundamental del evangelio.        2

II.        La expiación provee sanidad divina para el hombre.        3

III.        La sanidad divina es un don de la gracia de Dios para el hombre.        3

IV.        La sanidad divina se COMPLETARÁ en la segunda venida de Jesus.        3

V.        ¿Cuáles son los obstáculos para no recibir la sanidad HOY?        4

CONCLUSIÓN        5

BIBLIOGRAFÍA        6

INTRODUCCIÓN

La sanidad divina la entendemos como parte fundamental del Evangelio y entendiendo que Dios trajo redención plena con su sacrificio en la cruz del calvario, pero teniendo claro y especial cuidado con la interpretación de que no toda enfermedad es causada por que la persona enferma está en pecado, sino que la enfermedad entro por causa del pecado en el ser humano, Jesús trajo con su sacrificio liberación de las enfermedades y por gracia es que nos llega ese privilegio de la sanidad divina y que se extiende a todo creyente.

Sabiendo que esta sanidad divina puede llegar a nuestras vidas sin ningún precio a pagar por nosotros, porque ya fue pagado, pero entendiendo que tiene un requisito fundamental que es la Fe, ya que como vemos en Santiago 5:14,15 nos dice que si alguno está enfermo llame a los ancianos y que orando con fe y en el nombre de Jesús el enfermo sanará y el Señor lo levantará y si ha cometido pecados, le serán perdonados.

LA SANIDAD DIVINA EN LA IGLESIA PRIMITIVA.

1. La sanidad divina forma parte fundamental del evangelio.

El ministerio de Jesús y de los apóstoles nos enseña que la sanidad divina es parte de la proclamación del mensaje del evangelio.

Fue un testimonio de que Jesús era el Mesías prometido y el salvador.

La palabra nos muestra la relación del ministerio de sanidad de Jesús y su ministerio salvado y perdonador de pecados.

La gente venia de todos lados tanto para oírle como para ser sanados. El no rechazo a nadie y sano a todos los que venían de diversas enfermedades y dolencias.

Jesús reconoció que la enfermedad es el resultado de la caída de los seres humanos en pecado, y que algunos casos podían deberse a un pecado especifico o por obra de satanás, pero que la enfermedad no es siempre el resultado directo del pecado, otras veces era solo para que Dios fuera glorificado.

Estos milagros que Jesús iba haciendo mientras camino por la tierra, era un parte importante por el que Dios envió a su hijo Jesús.

En el antiguo testamento vemos referencias al Dios que es el Gran Medico y Jehová el Sanador, Jesús dejo claro que la sanidad divina era y es el plan de Dios para el hombre.

Luego de que Jesús partiera la sanidad divina siguió siendo una parte fundamental entre los apóstoles y la iglesia primitiva, en Lucas 9:2 vemos como Jesús mando a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos, después del pentecostés muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles y la iglesia primitiva como Lucas nos relata en el libro de los Hechos que nos muestra que una iglesia llena del Espíritu Santo, seguía la misma línea que Jesús y sus apóstoles con milagros y maravillas.

Esta sanidad divina no se limita a los apóstoles o la iglesia primitiva, sino que es una promesa de Jesús para todos los creyentes.

La palabra nos dice que Dios provisiona de los dones espirituales por medio del Espíritu Santo a su iglesia, y dentro de estos dones está el de sanidad.

1. La expiación provee sanidad divina para el hombre.

La Expiación es la purificación del pecado, ella trae liberación del castigo como consecuencia del pecado, y su fin es la restauración de la bendición y el favor de Dios, con el cual viene la sanidad, Jesús en la cruz del calvario nos dio expiación plena y aunque la enfermedad no viene por un pecado especifico si llego al mundo por causa del pecado y al ser limpiados por la sangre de Jesús el resultado es que somo librado de sus consecuencias, nosotros no podíamos pagar la paga del pecado pues el precio era altísimo pero Dios en su infinito amor proveyó de la máxima expiación.

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