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Señoreate en cristo

ramoniblancaInforme16 de Noviembre de 2015

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SEÑOREATE EN CRISTO

El destino de la Iglesia es: señorear, es mostrar el gobierno de Dios. Y no estar inmersa en problemas y situaciones, que nada tienen que ver con el propósito original para el que Dios nos ha creado. Perdemos el tiempo y gastamos nuestras energías en cosas para las cuales Dios no nos creó, no nos hizo nacer de nuevo para solucionar problemas, nos hizo nacer de nuevo para recobrar el derecho perdido.

Señoréate

Forma verbal Segunda persona desingular (tu) del imperativo afirmativo de señorearse (con el pronombre enclítico). Relacionado: señoréate (tú).

Mat 10:1 “entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para que los echaran fuera y sanaran toda enfermedad y toda dolencia.” La autoridad que se les dio sobre los espíritus inmundos y las enfermedades era una extensión de la que poseía Jesús mismo, y en el v. 7 se les agrega el encargo de predicar su mensaje. Sin embargo, antes de estar listos para predicar las buenas nuevas y señorear sobre los espíritus inmundos, como de sanar enfermos, debemos pasar tiempo con Jesús para aprender a modelar nuestra vida a la de Él. Si no seguimos el ejemplo de ellos, sus discípulos, nuestra predicación será como voces propagando fuertemente algo sin sentido. Esa misma autoridad nos la da Jesús, a nosotros, si somos obedientes en toda la escritura,

Debemos reflejar y hablar del gobierno de Dios, y del señorío de Cristo, Jesús durante su ministerio en la tierra, por tres años y medio, estuvo anunciando no un evangelio de salvación, sino el Evangelio del Reino de Dios, y antes de subir al cielo, encargó a sus discípulos que proclamaran ese mismo evangelio: Mt.24:14, “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

En las cartas de Pablo también fue el tema central: Hch.20:25, “Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando EL REINO DE DIOS, verá más mi rostro,” y en prisión Hch.28:30-31 “Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, PREDICANDO EL REINO DE DIOS y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.” Es el tema central de la Palabra. Una persona puede reflejar el Señorío de Cristo en su vida cuando deja que fluya en su corazón el amor hacia Jesucristo, y vive sólo para agradarle a Él. En Fil.3:7-8, “pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.” También nosotros tenemos acceso a ese conocimiento y Cuando nos unimos a Cristo confiando en El, experimentamos el poder que lo resucitó de la muerte. Ese mismo poder maravilloso nos ayuda a vivir moralmente, renueva y regenera nuestra vida. Pero antes de que caminemos en nueva vida debemos morir al pecado. Así como la resurrección de Cristo nos da el poder de Cristo para vivir para El, su crucifixión señala la muerte de nuestra vieja naturaleza pecadora. No podemos conocer la victoria de la resurrección sin usar personalmente la crucifixión. Jesús debe ser nuestra pasión, es dejar a un lado el mérito humano a fin de recibir la gracia de Dios. Nada se compara con el conocimiento de Cristo, la relación de una persona con Cristo es más importante que cualquier otra cosa. Conocer a Cristo debe ser nuestra meta final, porque ni guardando la ley, ni el mejoramiento personal, ni la disciplina, ni ninguna cantidad de esfuerzos religiosos pueden hacernos perfectos delante de Dios. La justificación viene solo de Él, somos hechos justos al confiar en

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