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Analisis Del Cumplimiento De La Funcion De Comisario


Enviado por   •  8 de Mayo de 2013  •  2.997 Palabras (12 Páginas)  •  338 Visitas

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Considerada como la profesión más universalizada del planeta, en la actualidad la Contaduría se encuentra en una etapa de evolución constante ante el reto que supone la globalización de las economías, pues tal como ha ocurrido a lo largo de la historia del hombre, se han presentado hechos que han fijado precedentes, cambiando el modo de ver el mundo. Así, los griegos generaron un cúmulo de conocimientos de filosofía y ética que se perdieron en el albor de los tiempos. Asimismo, el Imperio Romano marcó la pauta en el desarrollo del derecho, y sentó las bases de lo que en la actualidad se conoce como ciencias jurídicas. Ya a partir de la Edad Media, se generaron reformas y contrarreformas que lograron cambiar la visión de las ciencias puras y desligarlas del pensamiento religioso, y ya a finales del siglo XIX, la revolución industrial generó el pase de una economía doméstica signada por el trabajo de los artesanos a un trabajo industrializado con producción en masa.

Con el avance de los tiempos, y desde el simple registro comercial de los fenicios y cartagineses, los registros comerciales han evolucionado aceleradamente hasta lo que hoy se percibe como la ciencia contable.

Producto de dejar de ver a la contabilidad como un arte, y catalogarlo como una ciencia, ha generado infinidad de cambios dentro de esta disciplina, logrando que la misma tenga un carácter de cientificidad y metodicidad, que le permite unificar criterios y estandarizar procesos. Esta tendencia ha adquirido cada vez más significación a partir del proceso globalizador que se ha gestado desde la última mitad del siglo XX. La Globalización, concepto que pretende describir la realidad inmediata como una sociedad planetaria, más allá de fronteras, barreras arancelarias, diferencias étnicas, credos religiosos, ideologías políticas y condiciones socio-económicas o culturales. Surge como consecuencia de la internacionalización cada vez más acentuada de los procesos económicos, los conflictos sociales y los fenómenos político-culturales.

En sus inicios, el concepto de globalización se ha venido utilizando para describir los cambios en las economías nacionales, cada vez más integradas en sistemas sociales abiertos e interdependientes, sujetos a los efectos de la libertad de los mercados, las fluctuaciones monetarias y los movimientos especulativos de capital. Los ámbitos de la realidad en los que mejor se refleja la globalización son la economía, la innovación tecnológica y el ocio y, adicionalmente, el manejo de prácticas que lamentablemente son contrarias al orden establecido, y que se constituyen en una marcada afectación a la actuación moral y ética del profesional de la Contaduría Pública.

Así, la problemática de la educación ética y de la convivencia ciudadana transcurren en un ámbito de tensiones dialécticas entre miradas escépticas y arrebatadas posiciones de quienes van en pos del desdibujamiento de los límites que proclama la posmodernidad, en un juego e intercambio mercantilizado donde todo es recurso.

Desde la focalización en el "derecho inalienable" de "acceder y permanecer en el goce de los servicios educativos" previsto en la Declaración universal de Derechos Humanos, el texto logra su dinamismo comunicativo abriendo nuevos subtópicos que se orientan básicamente hacia la "participación".

Así van surgiendo en la escena discursiva nuevos enunciados que caracterizan a la escuela por: "la función asistencial y sin discriminación", por la instauración de un "régimen de convivencia" como así también por la promoción de un "espacio democrático y pluralista". Desde esta perspectiva, la institución educativa se va conformando en el espacio textual con una función amplia y a la vez específica de "atender a todos sus destinatarios sin discriminación". También, en relación directa con este "derecho. Con matiz de obligatoriedad, se expresa que la escuela "debe procurar las mejores condiciones" para la convivencia e instaura un "régimen de convivencia".

La Ley de Educación (2009) vehiculiza el marco ideológico propio de una moral autónoma que concibe los principios éticos como orientadores del autoanálisis de la propia conducta. La ley focaliza también, con matiz de obligatoriedad, que la educación "debe contribuir a formar personas"... "íntegras", "libres", con actitud de educación permanente, promotoras del "pluralismo cultural" y de la "justicia social" en pos de una "convivencia pacífica" y del "equilibrio ecológico", siempre guiadas por el "respeto a la dignidad humana".

Como se puede observar aquí, la educación se recorta discursivamente con los perfiles de un verdadero espacio público de socialización e integración en la que incide un contexto optimista de pluralidad democrática. La Ley también focaliza el tema de la convivencia en el marco del funcionamiento institucional, a través de su propio objeto discursivo.

Para dar respuesta a este marco, se hace necesario plantear la búsqueda de un camino que pueda conducir a la Universidad a cumplir con su cometido formativo. Para ello, como sostiene Martínez (1992), se hace necesario conjugar dos principios: "la autonomía del sujeto" y "la razón dialógica". El primero porque afianza la posición personal y constituye una oposición a la presión colectiva y el segundo porque también se da como oposición a la decisión individualista que no contempla la posibilidad del diálogo. El diálogo se hace necesario para enfrentar no sólo los temas frente a los cuales hay coincidencias sino también aquellos en los que existen discrepancias, para que por medio de la interacción comunicativa se puedan acercar las posiciones o al menos considerar esto como una aspiración. Lo verdaderamente universable, según Habermas (1989), es la posibilidad de entenderse, y, entenderse exige comunicarse. Por esto los problemas que conciernen a los criterios de moralidad, se desplazan hacia el ámbito del lenguaje. De este modo, el lenguaje tiene una pragmática, por la cual ejerce determinados efectos sobre el mundo. El más importante de ellos, que deviene de la propia naturaleza del lenguaje, dotado de una voluntad comunicativa, es promover acuerdos entre las personas y hacerlas compatibles con su comunidad lingüística.

En este sentido, el área de comunicación y la de formación ética y ciudadana se aproximan y se conjugan en el objetivo común de lograr una competencia comunicativa que posibilite formar seres humanos reflexivos y críticos. Se trata entonces, como dice Schmucler (1997), de "rescatar la palabra como posibilidad de salida... como capacidad de dar respuesta al otro (lo

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