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Arte


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2014  •  Informes  •  492 Palabras (2 Páginas)  •  135 Visitas

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Nadie quería creer que hubiese muerto, pero pronto empezó a formarse un culto sobre su tumba donde acudía la gente esperando un milagro. Lázaro comenzó a escribir sus recuerdos agradecido a don Manuel por haberle dado la fe en el contento de la vida (“…él me hizo un verdadero Lázaro resucitado”). Interrogado por Ángela, responde que hay dos tipos de hombres peligrosos, los que creyendo en la vida eterna se dedican a atormentar a los demás para que renuncien a esta vida; y lo que no creyendo en la otra vida se empeñan en negarle ese consuelo a los demás.

CAPÍTULO 14: El nuevo párroco llega abrumado por el peso del recuerdo del santo. Lázaro y Ángela le ayudan a seguir los pasos de don Manuel. Pero Lázaro cada vez sentía más morriña y pasaba horas junto a la tumba. Ángela trata de animarlo recordándole las palabras del cura, la necesidad de salvaguardar la alegría de vivir. Pero lo que es consuelo para los demás no lo es para quien no cree en el más allá. Don Manuel, en cierta ocasión, cuando le instó a se guardara para sí sus dudas, le confesó sospechar que más de una santo murió sin creer. Lázaro se muestra preocupado porque el pueblo pueda descrubrir el secreto, pero Ángela, sencilla, le responde que el pueblo no entiende de palabras, sino de obras.

Una enfermedad acaba llevándoselo, sentía que con su muerte se perdía otro trozo de don Manuel. Le encomendó a Ángela que rezara por él, por todos. Y murió entre la gente del pueblo que acudió, como de costumbre, a verlo agonizar.

CAPÍTULO 15: Ahora, sola, Ángela toma conciencia de haber envejecido. Pero sigue viva en su aldea y en sus gentes como si siempre hubiera de ser así. No sentía la terrible soledad que alguna vez experimentó en Madrid rodeada de seres desconocidos porque en la aldea conocía a todos y en todos vivía. Reflexiona y concluye que su hermano y don Manuel murieron creyendo no creer, que don Manuel no trató de engañar a Lázaro porque comprendió que la única manera de convertirlo era con la verdad, con su verdad. Y así, también, la ganó a ella que sí creía. Quizás en el último instante murieron creyendo, ¿y ella?

CAPÍTULO 16: Ya con 50 años, nieva sobre el pueblo cubriendo el lago y la montaña, nieva también sobre sus recuerdos de manera que ya no sabe discernir entre lo que fue verdad y lo que tal vez soñó, tampoco sabe ya si al escribir sus memorias traspasará al papel su conciencia. Ignora si los demás creen o dudan, pero al menos sabe que viven.

Ahora que el Obispo ha iniciado el proceso de beatificación de don Manuel, le pide todo tipo de noticias y se las ha dado callando siempre el terrible secreto del santo. Confía en que estas memorias no caigan en sus manos. Teme a la autoridad temporal de la Tierra, aunque sea de la Iglesia.

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