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Reproducimos a continuación, la entrevista que el laureado escritor Mario Vargas Llosa sostuvo con Patricia del Río en el programa Letras en el tiempo, de RPP.

PdR. El premio Caballero Bonald es un premio que nos entusiasmó cuando lo escuchamos, primero porque se te otorgó un premio por un trabajo sobre Onetti, que siempre es un reconocimiento a un escritor magnífico; y segundo, porque es un premio por un ensayo, un género al que hemos olvidado un poco…

MVLL. Efectivamente, el ensayo es la cenicienta de los géneros literarios. Se escribe mucho, seguramente, pero se publica poco; los editores tienen mucha desconfianza, piensan que es un género que no interesa al gran público, ni al medio público, que va dirigido a públicos muy pequeños… y que haya algunos premios que estimulen este género, que ha dado algunas obras maestras en la historia de la literatura, me parece muy bueno.

Yo también me alegré mucho porque pienso que esta publicidad, que generalmente rodea a los premios, puede ayudar a la difusión de la obra de uno de los grandes escritores de nuestra lengua, uno de los mejores narradores modernos como es Juan Carlos Onetti… un escritor que no ha tenido todavía el reconocimiento que merece su enorme talento.

PdR. Un creador de cuentos magnífico, quizás uno de los mejores definidores de lo que es la soledad…

MVLL. Creo que es el primer novelista moderno, quizás no de América Latina sino de nuestra lengua. El primer libro de Onetti, “El pozo”, sale en el año 39, cuando todavía la literatura latinoamericana estaba en una etapa regionalista, costumbrista, donde el elemento pintoresco prevalecía, y con algunas excepciones; pero eso era todavía el mundo de la literatura narrativa, cuando él empieza a hacer una literatura muy moderna, gracias a su talento, pero también gracias a su información.

Él es uno de los primeros en leer a los grandes escritores modernos, a los que renovaría completamente la narrativa, como Joyce, Faulkner, Proust, Celine… añadido a su propia fantasía, a su propia invención. Desde fines de los años 30 escribe un tipo de novela muy moderna que transciende lo puramente regional, pintoresco, y plantea toda una problemática existencialista, como se llamaría a partir de los años 40 a toda una literatura preocupada por problemas que desbordan lo regional, lo local y aluden a la condición humana en general. Por eso es que se puede decir de Onetti que es uno de los primeros narradores modernos de nuestra lengua.

PdR. Hay generaciones de jóvenes que ni siquiera han leído un ensayo, cómo lo definirías, ¿cuál es el encanto del ensayo, por qué deberíamos promover su lectura?

MVLL. Hay ensayos y ensayos. Existe el ensayo académico, el trabajo universitario, que desde luego es importante. Hay trabajos de erudición que son fundamentales para leer a los clásicos, por ejemplo; pero al ensayo al que me refiero, es el ensayo no académico, el que utiliza la literatura como una materia prima para inventar, para fantasear, para hacer literatura, a partir, no de experiencias vividas sino de experiencia leídas, utilizando la obra o poética o narrativa de otros escritores para construir a partir de ella un mundo que a la vez que facilita la comprensión de la obra que le sirve de pretexto, es literatura en sí misma.

Creo que es el tipo de literatura que han hecho escritores tan notables -para no salir de la lengua española- como Ortega y Gasset, Alfonso Reyes, Borges, Octavio Paz… ese tipo de ensayo, que al mismo tiempo es una introducción a una obra o a un tema de tipo literario, es al mismo tiempo literatura creativa en sí misma por la excelencia de la de la prosa, por la originalidad de la visión, como es el caso de los escritores que he mencionado, y muchos otros.

Ese genero se cultiva poco o se publica poco porque los editores piensan que no tiene mucha difusión comercial, pero creo que es un género fundamental. Por ejemplo, yo intenté leer “El Quijote” cuando era estudiante de colegio y fracasé… por el tipo de vocabulario, de frase… que a un joven de nuestros días a veces lo desorienta. Me acuerdo que en el primer año de la universidad leí un ensayo maravilloso de Azorín, “La ruta de Don Quijote”, libro sobre Don Quijote, de un viaje que hizo él por todos los lugares relacionados con Cervantes y el Quijote y me impulsó prácticamente a leer “El Quijote” de nuevo, a intentar de nuevo la lectura, y esta vez, sí, con la ayuda del libro de Azorín, lo pude leer y empezar a disfrutarlo.

Esa es la ventaja del ensayo literario. Es una puerta que te permite entrar a la casa de la literatura clásica, más compleja, más difícil; y guiado por un escritor que ha gozado y que ha estudiado esa casa, te permite instalarte en ella, y realmente disfrutarla.

PdR. Ahora hay muchas cosas que no necesitan ser publicadas para ser difundidas, ¿la Internet puede ayudar a que no mueran estos géneros o a que surjan otros?

MVLL. Sí, puede ayudar. Creo que en nuestra época necesitamos mucha discriminación, jerarquización. En el campo de la literatura hay una oferta bibliográfica tan inmensa que es imposible que todos leamos todo; y al mismo tiempo esa proliferación nos confunde, es una selva. Alguien, algo, debía servir de mapa, cartografiar un poco todo ese caos y esa es la razón de ser de los ensayos literarios.

Los ensayos pueden ayudarnos a establecer jerarquías, a ver qué es lo adjetivo, qué es lo sustantivo, entre las cosas que se están publicando…. Esa es una función fundamentalmente de la crítica, de los críticos, y a través del ensayo nos prestan esa ayuda; sino corremos el riesgo de perdernos, de extraviarnos en esa selva, que es la oferta bibliográfica de nuestros días.

Vivimos en un mundo donde se publica de manera torrencial; pero es muy importante que venga junto con esa proliferación,

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