Superficial
aidaruifer9 de Octubre de 2012
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Síntesis de libro. ¿Qué está haciendo Internet Con Nuestras Mentes?
Posted by ferzurita on February 9, 2012
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Lleve, lleve, la memoria de teflón.
¿Te gusta leer?
-Sí, claro-
¿Cada cuánto lo haces?
-Trato de hacerlo lo más posible, pero leo más bien en las noches para dormir-
Esta pregunta no suena lejos de la realidad en una plática entre personas nacidas a finales de los 80 y principios de los 90. La realidad es que, hoy en día, nos cuesta mucho más trabajo concentrarnos en la lectura proveniente de un libro o texto.
¿Qué esta haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales, de Nicholas Carr, demuestra por que nuestro pensamiento se ha vuelto más disperso y demandante en la acumulación de información.
Cada vez es más frecuente conocer personas con diferentes actividades a lo largo del día, estudian, trabajan y además mantienen un perfil en el mundo virtual. Lejos de creer lo común, “Internet es la ventana al conocimiento y aprendizaje” los estudios de Carr, han revelado que el mantener una estrecha relación con la computadora, en específico con la red, limita nuestra memoria y proceso creativo.
Capítulo 1. Hal y Yo
“Cuando hago bricolaje en tiempo real durante varias horas, ‘siento’ cómo se enciende mi cerebro, ‘siento’ que se vuelve más inteligente” Está es la sensación que describe Carr, experimentamos un estado de bienestar cuando estamos en estado online, trata de pensar, ¿qué ha pasado cuando por distracción olvidamos nuestros celulares en casa?. Nos sentimos desprotegidos, incluso nos sentimos vulnerables informativamente. No estamos “online” no sabemos que ha pasado en el mundo, todo el día que estamos lejos de nuestro “smartphone” o “tablet” experimentamos una sensación de ansiedad y anhelamos el tenerlo en nuestras manos, sólo para revisar que es lo que nos hemos perdido, que es lo que ha sucedido en el mundo en nuestra breve ausencia.
Tenemos cuentas en Twitter, Facebook, Flickr, Instagram, Youtube. Utilizamos a un gigante de las búsquedas, Google. Revisamos nuestro correo en Yahoo, Hotmail, después de revisar todas nuestras notificaciones, miramos el reloj y nos damos cuenta que no han pasado más de 15 minutos y ya hicimos un montón de actividades, ya recibimos toneladas de información.
No siempre las hacemos en este orden. El orden y el tiempo estimado en cada actividad es diferente, muchas veces no es lineal y “jugamos” a saltarnos algunos pasos, hacemos lo que nos dicta la mente y el ocio en el momento. Por ejemplo, podemos estar conectados a Facebook más de 30 minutos y hasta perdemos la percepción del tiempo, el estar sentados en la computadora no sólo nos ha hecho más perezosos intelectualmente, también ha afectado nuestra condición física. Preferimos “ejercitarnos” para relajarnos 30 minutos en una red social, que emplear ese mismo tiempo en la lectura de un libro.
Queremos estar conectados, queremos procesar información de diferentes temas a altas velocidades.
Lejos de ser un avance en el pensamiento, el primer capítulo nos cuenta como el cerebro poco a poco se va desgastando, la imaginación poco a poco comienza a ser más concreta y paulatinamente va desapareciendo.
Cada vez nuestro pensar se ha vuelto más enredado, nuestra retención de memoria ha sido afectada, el leer en un libro ya no nos parece suficiente, lo encontramos aburrido y nada didáctico, eso en el mejor de los casos, por que en la realidad no podemos pasar de más de 3 páginas sin sentir la pesadez en los párpados y quizás, caer rendidos ante Morfeo.
Capítulo 2 Los caminos vitales.
“El avance tecnológico, las maquinas al rescate”.
Conforme nuestros gadgets se innovan y nos abren posibilidades visuales, el uso de un libro parece más arcaico y sin sentido. Hemos desarrollado una nueva forma de leer, tristemente existen datos que avalan esto, mientras que las aplicaciones en un Ipad, como iBooks o Kindle suben en número de descargas, las ventas de libros bajan. Las ventas en medios impresos están bajando considerablemente y amenazan con la quiebra a muchas editoriales.
Renueva o muere, es el lema de varias ediciones impresas, como la revista semanal “The New Yorker”. La edición para Ipad ha sido un éxito, en mi caso encuentro ya muy tedioso el leer la revista, preferí instalar la aplicación, donde a pesar que es la misma información que encuentro en el número, me da las posibilidades de ver un video al mismo tiempo que leo.
Hemos desarrollado todo un nuevo lenguaje de lectura.
Lamentablemente, en mi caso, debo de admitir que yo era una afanada de la lectura en mi adolescencia y era capaz de terminar un libro de seiscientas y tantas páginas en solo 3 días (hablo de mi caso con Harry Potter y el Cáliz de Fuego) y esto no me parecía nada fuera de lo común, en general, concentrándome, podía terminar de leer un libro en el promedio de una semana. Hoy en día, me resulta imposible mantener ese mismo ritmo de lectura y volviendo al caso de la revista “ The New Yorker”, me he dado cuenta que mi nivel de retención se ha visto afectado, puedo recordar más la temática del video que venía incluido que la información que leí.
El cerebro, lejos de ser la máquina con plantilla prediseñada que planteaba el racional Immanuel Kant ha desarrollado nuevos códigos de aprendizaje. El cerebro ya no se considera inalterable en su proceso de pensamiento, varias pruebas desde el nacimiento del psicoanálisis con Sigmund Freud han demostrado que nuestro cerebro “reacomoda” los circuitos neuronales adaptándose al uso que le demos, nada de estructuras formales, la mutación es posible. La evolución nos ha dotado de un cerebro que literalmente puede cambiar de forma de pensar una y otra vez. Esto recibe el nombre de plasticidad
Un ejemplo que nos dice el libro: “Si la persona aprende a leer en braile, la corteza visual se redistribuirá para procesar la información recibida a través del sentido de tacto”. A pesar que existen numerosos casos donde la plasticidad ha resultado benéfica y ofrece la excelente posibilidad del cambio al determinismo genético (“a lo previamente instalado”), resulta un arma de doble filo. Los malos hábitos también pueden quedar tan bien arraigados en nuestros circuitos neuronales como los buenos. Así como pequeñas cantidades de drogas pueden alterar definitivamente nuestra corteza cerebral, lo mismo pasa con los malos hábitos, el no tener hábito por la lectura puede ser algo más dañino de lo que en realidad creemos.
Capítulo 3. Las Herramientas de la Mente.
¿Qué sería de nosotros sin un reloj que nos ayudara a “organizar” correctamente el tiempo? Pensemos en nuestros antepasados y en su forma de percibir el tiempo. No contaban con avanzados relojes como los nuestros que tienen cronómetro, temporizador, alarma, ni una pantalla donde dividiera el tiempo en horas, minutos y segundos. No, su forma de organizarse dentro del tiempo se limitaba a día y noche, sol y luna, nada más.
¿Por qué entonces fue necesario la creación de relojes de arena, de sol o de agua? Simple, si queríamos llegar a un estado de mayor organización y donde nuestra vida en un día común fuera más sencilla, necesitábamos forzosamente un sistema que no permitiera en un primer grado palpar el tiempo. La sociedad comenzó a ejercer mayor presión en la precisión, si el reloj como máquina nos dio una enorme posibilidad de organización, pero también ató nuestro pensamiento a un sistema que en la actual sociedad moderna resulta imposible de romper.
Este capítulo también nos cuenta de cómo en los tiempos de Sócrates se consideraba a la escritura como una amenaza para el pensamiento intelectual, consideraba que era un paso a convertirnos en pensadores menos profundos al tenernos que atar a un sistema específico (lo mismo que el uso del reloj). En una cultura puramente oral, el pensamiento se rige por la capacidad de la memoria humana. El conocimiento es lo que se recuerda, por lo mismo se encuentra atado a lo que la memoria pueda retener. El uso de nuestros hermosos aparatos como el “Kindle” nos facilita la portabilidad para coleccionar y leer varios libros en el momento que queramos, pero también limita nuestra mente a continuar creciendo. Es obvio que grandes logros literarios no hubieran podido trascender si la cultura del lenguaje continuara siendo puramente oral, grandes ejemplos de la literatura de habla hispana como “El Quijote de la Mancha” no habría sobrevivido, la escritura nos ha facilitado el poder de la memoria. Lejos de estar de acuerdo con Sócrates y pensar que nos limita, me siento más de acuerdo con Mc Luhan en que “La capacidad de escribir es absolutamente inestimable y de hecho esencial para la realización completa del potencial humano, escribir eleva la conciencia.”
Capítulo 4. La página profundizada
Desde los orígenes del hombre este buscaba un medio por el cual comunicarse, sin tenerlo tan organizado, establecía forma de contar historias. Tal es el caso de las pinturas de Altamira, en España donde se han encontrado vestigios de nuestros primeros antepasados en sus intentos por contar algo. Siglos después fue inventada la escritura por los sumerios y empleaban el uso de tablillas para grabar sus textos. El primer documento escrito de la historia es en realidad una tablilla con cuentas que atañen al día común, quizás la lista del mercado de aquel entonces, de un sumerio que buscaba como hacer rendir más su dinero y usaba la escritura como medio. La escritura fue evolucionado y poco a poco dejo de ser un beneficio exclusivo
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