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Educacion Superior Un Nuevo Paradigma


Enviado por   •  14 de Agosto de 2012  •  495 Palabras (2 Páginas)  •  691 Visitas

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El juego de las piedras.

Posted on agosto 7, 2011 | 12 comentarios

Un experto en gestión del tiempo que estaba dando una coferencia puso sobre la mesa de la sala un frasco de cristal y un montón de piedras del tamaño de un puño. “¿Cuántas piedras caben en el frasco?”, preguntó.

Mientras el público hacia sus conjeturas, fue introduciendo piedras en el frasco hasta llenarlo. Luego preguntó: “¿Está lleno?”. Todos asintieron. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla, puso parte de ella en el frasco y lo agitó. Las piedrecitas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El experto volvió a preguntar: “¿Está lleno?”. Esta vez, los asistentes dudaron.

“Tal vez no”, dijo uno, y, acto seguido, el conferenciante extrajo un saquito de arena y la metió dentro del frasco. “¿Y ahora?”, inquirió. “¡No!”, exclamó el público, y tomó un jarro de agua que empezó a verter dentro del recipiente. Éste aún no rebosaba.

Terminada la demostración, preguntó: “¿Qué acabo de demostrar?”. Uno de los asistentes respondió: “Que no importa lo llena que esté tu agenda; si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas”.

“¡No!”, repuso el experto, y concluyó: “Si no pones las piedras grandes al principio, luego ya no cabrán”.

Encuentra las piedras grandes en tu vida, en tu trabajo y programa en la agenda lo verdaderamente importante. Seguro que el resto hallará su lugar

Una noche, mientras paseaba por mi barrio, me encontré a un hombre que buscaba desesperadamente algo. Me sorprendió observar que, mientras se llevaba las manos a la cabeza y decía sin cesar, “¿dónde se habrán caído?”, daba vueltas y vueltas dentro un círculo muy reducido cuyo centro era una farola…

Me acerqué y le pregunté si le podía ayudar. Cuando me respondió me di cuenta de que, además, estaba algo bebido.

- ¿Puedo ayudarle?

- Sí, claro, por supuesto…

- ¿Qué ha perdido?- le pregunté mientras comenzaba a buscar sin saber qué buscaba.

- Las llaves de mi casa. ¡¡Las malditas llaves de mi casa!!- me contestó con un tono pastoso de voz y unos ojos brillantes y enrojecidos.

- No se preocupe- le dije para tranquilizarle-seguro que las encontramos.

Me puse a buscar, y mientras lo hacía le pregunté

- ¿Está seguro de que se le cayeron por aquí?

- Pues la verdad es que no – me contestó – pero aquí hay luz.

Lo

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