Sobre Milagros
Rubens197729 de Agosto de 2014
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¿Qué debo hacer para recibir sanidad u obtener un milagro?
Tomado del ministerio de Cash Luna…
Ésta es una pregunta que la gente se hace frecuentemente. En el libro de Hechos, se narra el milagro de un cojo de nacimiento, al cual llevaban a la entrada del templo que se llamado la Hermosa a pedir limosna. Un día cuando Pedro y Juan iban a entrar al templo, él fijó la mirada en ellos, obviamente esperando recibir algo. Pedro con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy”. Y tomándolo de la mano asió de él y le dijo: “En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. Le sanaron en el nombre de Jesucristo. (Hechos 3:1-8)
Más adelante, en la Palabra quedo escrita una de las cosas que hay que hacer para recibir milagros. En el versículo 12 dice: “Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿Por qué os maravilláis de esto? ¿Por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?”
Un milagro no se recibe por ningún poder humano, ni siquiera por su amor o piedad, aunque la Biblia dice que la fe obra por amor, pero el amor sólo como tal no produce un milagro, pero la fe sí. Es importante pues, tener fe para recibir un milagro sin dejar de tener amor para ministrarlo.
La clave para recibir un milagro está en el versículo 16, donde dice: “...la fe que es por Él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”. La sanidad que este recibió fue por la fe en el nombre de Jesús todo poderoso. Es Jesús el que murió para perdonar todos nuestros pecados, pero a la vez también quien sufrió todos nuestros dolores, quien llevó nuestras enfermedades y por su herida fuimos sanados. De tal manera que no es por nuestro amor, no es por nuestro poder, pero sí por la fe en el nombre de Jesús.
Crea en el nombre de Jesús. En el libro de Gálatas 3:5 dice: “Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿Lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” El problema por el que quizás no ha recibido un milagro es porque esta buscando que obra hacer para recibirlo, y lo que esta tratando de hacer es comprarlo, y los milagros Dios no los tiene a la venta; es la fe la que los produce.
Escuche con fe la Palabra de Dios, escuche con fe sus promesas, y usted va a recibir ese milagro que tanto a deseado y querido.
Regularmente, cuando empiezo a ministrar, he hecho una prueba con la gente, comienzo a dar testimonio de los milagros impresionantes de los que he sido testigo. Por ejemplo: el pecho de una mujer creció porque no tenía, el Señor hizo un milagro creativo y la reestructuró. Al hacer esto, empiezo a ver como la gente que está en el auditórium abre sus ojos y tiene fe; otros fruncen el ceño y demuestran su falta de fe, y la duda ante lo que estoy contando. Obviamente, hay gente que está oyendo con fe, y otros sin fe. Si eres una persona que le cree más a Dios que lo que lo estudia, seguramente eres un candidato para recibir un milagro.
Y la última cosa que quiero decirles al respecto, se encuentra en Marcos 11:24 que dice: “Por tanto, os digo que todo lo que pidieres orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. ¿Qué hacer entonces? Pedir a Dios ese milagro creyendo que lo recibirá, y entonces vendrá. Pida creyendo y lo recibirá
Tú eres mi hijo, pídeme
Pedir es un mandato divino. Dios es tu padre y quiere que le pidas para poder darte todo lo que tu corazón anhela.
Juan 14: 13-15 dice: Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Jesús nos enseña a pedir todo. Antes de hablar de la obediencia a los mandamientos, habla de pedir. Cumple sus mandatos y pide para recibir sus promesas. El gozo del Señor está en que recibas. Recuerda que eres tú quien necesita de Él. Acercarte a su presencia sin pedirle es como decir que no le necesitas. Cuídate de no cometer ese acto de arrogancia.
Pide todo lo que quieras
Juan 15:7-8 también nos habla: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
El Señor es glorificado cuando pides y recibes. Él quiere darte para que muestres a todos lo maravilloso de su providencia. Recuerda que por el pecado perdimos todo y fuimos destituidos de la gloria de Dios. Al aceptar a Cristo como Señor y Salvador nacemos de nuevo y recuperamos la vida eterna, pero no el esplendor y preeminencia. La herencia de gloria la recuperamos hasta que la pedimos de vuelta.
Contrario a lo que hemos aprendido, pedir no es de carnales o inmaduros. Pedir es de cristianos confiados en la generosidad de su Padre.
La vida es un constante pedir. Siempre esperamos algo como consecuencia de nuestras acciones. El trabajador pide recursos y aumento de sueldo por su esfuerzo. El patrono pide resultados por lo que paga. Siembras para cosechar. No me dirán los esposos que aman a su mujer sin esperar recibir nada de ella. En tu matrimonio amas y eres fiel porque esperas lo mismo de tu pareja. Los hijos deben amar y honrar a sus padres con obediencia y con presentes. Yo le digo a mis hijos que acepto sus regalos y también su buen comportamiento. Nunca te niegas a lo que te dan porque lo esperas como resultado de lo que das. Cuando me acerqué al Señor lo hice con el interés de que perdonara mis pecados y me diera la vida eterna. Prefiero ser un “interesado” en el cielo que un condenado al infierno incapaz de pedir por mi salvación.
Mencionar esto no es malo, por el contrario, es aceptar con humildad nuestra necesidad humana de recibir en la medida que damos. Debes ser honesto y humilde. Reconoce que necesitas de tu Padre y pídele con confianza porque Él quiere devolverte todo lo que has perdido por el pecado.
Es importante tener presente que los deseos del corazón deben estar libres de mezquindad porque no podemos pedir para pecar. No es problema que pidas porque tienes interés en algo, el problema es que tengas intereses ocultos. No te equivoques, mientras tengas esas nubes oscuras y falsas sobre ti no podrás pedir con corazón humilde y no recibirás la bendición que Dios quiere darte.
Mi embrión vieron tus ojos
En Salmo 139: 16-18 lemos: Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas. Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo.
Este pasaje de la Biblia es hermoso y está lleno de promesas. Primero nos habla de lo valiosos que somos para Dios que nos ve y bendice desde el vientre materno, cuando aún somos embriones. Así que definitivamente el aborto es un pecado porque la vida que Dios ha bendecido no se rechaza, sin importar cómo fue concebida. Si fuiste engendrado antes o fuera del matrimonio, si conoces o no a tu padre, eso no resta ninguna bendición de Dios, porque sus ojos se dignaron ver tu embrión. La Biblia dice si tu padre o tu madre te abandonaron, con todo el Señor te recogerá (Salmo 27:10). Las madres deben proclamar bendición para los frutos de su vientre. El mismo rey David fue menospreciado por su familia pero el Señor tenía grandes planes para él.
Confía en tu Padre, porque Él tiene grandes pensamientos y propósitos para ti.
Además, este salmo nos confirma que los buenos pensamientos de Dios se multiplican si los proclamamos. La forma de recibir revelación de lo valioso que soy para el Señor es confesarlo. Todos los días al levantarte confirma con tu boca que eres bendito de Dios, templo del Espíritu Santo y triunfador. El Señor no puede darnos todos los pensamientos que tiene de nosotros porque no podríamos retenerlos. Somos más bendecidos de lo que pensamos hoy. La única forma de recibir lo que nos pertenece es proclamarlo y pedirlo.
Hijos y herederos
Salmos 2: 7-8 dice: Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.
Este es un salmo mesiánico que habla de Jesús, pero también se aplica a todos nosotros que somos hijos de Dios. Nunca lo olvides, Él te bendijo desde que eras un embrión y eres Su hijo. Este es un asunto entre padres e hijos, no es un asunto religioso.
Luego que la Palabra deja claro esto, nos da la orden de pedir. No es una opción, es un mandato. Desde el día que fuimos engendrados el Señor nos manda que le pidamos.
La palabra naciones significa razas. El original hebreo dice “gentiles”. Es importante comprender que de hecho recibimos la salvación porque el Hijo obedeció al Padre y le pidió las naciones que le estaba ofreciendo. El plan original era salvar a los Hebreos pero Dios le ofreció a los gentiles y Jesús aceptó el ofrecimiento y pidió al Padre quien se los entregó.
Piensa que si nuestro Señor Jesucristo hubiera asumido una postura espiritual y se niega a pedirle las naciones al Padre, no seríamos salvos por Su sangre.
Bendito sea nuestro Señor que con humildad supo pedir y pudo salvarnos. Entonces cuando Satanás lo tentó en el desierto y le ofreció la gloria de las naciones, Él pudo negarse porque le estaba ofreciendo algo que ya le había pedido
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