Administracion agropecuaria
majoroche299914 de Octubre de 2013
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En el curso de los años recientes, se han hecho efectivos numerosos cambios por parte de los
gobiernos miembros del CLAD, no sólo en términos de las prácticas administrativas sino también en el
marco más amplio en el cual se desempeña la tarea de gobierno. La posición descrita en un documento
del CLAD en 1998 como “Una Nueva Gestión Pública para América Latina”, hace énfasis en los
resultados de las acciones gubernamentales y en el control que es ejercido sobre ellas, más que en el
control procedimental de los sistemas de actividad organizacional y de las tareas cotidianas que los
sustentan.
De hecho, han comenzado a ser transferidas aquellas funciones que pueden ser efectivamente
asumidas por los gobiernos subnacionales, y se han privatizado, ya sea directamente, ya sea a través de
la utilización de contratos con concesionarios, actividades en las cuales el Estado ha sido un productor
de bienes y servicios que pueden ser asumidas con seguridad y con beneficios por parte de iniciativas
empresariales de distinto tipo. En ambos casos, esto ha conducido a la creación de nuevos mecanismos
regulatorios, tanto para garantizar la coherencia de las orientaciones de las políticas públicas, como
para que, en casos en que los servicios privatizados se encuentren en condiciones de competencia
reducida -tales como las antiguas empresas públicas, materias primas esenciales y otros insumos
industriales-, ellos sean suministrados de acuerdo con las expectativas del público.
En otras áreas del suministro de servicios, incluyendo las de las agencias especializadas en las
cuales las actividades son vistas como clave en relación con la implementación de las políticas, o donde
no existen condiciones o voluntad política para la descentralización o la privatización, se ha visto
favorecida la realización de contratos de gestión que ofrecen mayor autonomía de operación a cambio
del respeto de estándares de servicio y de las metas estipuladas.
En algunos casos, estas unidades administrativas semiautónomas han sido transformadas en otros
tipos de organizaciones públicas no estatales. En campos tales como el social y el científico, donde
existen vigorosas organizaciones no gubernamentales y fundaciones sin fines de lucro independientes,
los argumentos han favorecido el desarrollo de arreglos de contratación externa.
En lo que concierne a aquellos aspectos de la actividad del Estado que son considerados como
esenciales para el mantenimiento de su identidad y sin los cuales no existiría una instancia nacional de
gobierno democrático y de soberanía nacional, se han planteado discusiones en torno a la necesidad de
un mayor profesionalismo en el seno del staff central de los funcionarios públicos y de desarrollo de
mecanismos gerenciales y prácticas basadas en el desempeño y orientadas hacia los resultados, con
respecto a las unidades operativas. Sin alterar los patrones de propiedad pública, conceptos tales como
la competencia administrada entre agencias públicas promueven posibilidades de generar nuevos
niveles en el desempeño del servicio.
Tal es la variedad potencial de los diferentes cambios y mejoras que están siendo intentados, que
no dejan lugar a dudas en cuanto a que no puede existir un único modelo de “anteproyecto” o de
“mejor práctica” que permita identificar instantáneamente la nueva gerencia pública. Asimismo, no
existe una escala imaginable en función de la cual los gobiernos puedan medir la transición entre
modelos. Las muy diferentes historias en lo cultural, lo institucional y lo político en la región
latinoamericana y del Caribe, las muy diferentes formas en las cuales puede
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