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Amir


Enviado por   •  12 de Marzo de 2013  •  Tesis  •  12.662 Palabras (51 Páginas)  •  300 Visitas

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Capítulo 10

Cassie se agarró con fuerza a Amir mientras él gemía y temblaba debajo de ella. Su inexperto cuerpo comenzó a responder con pequeñas sacudidas de placer. Fascinada, observó cómo perdía por completo el control, como si lo dominara una extraña fuerza de la naturaleza.

Superada la conmoción inicial, había ido sintiendo más y más excitación con cada movimiento. Cuando Amir empezó a acariciarle los pechos, había vuelto a sentir que se derretía por dentro y su cuerpo se había relajado poco a poco, permitiendo que él se deslizara dentro hasta llenarla por completo. Esa deliciosa sensación había ido disminuyendo hasta casi desaparecer. Amir seguía inmóvil, excepto por su torso, que subía y bajaba tratando de calmar su respiración.

Intentó apartarse, pero Amir gimió y apretó sus caderas.

–No, todavía no –jadeó él.

Pasaron los segundos y Cassie comenzó a sentir tensión en los muslos y algo de frío. Se sentía además muy expuesta y vulnerable. Estaba desnuda encima de Amir que, con los ojos cerrados, parecía perdido en otro mundo. Un mundo al que ella no había sido invitada.

Con un movimiento brusco, Amir se apartó de ella. Ni siquiera la miró. Simplemente, se dio la vuelta, se levantó y fue al baño.

Se sentía engañada. Después del intenso placer que acababan de compartir, había esperado algo más. Se tapó con la colcha y se deslizó a su lado de la cama.

Lamentaba haber creído que Amir era diferente. Acababa de ver que anteponía su propio placer al de ella y que no parecía haberle preocupado que ella no disfrutara tanto como él.

Lo que más le dolía era que ni siquiera la hubiera mirado. Había evitado hacerlo mientras se levantaba y se iba. Era casi como si se avergonzara de ella.

Y pensó que quizás fuera así como se sentía después de tomar lo que quería.

Era como si el pasado volviera a atraparla en su oscuridad. Se sintió avergonzada y muy enfadada. Y también culpable. Eran emociones que había arrastrado toda su vida.

Pero sabía que no era como su madre y que Amir no tenía derecho a hacer que se sintiera sucia.

Se aferró a una almohada y apretó los dientes.

Creía que al menos había sacado algo bueno de esa experiencia. Se sentía decepcionada, pero había logrado superar el terror que le había impedido tener relaciones sexuales hasta esa noche. Había aprendido que el sexo podía ser electrizante, emocionante y maravilloso.

También había sacado en claro que debía elegir a un hombre que no le diera la espalda después de conseguir lo que quería de ella. No merecía nada menos.

–¿Cassie?

Sintió su aliento en la nuca y se estremeció. Se quedó muy quieta al sentir que la abrazaba por la cintura y la atraía contra su sólido cuerpo.

Había conseguido despertar su deseo en unos pocos segundos. No le parecía justo. Seguía enfadada y decepcionada, pero su cuerpo le traicionaba. Trató de apartarse, pero él la sujetaba con fuerza.

–Lo siento, Cassie –le susurró Amir–. No pude evitarlo, perdí el control.

Supuso que era una excusa que usaban con frecuencia los hombres para explicar su egoísmo.

–Estás enfadada.

–No.

Se encogió de hombros. Pensó que quizás no tuviera razones para estar tan enfadada. Después de todo, había sido su primera experiencia sexual y temía haber dejado que el pasado enturbiara su juicio.

–No me gustó que te apartaras de mí de esa manera, sin mirarme siquiera.

Amir tiró de su hombro hasta conseguir que se tumbara boca arriba y lo mirara. Acarició con delicadeza su clavícula, subió hasta su garganta y después hasta la mandíbula. No pudo evitar quedarse sin aliento al sentir esas caricias.

–Lo siento, Cassie. Hacía mucho que no perdía el control de esa manera.

Le pareció que se había ruborizado, no entendía nada.

–¿Estabas avergonzado? ¿Por eso no querías mirarme a la cara? –le preguntó ella.

–Solo los jóvenes inexpertos y los amantes egoístas toman sin dar nada a cambio. Es necesario no perder por completo el control –le dijo Amir con seriedad.

No podía creerlo. Parecía pertenecer a un mundo completamente distinto al suyo. Estaba atónita.

–Veo que tienes un verdadero problema con la pérdida de control.

Amir sonrió y su mano se deslizó lentamente hasta uno de sus pechos.

–Ya somos dos, Cassie. Nunca he conocido a una mujer tan independiente como tú.

Se quedó sin aliento al sentir que rozaba el pezón con su pulgar y sintió que despertaba de nuevo el deseo en su interior. Quería saborear sus palabras, pero no podía pensar en nada.

–Pero...

–¿Sí, Cassandra?

Fue bajando por su anatomía muy lentamente y abrió la boca para protestar cuando sintió que acariciaba el vello de su pubis.

–¿Ibas a decir algo? –insistió Amir.

La miraba con picardía, sabía perfectamente el efecto que estaban provocando sus caricias.

Las sensaciones se acumulaban en su interior, fusionándose en una intensa descarga de placer cuando él la tocó en el centro de su deseo.

Amir la observaba con atención, como si pudiera medir lo que sentía con solo mirarla.

Fue ella entonces la que se sintió avergonzada. Desesperada, agarró su cabeza y tiró de ella. Lo besó apasionadamente mientras él seguía acariciándola.

Sintió entonces una sacudida de placer por todo el cuerpo. Solo era consciente del sabor de su boca y de lo que sus caricias le hacían sentir. Sintió un estallido de brillantes chispas y explosiones de fuego, algo que no había experimentado nunca.

Le temblaban las manos con las que sostenía la cara de Amir. Necesitaba aire y recuperar el aliento, pero quería seguir besándolo y no despegarse de él hasta que regresara a la realidad después de

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