ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

AMOR INCONDICIONAL: AMOR DE MADRE

LuisAlvarado__Ensayo21 de Marzo de 2017

801 Palabras (4 Páginas)130 Visitas

Página 1 de 4

AMOR INCONDICIONAL: AMOR DE MADRE

Desde que todas las personas tenemos conciencia sabemos que tenemos a la mejor mama del mundo. Cada una de nuestras madres es especial, nosotras siempre estaremos ahí para ustedes, los cuidaremos, los protegeremos, los aconsejaremos y es cierto. El amor de madre es más que importante también para el desarrollo como persona. Crea lazos afectivos y te vuelve un ser más humano, más vulnerable y más comprensivo, ese amor te llena el pecho de un calor extraño pero tan bonito que no lo puedes comparar con ningún otro sentir.

Nosotras no fuimos preparadas para ser mamás y al momento de que sabemos que un nuevo ser entrara a nuestras vidas, no podemos explicar lo que sentimos. Es como un sentimiento de sorpresa, alegría, emoción, cuestionamiento; todo eso en el mismo momento y no sabemos cómo reaccionar: algunas mamas lloramos, otras reímos, llamamos a nuestras madres o nuestros esposos, bailamos, en fin cada una tiene la manera de celebrar.

Nos preguntamos ¿y ahora qué hago? ¿Estaré lista? ¿Cómo va a ser? ¿Será niño o niña? Llenamos de preguntas nuestra cabeza y al final de cuentas no encontramos respuesta. Nos preocupamos de casi todo lo que nos vallamos a echar a la boca: que si el picante, el café, ¿puedo comer mucho de esto? ¿Cuánto es la cantidad necesaria? ¿Qué debo comer más?; nos preocupamos del bebe: ¿Cuándo comenzara a moverse? ¿Se formaran todos sus órganos? ¿Cuándo comenzara a escucharme? Bueno, nos preocupamos hasta de lo que no tiene por qué.

Los meses se acercan y nosotras con más miedo, las pesadillas se vuelven más recurrentes y ese pequeño amor de hace un tiempo va creciendo hasta que le tomamos un cierto cariño a nuestro estomago la cual cada que nos vemos en el espejo parece más una luna llena. Las pataditas se van haciendo escasas y poco a poco vamos extrañando esos pequeños detalles que nos hacen sentir la mama más afortunada del mundo. Sabemos que el día esperado se va acercando, no explico cómo, pero lo sabemos.

Todo pasa tan deprisa que cuando venimos a ver ya tenemos a esa personita en brazos. Se siente como si todo el amor del mundo se te juntara de golpe al ver esos ojos tan pequeños, esas manos indefensas, esa carita de ángel y vuelves con los cuestionamientos. Pero el tener a un hijo en brazos es algo inexplicable, sientes que no lo puedes dejar nunca, que tú tienes que estar ahí siempre para tu bebe, no porque sea tu deber si no porque quieres estar con él y así va a ser siempre.

El tiempo pasa volando y cuando te vienes a dar cuenta tu hijo ya es un adolecente y para una madre esa es la etapa más difícil de todas: de los 12 a los 20 años. 8 años de sufrimiento donde constantemente estas escuchando “no te metas en mi vida”. En esa etapa los hijos olvidan totalmente el amor que nosotras las mamas les tenemos. Ya no nos besan ni nos abrazan como antes. Ese es el tiempo de volar, es muy difícil ver a los hijos partir pues una parte de nuestra alma se va con ellos, nos queda un vacío en el pecho y aun desde lejos los seguimos apoyando, dándoles consejos aunque tengan 40 años con una vida ya formada y se olviden de nosotras, las mamas no nos olvidamos de ellos.

Así es el amor de madre tan perfecto, limpio, altruista, espontáneo, durable, parejo, omnipresente, múltiple, el amor de una madre hacia un hijo no es como los otros llenos de mentiras, promesas incumplidas, no hay infidelidad o juegos de conquista. El amor de una madre acaricia, besa, protege, consuela. Ese amor es eterno, nunca se apaga, es tan importante para el desarrollo que si una madre falta alguien tiene que “sustituirla”. La madre puede ser sustituida pero el amor de tu madre no lo es. Así refleja su pensamiento Albert Cohen en su obra El Libro De Mi Madre: “Os saludo, madres llenas de gracia, santas centinelas, valor y bondad, calor y mirada de amor, vosotras cuyos ojos adivinan, vosotras que sabéis de inmediato si los malos nos han mortificado, vosotras, únicos humanos en quien podemos confiar y que nunca, nunca nos traicionaréis, os saludo, madres que pensáis en nosotros sin cesar y acariciáis nuestra frente con vuestras manos ajadas, madres que nos esperáis, madres que estáis siempre en la ventana para vernos marchar, madres para quienes somos incomparables y únicos, madres que no os cansáis nunca de servirnos y de taparnos y de arroparnos en la cama aunque tengamos cuarenta años, que no nos queréis menos porque seamos feos, fracasados, envilecidos, débiles o cobardes, madres que a veces me hacéis creer en Dios"(Cohen Albert, 1954)1

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (5 Kb) pdf (61 Kb) docx (11 Kb)
Leer 3 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com