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Trabajo De Informatica

andreacarolina126 de Agosto de 2014

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Trabajo de informática

Tema: historia de los computares y

Evoluciones de los sistemas operativos

Programa: instrumentación quirúrgica

Semestre: II

Alumna: Andrea Carolina Movilla Páez

Universidad popular del Cesar

Profesor: Nehemías Sarabia

2014

Historia de las Computadoras

Introducción

Los hombres siempre han contado y calculado, pero el cálculo cobró mucha importancia cuando comenzó la compra y venta de mercancías. Aparte de los dedos de la mano, los primeros objetos que ayudaron a contar y calcular fueron piedrecillas de río, utilizadas para representar los números de 1 a 10. Hace unos cinco mil años, en Mesopotamia, se trazaban en el suelo unas rayas hondas en las que se depositaban las piedrecillas. Moviendo las piedrecillas de una raya a otra, se podían hacer cálculos. Mas adelante, en China y Japón, se utilizo el ábaco de la misma manera, con sus hileras de cuentas que representaban las centenas, las decenas y las unidades. Los posteriores adelantos no llegaron hasta mucho después, con el invento de ciertas ayudas para el calculo como los logaritmos, la regla de corredera y las calculadoras básicas mecánicas del siglo XVII.

Ya en las sociedades primitivas experimento el ser humano la necesidad de contar; a medida que se intensificó el comercio se requirieron sistemas más elaborados para contar y realizar operaciones aritméticas básicas. Pero durante muchos siglos se emplearon sistemas de numeración demasiado complejos de manejar y poco prácticos. Uno de esos sistemas fue el de numeración romana, en el cual se emplean varios símbolos alfabéticos para representar ciertas cantidades: I, V, X, L, C, D y M representan respectivamente las cantidades 1, 5, 10, 50, 100, 500 y 1 000.

Para escribir otras cantidades empleaban combinaciones de estos símbolos; por ejemplo, CLVI representa la cantidad 156. Entre otros inconvenientes de este sistema, se encuentra que el número de símbolos alfabéticos necesarios para representar una cantidad aumenta muy rápidamente al aumentar la cantidad. Este sistema de numeración dificultaba enormemente el desarrollo de las operaciones aritméticas.

Para realizar estas operaciones, fundamentalmente sumas y restas, los hombres usaron durante muchos siglos, aparte de sus dedos, un instrumento llamado ábaco. Se cree que el ábaco fue inventado en Babilonia hace unos 5 000 años.

Pero no fue posible un desarrollo importante de la aritmética y otras áreas de las matemáticas hasta que se ideo la numeración por posición, tal como la utilizada en la actualidad.

Este sistema, que supone la concepción y uso del numero cero, parece ser que fue ideado en la India. Los árabes lo redescubrieron durante la invasión de aquel país en el siglo IX, y cuatro siglos mas tarde lo introdujeron en Europa. Debe mencionarse que los mayas en Mesoamerica consiguieron por si mismos llegar también a concebir el cero y elaborar un sistema de numeración por posición.

Una vez que se disponía de un sistema de numeración adecuado, se habían sentado las bases para el desarrollo del calculo y la posibilidad del calculo automático mediante máquinas.

Generación Cero

El primer instrumento para contar, después de los dedos, fue un aparato que utilizaba un gran numero de cuentas. Alrededor del año 3000 a.C. estas cuentas fueron clasificadas en un mecanismo denominado “ábaco” que podía realizar operaciones aritméticas más eficazmente que las cuentas sueltas. Las cuentas iban ensartadas en unas varillas de madera o metal, verticales y paralelas, montadas en un armazón rectangular. Las varillas empezando de derecha a izquierda, representan las unidades, las decenas y las centenas. Los sumerios, los chinos los romanos y después los pueblos de la Europa medieval sabían efectuar rápidamente con estos instrumentos, además de las 4 operaciones aritméticas, la extracción de raíces cuadradas.

John Napier inventó en 1614 los logaritmos neperianos, llamados así en su honor . Mediante el uso de logaritmos consiguió simplificar el cálculo de multiplicaciones y divisiones reduciéndolo a un cálculo con sumas y restas. Elaboró unas tablas en donde a cada número le correspondía otro número que es su logaritmo neperiano; los logaritmos tienen una importante propiedad: el producto o el cociente de dos números se puede expresar como la suma o la diferencia respectivamente, de sus logaritmos. Cuando se quería sumar dos números, se buscaban en la tabla sus respectivos logaritmos, se sumaban, y luego se buscaba en la tabla el número cuyo logaritmo equivale al resultado de la suma. Análogamente se hacían las divisiones mediante restas. El propio Napier construyó, en 1617 unas tablillas con bastoncillos que permitían realizar multiplicaciones de números relativamente grandes.

La regla de cálculo, que nos es más familiar, fue inventada a principios del siglo XVII por el inglés Edmund Gunter. Está constituída por dos reglas, deslizable la una sobre la otra, dotada cada una de una graduación logarítmica. La regla ha sido indiscutiblemente el instrumento de cálculo “mecánico” más utilizado en el curso de los últimos siglos, hasta la aparición de las calculadoras electrónicas de bolsillo. Permitía efectuar las cuatro operaciones aritméticas, elevar a la potencia, la extracción de raíces y ciertos cálculos más complejos.

El nacimiento de las primeras máquinas de calcular, dotadas de mecanismos complejos con engranajes y otros tipos de uniones, se remonta al siglo XVII. La primera fue construída en 1623 por el alemán Wilhelm Schickard; era capaz de efectuar las cuatro operaciones aritméticas. Desgraciadamente, el prototipo de esta máquina desapareció en la guerra de los Treinta años.

Por ello se considera generalmente que la “primera máquina de calcular” fue inventada por el científico y filósofo francés Blaise Pascal, en 1642. Se trataba de una “sumadora mecánica”

que efectuaba automáticamente sumas gracias a los movimientos de las ruedas dentadas de las que estaba constituída.

En 1671, el filósofo y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz inventó una máquina capaz de multiplicar y dividir. Para ello utilizó la famosa “rueda de Leibniz”, un mecanismo concebido para efectuar las multiplicaciones en forma de adiciones repetidas, principio que fue continuado más tarde por los sistemas modernos.

Los primeros modelos de máquina de calcular no tuvieron ninguna difusión: si bien eran geniales, no despertaron en su época más que curiosidad. Fue necesario esperar a la segunda mitad del siglo XIX para que las calculadoras mecánicas se perfeccionaran y encontraran un comienzo de explotación industrial. En esta época y en el curso de los cuarenta primeros años del siglo XX, fueron inventadas y producidas en serie máquinas capaces de efectuar las cuatro operaciones y otros cálculos más elaborados. Estaban constituídas de teclas, de manivelas y de discos, y muchas eran capaces de imprimir los cálculos efectuados y los resultados obtenidos.

Los modelos más perfeccionados eran verdaderas joyas de mecánica de precisión, como el “original Odhner” (1875), cuyos dispositivos de multiplicación están perfeccionados,o el “Comptometer” de Felt (1885), equipado de una palanca de inscripción. Cabe citar también el sistema de división creado por Léon Bollée en 1889, ya que su mecanismo era particularmente ingenioso. No obstante estas máquinas presentaban ciertas limitaciones, prácticamente insalvables para hacerlas funcionar, era necesario que el operador interviniera manualmente en todas las fases del cálculo. De ahí que la ejecución era muy lenta y, sobre todo, no era posible programar las operaciones, característica esencial de las computadoras modernas aun de las más sencillas.

El Lenguaje Binario

En 1801, Joseph Jacquard construyó un telar para tejer brocados. Esta máquina se controlaba utilizando una tarjeta en la que se perforaban unos orificios que correspondían al modelo de la artista. Los ganchos que asían la fibra de seda solamente podían pasar hasta estos orificios y el modelo era automáticamente tejido en la fábrica. El trabajo de la máquina era determinar la presencia o ausencia de un agujero en un lugar determinado del cartón, utilizándose así las operaciones de carácter binario. Las tarjetas perforadas fueron igualmente utilizadas en los pianos mecánicos inventados en América hacia 1880, y adaptadas a los órganos de “Barbarie”.

Ya en la segunda mitad del siglo XIX una serie de inventores estadounidenses fueron mejorando la tecnología de las máquinas de calcular: George Barnard Grant, Frank Baldwin, Dorr Felt, y William Burroughs...entre estas máquinas mencionaremos el “Comptometer” de Felt, que se accionaba mediante la pulsación de unas teclas; y la “máquina de sumar e imprimir” de Burroughs, que permitía imprimir sobre una banda de papel los datos y los resultados.

El éxito alcanzado por estas máquinas impulsó el desarrollo durante el siglo XX de nuevos modelos de máquinas de calcular mecánicas que jugaron un importante papel hasta la reciente aparición de las máquinas electrónicas.

Las máquinas de calcular mencionadas hasta aquí no se pueden considerar dentro del concepto que se tiene actualmente de ordenador. Disponían de algún método para introducir números, realizar operaciones aritméticas y obtener resultados, lo cual equivale a las unidades de entrada, proceso y salida de un ordenador; pero

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