No Tengo Pero Prometo Que Después Subo Algo
Donbolo24 de Mayo de 2012
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Peter Parker tiene sus problemas habituales personales. El problema mayúsculo es la presencia del Dr. Otto Octavius, quien transformado en el Doctor Octopus, es una amenaza de múltiples brazos (y múltiples problemas asociados) para la estabilidad de Peter.
Impresionante, electrizante, poderosa, magnífica; la segunda parte del héroe favorito de Marvel es más, mucho más de lo que el ojo más exigente pudiera pedir de una cinta de superhéroes.
Una vez presentados los personajes principales en la película inicial, Spider-Man 2 logra desarrollarse con mayor profundidad y soltura en la vida de cada uno de los protagonistas, tejiendo historias que zurcan el romance, la aventura, la ambición, el dolor, la venganza y la frustración.
Peter Parker, siguiendo de modo espléndido el lineamiento textual del comic, está rodeado de problemas existenciales; para sus compañeros del colegio es tan sólo un cerebrito con apariencia de perdedor, trabaja como fotógrafo mal pagado, carece de una chica a causa de su doble vida y para colmo está quebrado y su amada tía junto con él. Todas estas situaciones miserables engrandecen la película, pues identifican al héroe invencible con las problemáticas que todos hemos enfrentado alguna vez. Spider-Man no es ya el poderoso paladín, sino un joven con hormonas, sueños, tristezas y una teleraña de conflictos muy íntimos.
En el otro extremo, el Dr. Otto Octavius está a punto de lograr el descubrimiento científico del siglo: Control absoluto de la fusión como una fuente de energía económica para la humanidad; sin embargo y debido a una pequeña falla experimental, su cuerpo termina adherido a una de sus herramientas de trabajo, un arnés con brazos mecánicos que parecen tener vida propia y acaban por dominar su vida.
En palabras del mismo Dr. Pulpo, —Damas y Caballeros, abróchense los cinturones— dos mundos opuestos están a punto de colisionar y una película tremenda ha encontrado su lugar.
Tendré que escribir apabullantes, a falta de hallar una palabra mejor para describir los efectos especiales que se han puesto al servicio del arácnido personaje; y no se trata del uso desmedido e irracional de tecnología por el simple espectáculo, sino de colocar cada CGI, en el lugar y momento adecuados para producir, de la mano de un espectacular sonido, secuencias de acción como nunca se había visto en una producción de superhéroes. Me atrevo a decir, que Sam Raimi ha logrado la mejor película del género, incluso por arriba del maravilloso Superman de 1978 con Christopher Reeve.
Para aquellos que perdieron muchas tardes de su infancia, (al igual que un servidor), leyendo historietas de Marvel, esto será una delicia; para ustedes que recuerdan la portada del Spidey abandonando su disfraz en un basurero de callejón, la clásica motoneta que manejaba Pete cuando conoció a Mary Jane, el hijo astronauta del tacaño Jonah Jameson, el enigmático Dr. Connors e incluso la cancioncilla de la serie televisiva de los 70's, creánme, la cinta cumple y rebasa expectativas.
En los estelares, Tobey Maguire y Kirsten Dunst están de vuelta y la chispa que quedó pendiente en el capítulo anterior, es retomada con mayor intensidad con un final que muchos esperan pero pocos anticipan. Alfred Molina se acopla estupendamente a los brazos mecánicos y nos entrega un Dr. Pulpo inmejorable, genial, agresivo, ambicioso, brillante; intachable. Finalmente, James Franco, en el rol de Harry Osborn, entrega casi al término de la cinta, una secuencia fenomenal que será el deleite de muchos fans.
El espíritu del comic respira a través de cada una de las escenas de esta exuberante y colorida realización, sin escatimar gastos en ningún rubro, trasladando fielmente los cuadros del papel a la gran pantalla. El Pulpo trepa por los edificios con sus poderosas extremidades, arroja automóviles, abre bovedas de banco y pelea
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