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Amlo Un Orfeo En El Cielo


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2013  •  2.184 Palabras (9 Páginas)  •  294 Visitas

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AMLO: Un Orfeo en el infierno

El arribo de AMLO al escenario despertó la ovación de la gente sencilla del pueblo que ya abarrotaba el lugar y que no dejaba de concurrir por todos los flancos: Desde Balderas, desde los jardines más distantes de la Alameda, desde el Eje, desde las calles que entroncan a la avenida Juárez.

Vine a esta hermosa ciudad, Distrito Federal, solamente para acudir al mitin de AMO. Hice esto porque creo que es lo más que puedo hacer por el momento en esto de apoyar a AMLO en su positiva voluntad por atajar la prosecución de la gran subasta del país por parte del PRI, el PAN y las élites.

Arribé a la ciudad el viernes por la mañana para aprovechar y atender unos asuntos personales con unos amigos de esta ciudad. Para el sábado por la tarde me invadía la confusión porque fluían datos públicos contradictorios en torno al lugar en que tendría efecto el mitin. Ninguno de mis amigos pudo orientarme; primaba ahí la misma confusión. Pedí luego ayuda a los amigos de Twitter para tratar de afinar el dato y no fallar; la recibí, pero era igual de confusa. Supuse, por ello, que todos guardaban semejante estado de confusión. Así que me fui a la cama pensando que lo mejor sería acudir al centro histórico del DF y atenerme a descubrir por propia cuenta el lugar definitivo del mitin, estando ahí mismo. Y así lo hice al día siguiente.

El domingo por la mañana me puse en pie muy temprano y muy entusiasmado recordando que ya habían pasado poco más de seis años de no escuchar y ver a AMLO en vivo, de no presenciarlo en su intensa y muy vivaz interacción con la gente ordinaria de este país. Mientras me alistaba y preparaba mi cámara, me vinieron a la memoria aquellos vislumbres de recuerdos de los días de las grandes concentraciones humanas posteriores al gran fraude electoral y golpe de Estado del 2006, hasta llegar a los días del desafuero y mucho más allá: a mi época confusa en que consideraba a AMLO como uno más de los políticos, un charlatán más. Bajé al comedor del hotel tejiendo aquellos gratos recuerdos, y al poco rato ya estaba montado en el metro con dirección al Zócalo.

En el viaje por los entresijos penumbrosos de la gran capital advertí que el vagón estaba colmado de una mayoría de simpatizantes de AMLO. Eso me alivió la pena de la pesquisa porque, a partir de entonces, sabía que solo tenía que comportarme como colero y seguir a esa muchedumbre para arribar al destino final del mitin. Y fue así que arribé al lugar definitivo: Estación Bellas Artes.

Eran las 8 de la mañana cuando arribé al lugar, que ya estaba abarrotado por lo menos en dos o tres cuadras del auditorio contadas a partir del templete que se adornaba con una manta monumental que mostraba el siguiente epígrafe: "No al robo de todos los tiempos". Me pareció una expresión excelentemente bien elegida porque creo que representa un punto de adhesión de todos los inconformes en un sentimiento común que les da espíritu de cuerpo.

Me desplacé como pude hasta muy al frente del auditorio abierto hasta alcanzar casi el filo del templete. Mi intención era acercarme lo más posible al escenario donde estaría AMLO para tomarle una buena cantidad de fotos y ver su desempeño en la oratoria con la mayor claridad. Al final, y pese a mi mejor esfuerzo, quedé estacionado entre una buena cantidad de gente venida desde la bella Oaxaca, a unos 30 metros del templete.

Me sorprendió ver que, al poco tiempo, Jorge Zárate, uno de los actores de la extraordinaria joya del cine mexicano El Infierno, estuviera ahí, sobre el templete, acompañado de una bella y muy vivaz mujer a la cual no conozco, animando ambos a la gente con retazos de comentarios en torno al asunto del mitin: La subasta de la industria petrolera de los mexicanos. Pero mayor fue mi sorpresa poco tiempo después cuando vi arribar al templete al extraordinario actor Damián Alcázar, protagonista de esa película, El Infierno; un filme que, en mi opinión, es el pináculo más elaborado de la crítica inteligente y mordaz de la realidad política de nuestro tiempo.

Para entonces el lugar ya estaba abarrotado hasta las banderas. Mi percepción era que, en aquel lugar, había una multitud insospechada en su cantidad. La maestra de ceremonias anunciaba que la gente ya ocupaba el espacio público hasta el Eje, pero confieso que eso no me daba un dato objetivo para calibrar mi estimación porque yo no conozco a esta ciudad bien a bien, lo cual me imposibilita para calcular las distancias reales que median entre un punto y otro. Mas mi percepción era la misma:Éramos muchos puestos ahí por el mismo impulso de la voluntad y la fe, el sentimiento y su nicho cálido: El Corazón.

A esas alturas el ambiente ya era animado por una serie de grupos musicales. AMLO arribó precisamente en el momento en que ya se disponía a tocar una banda de música de chiquillos de Oaxaca que, a mi parecer, y según es mi sentido del buen gusto, fue la mejor.

El arribo de AMLO al escenario despertó la ovación de la gente sencilla del pueblo que ya abarrotaba el lugar y que no dejaba de concurrir por todos los flancos: Desde Balderas, desde los jardines más distantes de la Alameda, desde el Eje, desde las calles que entroncan a la avenida Juárez. Y confieso que aquella ovación atronadora me estremeció hasta los huesos con el rayo de una viva emoción porque, de nueva cuenta, tenía constancia palmaria que los incrédulo de este país, que los inconformes, que los expoliados, tenían una fe en determinados ideales que les daban adhesión como cuerpo vivo, y que se encarnan transitoriamente en el logos o pensamiento de una persona muy especial: AMLO.

- He aquí al pueblo mortificado por los dueños del infierno - PRI, PAN y élites -, y al Orfeo que viene a hablar por los deseos de ese pueblo por retornar a la superficie, al mundo - me dije en ese instante muy pasmado gratamente -.

Por un golpe de buena fortuna, y gracias a la colaboración de los amigos de Oaxaca, pude moverme del lugar que ocupaba para recorrer un poco el escenario por su periferia. Eso me permitió realizar una suerte de muestreo a mano alzada del estado de ánimo aparente entre la gente. Puedo decir, así, de momento, que ahí primaba lo siguiente: Voluntad; efervescencia; decepción e irritación; mucha adhesión al líder; y sobre

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