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Historia Del Software

Boobiesxdd19 de Febrero de 2014

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HISTORIA DEL PROYECTO GNU

Por Richard Stallman

La primera comunidad que comparte el software

Cuando comencé a trabajar en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT en 1971, me incorporé a una comunidad que compartía el software que ya tenía varios años de existencia. El acto de compartir software no estaba limitado a nuestra comunidad en particular; es tan antiguo como las computadoras, de la misma manera que compartir recetas es tan antiguo como cocinar. Pero nosotros lo hacíamos en mayor grado que la mayoría de los otros.

El Laboratorio de IA usaba un sistema operativo denominado ITS (Incompatible Timesharing System) [Sistema incompatible de tiempo compartido] que los hackers (1) del staff habían diseñado y escrito en lenguaje ensamblador para la PDP-10 de Digital, una de las más grandes computadoras de la época. Mi trabajo como miembro de esta comunidad, como hacker de sistema en el staff del laboratorio de IA, era mejorar este sistema.

No denominábamos «software libre» a nuestro software porque dicho término no existía; pero éso es lo que era. Cuando alguien de otra universidad o compañía deseaba portar y usar un programa, lo permitíamos con gusto. Si usted veía a alguien usando un programa interesante y poco conocido, siempre se podía pedir el código fuente para verlo, de manera que uno podía leerlo, cambiarlo, o canibalizar ciertas partes del mismo para hacer un nuevo programa.

(1) El uso de «hacker» para referirse al «quebrantador de la seguridad» es una confusión proveniente de los medios masivos. Nosotros los hackers nos negamos a reconocer dicho significado, y continuamos utilizando la palabra para indicar a «alguien apasionado por la programación y que disfruta al ser hábil e ingenioso».

El colapso de la comunidad

La situación cambió drásticamente durante la primera parte de los 1980s cuando Digital discontinuó la serie PDP-10. Su arquitectura, elegante y poderosa en los 60s, no se pudo extender naturalmente a los espacios de direccionamiento más grandes que se hicieron factibles en los 80s. Esto significó que prácticamente todos los programas que componían a ITS se volvieron obsoletos.

La comunidad de hackers del laboratorio de IA ya se había colapsado, cierto tiempo antes. En 1981, la compañía derivada Symbolics había contratado a casi todos los hackers del laboratorio de IA, y la despoblada comunidad ya no era capaz de mantenerse a sí misma. (El libro Hackers, de Steve Levy, describe estos eventos, y muestra un claro panorama de esta comunidad en sus comienzos.) Cuando el laboratorio de IA adquiere una nueva PDP-10 en 1982, sus administradores deciden utilizar el sistema no libre de tiempo compartido de Digital en lugar de ITS.

Las computadoras modernas de esa época, como la VAX o el 68020, tienen sus propios sistemas operativos, pero ninguno de ellos es software libre: usted debe firmar un «acuerdo de no revelar» (nondisclosure agreement) aún para obtener una copia ejecutable.

Esto quiere decir que el primer paso para poder utilizar una computadora era prometer que no ayudaría a su vecino. Se prohibía la existencia de una comunidad cooperativa. La regla hecha por los dueños de software propietario era: «si usted comparte con su vecino, usted es un pirata. Si desea algún cambio, ruéguenos para que lo hagamos nosotros».

La idea de que el sistema social del software propietario--el sistema que dice que usted no tiene permitido compartir o cambiar el software-- es antisocial, que no es ético, que está sencillamente equivocado, puede ser una sorpresa para algunos lectores. ¿Pero qué otra cosa podríamos decir sobre un sistema que se basa en dividir el público e impide socorrer a los usuarios? Los lectores que se sorprendan por esta idea es porque han tomado el sistema social del software propietario tal como se lo han dado, o porque lo han juzgado en función de los términos sugeridos por las empresas que hacen software propietario. Los publicadores de software han trabajado duro y parejo para convencer a las personas de que solamente hay una manera de ver este tema.

Cuando los publicadores de software habla de «hacer valer» sus «derechos» o de «detener la piratería», lo que *dice* es secundario. El mensaje real de estas declaraciones está en las presunciones no declaradas que ellos dan por sentado; se supone que el público debe aceptarlas de manera acrítica. Así que examinémoslas.

Una de las presunciones es que las compañías de software tienen un derecho natural incuestionable que las habilita para ser dueñas de un software, y por lo tanto a disponer de poder sobre todos los usuarios del mismo. (Si éste fuera un derecho natural, entonces sin importar cuánto daño le causare al público, no podríamos objetarlo.) De manera muy interesante, la Constitución de los Estados Unidos de América y la tradición legal rechazan esta visión; el copyright no es un derecho natural, sino un monopolio artificial impuesto por el gobierno que limita el natural derecho a copia de los usuarios.

Otra presunción no declarada es que la única cosa importante sobre del software es qué trabajo le permite realizar a usted--que a nosotros los usuarios de computadoras no nos debe importar qué clase de sociedad nos permiten tener.

Una tercera presunción es que no tendríamos software utilizable (o, que nunca tendríamos un programa para hacer tal o cual trabajo en particular) si no le ofrecemos a una compañía poder sobre los usuarios de dicho programa. Esta presunción puede haber sonado plausible, antes de que el movimiento por el software libre demostrara que podemos hacer abundante software útil sin ponerle cadenas.

Si nos resistimos a aceptar dichas presunciones, y juzgamos acerca de estos temas sobre la base moral que nos da el sentido común ordinario y ponemos al usuario en primer lugar, arribaremos a conclusiones muy distintas. Los usuarios de computadoras deben tener libertad para modificar los programas para ajustarlos a sus necesidades, y libertad para compartir el software, porque la base de la sociedad está en ayudar a las otras personas.

No se dispone aquí del espacio necesario para explayarnos en el razonamiento que hay detrás de esta conclusión, y por ese motivo pido al lector que vea la página web http://www.gnu.org/philosophy/why-free.es.html.

Una elección moral severa

Al desaparecer mi comunidad, se hizo imposible continuar como antes. En lugar de ello, me enfrenté a una elección moral severa.

La elección fácil era unirme al mundo del software propietario, firmar los acuerdos de no revelar, y prometer que no iría en ayuda de mi amigo hacker. Es muy probable que desarrollara software que se entregaría bajo acuerdos de no revelar y de esa manera incrementara también las presiones sobre otra gente para que traicionen a sus compañeros.

Podría haber hecho dinero de esta manera, y tal vez me hubiese divertido escribiendo código. Pero sabía que al final de mi carrera, al mirar atrás a los años construyendo paredes para dividir a la gente, sentiría que usé mi vida para empeorar el mundo.

Ya había estado del lado en que se reciben los acuerdos de no revelar, por experiencia propia, cuando alguien se negó a entregarme, a mí y al Laboratorio de IA del MIT, el código fuente del programa de control de nuestra impresora. (La ausencia de ciertas características en este programa hacía que el uso de la impresora fuera frustrante en extremo.) Así que no podía decirme a mí mismo que los acuerdos de no revelar son inocentes. Me enojó mucho cuando él se negó a compartir con nosotros; no podía ahora cambiarme de lugar y hacerle lo mismo a todos los demás.

Otra elección, fácil pero dolorosa, era abandonar el campo de la computación. De esta manera no se usarían mis habilidades para mal, pero aún así se desperdiciarían. Yo no sería culpable por dividir y restringir a los usuarios de computadoras, pero ello sucedería igual.

Así que busqué la manera en la cual un programador podría hacer algo para bien. Me pregunté: ¿habrá algún programa o programas que yo pueda escribir, de tal manera de otra vez hacer posible una comunidad?

La respuesta era clara: lo primero que se necesitaba era un sistema operativo. Este es el software crucial para empezar a usar una computadora. Con un sistema operativo usted puede hacer muchas cosas; sin uno, ni siquiera puede funcionar la computadora. Con un sistema operativo libre, podríamos tener de nuevo una comunidad de hackers cooperando--e invitar a cualquiera a unírsenos. Y cualquiera sería capaz de utilizar una computadora sin que de movida conspire a favor de la privación de sus amigas o amigos.

Como desarrollador de sistema operativo, tengo las habilidades apropiadas para esa tarea. Así que aún cuando no tenía garantías de éxito, me dí cuenta que había sido elegido para hacer ese trabajo. Decidí hacer que el sistema fuese compatible con Unix pues así sería portable, y los usuarios de Unix podrían cambiarse a él con facilidad. El nombre GNU se eligió siguiendo una tradición hacker, como acrónimo recursivo para «GNU's Not Unix».

Un sistema operativo es más que un núcleo, apenas suficiente para hacer funcionar otros programas. En los 1970s, todo sistema operativo digno de llamarse así incluía procesadores de órdenes, ensambladores, compiladores, intérpretes, depuradores, editores de texto, programas de correo, y muchos otros. ITS los tenía, Multics los tenía, VMS los tenía, Unix los tenía. El sistema operativo GNU también los incluiría.

Más adelante escuché estas palabras, atribuídas a Hillel (1):

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