Aquella noche lluviosa, fría, silenciosa

UN MEJOR MUNDO EN SUEÑOS

Quizá no fue suficiente el tiempo que duró la ventura más grande de mi vida, sin embargo pude aprender mucho de ella, me pareció tan larga, pero a la vez tan corta que no sé cómo describirla…

Bueno.

Aquella noche lluviosa, fría, silenciosa, que no parecía en sí una noche, sino un lugar fuera del espacio, yo estaba sólo, triste, por haberme peleado con mis padres, algo que no solía hacer, fui a mi cuarto, miré hacia algunos viejos libros, a uno en especial, y sin pensarlo dos veces lo cogí y empecé a leer, no sabiendo que esa noche y ese libro me convertirían en un gran escritor…

Este libro, hablaba de valientes guerreros, hazañas asombrosas, lugares extraordinarios, lo cual despertaba mi curiosidad y mi interés por el mismo.

Apenas cuatro párrafos había leído, los cuales bastaron para avivar mi espíritu explorador, descubridor, que anhelaba en ese instante salir huyendo de la casa e ir a un lugar maravilloso, donde no exista la tristeza, haya abundancia de alimento, paz y tranquilidad, donde todos trabajen por igual sin discriminación, mucho menos el dinero que haga a algunos ricos y a otros pobres; sí ese lugar descrito líneas arriba, que dudé encontrarlo por un momento. Continué leyendo, y cansado del día que estaba terminando, se apoderó de mí un profundo sueño que me ató de pies y manos, que ni siquiera tuve el valor de reponer a su lugar el libro, puesto que se quedó en mi cara hasta el día siguiente.

En dicho sueño, sucedió en mi amplia imaginación lo que les contaré a continuación: Que tuve por razón de estudio viajar al pueblo más auténtico de todo el sur, dónde nadie hubiese llegado jamás, no haber sido pisado por nadie que no sea algún poblador suyo, para investigar y debatir en clase sobre las diferentes formas y estilos de vida que las culturas o tribus indígenas.

Al querer emprender mi viaje, me encontré en una situación muy complicada, puesto que no sabía a donde ir, dónde hallar un pueblo con características semejantes, pero dejándome llevar por mi intuición alquilé un caballo del vecino para que me acompañase en mi viaje aquella mañana. En mi maletín sólo llevaba: 10 panes, 2 botellas de agua, algunas frutas, una deliciosa comida preparada por mamá y 20 soles, además de 2 frazadas y un poco de ropa, con tan sólo esto pensé llegar a mi destino y volver a casa sano y salvo.

Por el camino me encontré a varias personas a las cuales les pedía que me dijeran por donde ir para encontrar el lugar, sin embargo casi nadie de las mas o menos 20 personas a las que pregunté, me quisieron ayudar, a salvo de una, sí una persona mayor, sospecho que quizá habría tenido unos 70 años que me dijo lo siguiente: “Tienes que tomar el camino de la derecha, pasando la curva, has de llegar a un sitio lleno de flores

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