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Arte Contemporaneo Chileno


Enviado por   •  29 de Junio de 2014  •  8.042 Palabras (33 Páginas)  •  230 Visitas

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Es chic, cuida la estética, la armonía, los colores y las texturas. En su vestimenta, su lenguaje y su profesión. Ella “mira” a los artistas, los elige y los muestra a los demás. Para la intimidad de su casa se queda sólo con Roberto Matta. Para Pintura Chilena Contemporánea, el libro de arte que acaba de publicar, acepta a Balmes, Pinto d’Aguiar, Bravo, Bororo, Cienfuegos, Aldunate, Barrios y 32 más. Se trata de los mejores pintores chilenos del último medio siglo. Isabel Aninat sabe que ha dejado a otros tantos afuera, pero con elegancia, como todo lo que hace, reconoce que para elegir se basó en algo muy parecido al rating: “Estos son los artistas que más han convocado tanto al público como a la crítica, a las galerías de arte y museos. Son nombres que están en el subconsciente colectivo, que cuando uno dice Balmes, Aldunate o Cienfuegos, la gente sabe inmediatamente que estamos hablando de un pintor”. Según ella, se trata de una historia personal contada a través de los artistas chilenos pero que dentro de la inevitable subjetividad del ejercicio, ella fue objetiva.

Aclaraciones que se hacen necesarias para calmar las protestas de aquellos que no son parte del cuento. Pintura Chilena Contemporánea ha superado las expectativas de venta de la editorial y de la propia autora y ya lo están solicitando en Colombia, Estados Unidos y España: “No sabían cómo era el arte chileno, han quedado super impactados por la impresión, los artistas, los textos y hasta la diagramación”.

— ¿Y cómo es el arte chileno contemporáneo?

— De una gran diversidad, grandes cantidades de lenguaje, hay casi como un caos. Es lo que somos, esencialmente distintos unos de otros, tenemos un país muy original, con una geografía muy loca y en el arte siempre sale lo que somos. Distintas corrientes y modos de expresión y con un mirar lo de afuera a través de una sorpresa interior; esa del sudamericano que se extraña frente a las cosas y las exagera.

Sobre “el gusto” del público, Isabel Aninat dice que es bastante clásico y tradicional. No se atreve a innovar y tiene una mente repetitiva. “Cuando un artista hace grandes cambios en su estilo, el público pregunta por lo anterior y recién dos años después van a querer comprar esto que hoy es nuevo. El hacer arte implica generalmente un mirar un poquito adelantado, es el percibir cosas que los demás no ven, es el anudar dos elementos que antes nunca han sido unidos para hacerlos vivir juntos, eso sorprende y el público chileno le arranca, le tiene susto a la sorpresa. Además, gustar muchas veces no implica comprar”.

En el arte también se da el fenómeno de lo popular, aquello que es de gusto masivo, que logra interminables filas de personas esperando entrar al museo. Según la galerista es lo que sucede en Chile con el hiperrealista Claudio Bravo, un artista que según Isabel Aninat puede llevarnos al cielo o al infierno. “De repente tiene unos logros impresionantes donde en verdad dice cosas, por ejemplo, los paquetes. Para mí es extraordinario, está trabajando prácticamente con el blanco y está diciendo con nada mucho; habla de encierro, misterio, algo muy sutil y con una técnica que impresiona. De repente se engolosina en la técnica y no muestra nada. Una naturaleza muerta por ejemplo, una realidad estática, no hay ni siquiera un espacio o tiempo determinado, sino que está siempre igual, no se arriesga ni propone una cosa nueva. Claudio Bravo es una persona que lo tiene todo, con esa maestría tiene que crear y cuando logra creación te lleva al cielo. Cuando se queda en la pura maestría se pone como pegajoso, hostigoso, como comer 200 tarros de manjar y eso debe ser el infierno”.

—Dentro de los cuarenta seleccionados, ¿a quién elegiría para mirarlo durante muchas horas al día, en un lugar muy suyo?

—Matta, indudablemente, y aunque no es el único, me quedo con el gran Matta...

— ¿Cuál te conmueve más allá de lo racional?

—Eso me pasa con Cantalao de Gracia Barrios. Siempre digo que esa mujer a caballo soy yo... Me gusta esta idea de lo táctil y misterioso, como de alguien metido para adentro, pero al mismo tiempo abierta a lo natural. Es que parezco más extrovertida de lo que soy... Gracia Barros da cuenta de lo que somos, practica una pintura con la violencia de la calma, su trabajo se puede definir con las palabras naturaleza, tierra, mujer. En Cantalao, está la agresión del pincel, es como una tierra y una mujer que germina. El gesto, la materia, es tierra; como las raíces latinoamericanas. El caballo, la mujer, la tierra y el mar o el cielo, todo se hace uno y dice de alguna manera cómo somos en el fondo. Yo creo que la tierra nuestra es muy misteriosa, tiembla, es una materia que tiembla”.

Pero hay otros que Isabel Aninat prefiere. Matías Pinto d’Aguiar, por ejemplo. Según ella, tiene poesía y sentimiento, dos características del chileno y del latinoamericano. “A través de un caballo, siempre a través de la misma imagen, empieza a hablar del silencio, de la soledad, de una añoranza, de los vacíos y los llenos de una ciudad. Y a través de un color que da sensación de algo espiritual. El caballlo y las imágenes son como un pretexto para dar cuenta de algo como espiritual”.

A Isabel Aninat le gusta enseñar. Lo hacía hace unos años en la universidad y ahora en su galería, donde suele realizar unos verdaderos tours educativos, sobre todo cuando llegan grupos de colegiales acompañados de profesores “un tanto perdidos”. Para ella hacer este libro también es una manera de traspasar conocimientos. “Hay que mirar con humildad, decir ´quiero que el arte me hable, me diga algo, cualquier cosa y le voy a dar el tiempo para eso´”. En una oportunidad le pedí a un grupo de personas que nunca habían estado en contacto con el arte, que opinaran sobre un Picasso. Al principio decían no lo entiendo, no me gusta, me siento frustrado; después les pedí que me dijeran por qué no les gustaba y una joven que trabajaba haciendo aseo, me dijo no me gusta porque lo encuentro erótico ... Y era exactamente lo que Picasso quería decir en esa pintura... Pero en la galería de pronto hay demasiado coraje para opinar, es un público de juicio muy rápido, actúan igual que frente a las personas, a las que juzgan a los dos minutos de haberlas conocido. Un juicio de valor es algo muy importante, hay que esperar, sentir, y después dar una opinión. Entran y te dicen esta exposición es buena o esta exposición es mala. Cuando te dicen me gusta o no me gusta hay algo más subjetivo que no me molesta, pero bueno o malo es fuerte”.

Isabel

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