Suscripción

Cuestión socio-cultural del Chile actual.

A partir de la situación expuesta por Manuel Antonio Garretón, se evidencia cómo se ha gestado un desarrollo cultural basado en avalar el neoliberalismo impuesto desde la Dictadura y cómo ha logrado una cierta permeabilidad en la sociedad chilena. En este sentido, dimensiona dos tipos de cultura, una que corresponde a la institucional, que constituye al Estado como principal sujeto cultural, y la otra correspondiente a la de sustrato, la cual hace referencia que el principal sujeto cultural es la sociedad civil.

En el periodo de la Dictadura (1973-1990) hubo una transformación del entendimiento cultural, desvinculándose de lo popular, para así remitirse a lo tradicional, dificultando la concientización de los grupos sociales. De este modo, se plantea la manipulación por parte del Estado en el ámbito cultural, en favor a intereses políticos por sobre los de la sociedad civil, implantando una hegemonía cultural que trascendió el régimen dictatorial y que actualmente, aún se puede apreciar.

Tras la dictadura y la implementación del neoliberalismo, se insertan en la sociedad chilena los pilares fundamentales de dicho modelo socioeconómico (consumismo, individualismo, mecanicismo, entre otros), los cuales fueron rápidamente interiorizados debido a la represión de ese periodo, que logró una mayor permeabilidad en los sujetos sociales. Desde aquel tiempo se ha mantenido el modelo neoliberal y todos los vicios que conlleva.

En el marco social, la irrupción de dichos conceptos correspondientes a la corriente política del neoliberalismo, fueron adaptados eficazmente, logrando así la construcción de una ‘nueva’ cultura forzada a favor del individualismo, lo que genera un desarrollo de la competencia, reflejado en cómo se dan las relaciones sociales desde distintos ámbitos, por ejemplo, en lo educacional y laboral.

En el ámbito laboral, un punto de anclaje relevante es la desigualdad, entendiéndose que “la desigualdad es uno de los componentes de este modelo socioeconómico neoliberal.” , lo cual se relaciona directamente con la distribución de ingresos llevada a cabo por la inversión extranjera dentro del país, lo que se vincula con la restricción a la negociación colectiva de los trabajadores, impuesto por el Plan Laboral de José Piñera, elaborado en 1979. Provocando así una desintegración social del sindicalismo, llevando a cabo una cultura mecanicista del trabajo en búsqueda de mayor utilidad para el empresario.

En este sentido, el rol del Estado, está inmerso en los cambios neoliberales, por lo cual su visión cambió, dejando de lado e incluso reprimiendo a los sindicatos, ya que ahora el diálogo no es Estado-sindicato, sino que ahora el Estado genera alianzas con el empresariado, por ser las nuevas elites políticas y económicas, ignorando, en materia de negociación, a los sindicatos.

De este modo, se puede concluir que con respecto a las dos dimensiones de la cultura, actualmente se precisa que la cultura de instituciones es la hegemonizante, por el manejo que practica el Estado en las relaciones sociales. Realizando la imposición de un modelo social individualista y de competencia, en favor del crecimiento económico del país. Afectando, paralelamente, a la colectividad de la sociedad civil y específicamente a los trabajadores, junto con la degradación de las relaciones laborales y la desregulación de estas.

A partir de este escenario coyuntural, surge como necesidad un cambio direccional en la cultura, para dar pie a una visión centrada en las interacciones sociales logrando así poder despojarse de los vicios del neoliberalismo y arraigarse a un colectivismo social, cuyo objetivo sería generar mejores condiciones en los diversos ámbitos relacionales.

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