Artur Schopenhauer

Arthur Schopenhauer decía que la ignorancia, por sí misma, no es denigrante; lo es tan sólo cuando está acompañada de la riqueza.

Pienso que muchos problemas graves en la sociedad, como la miseria económica, no provienen de, o se mantienen por, leyes imperturbables de la naturaleza sino por convenciones de la realidad socialmente construida, es decir convencionalismos socioculturales. Ese tipo de realidad está firmemente sostenida, en parte, por nuestro grado de ignorancia; y una posible realidad distinta estaría determinada por una mejor autoconciencia de dicho grado de ignorancia. Pero esa autoconciencia implica trabajo duro, se requiere tiempo para pensar con detalle, para el auto-cuestionamiento, para la lectura, para la reflexión calmada, para repensar y reordenar las ideas que damos por sentado, etc.

Si a una persona le toma casi la totalidad de su tiempo y esfuerzo conseguir la sobrevivencia más básica, ¿cómo exigirle esa autoconciencia? Por otro lado, para quienes tenemos oportunidad de tener algo de tiempo para algo más que sólo la sobrevivencia más básica, ¿cómo no exigirnos esa autoconciencia?

Si los problemas sostenidos y alimentados por los convencionalismos culturales permanecen, lo hacen en buena parte debido a la autocomplacencia de quienes aceptamos la mentira de que dichos problemas son inevitables o son inherentes a la condición humana. Si ni siquiera los vemos como problemas, que pueden tener solución definitiva, entonces somos nosotros mismos parte del problema.

La falta de autoconciencia —es decir, por ejemplo, la medida en que somos ignorantes de cómo nosotros mismos perpetuamos los problemas sociales— también tiene grados. Habrá inconsciencia relativamente inofensiva pues, digamos, se mantiene local. Pero la hay global, y esa inconsciencia afecta a muchos, y por mucho tiempo. Por ejemplo, por mi inconsciencia sobre las políticas del neoliberalismo rapaz —que todo lo mide en función de las ganancias financieras— termino ayudando a diseminar y propagar interpretaciones falsas de lo valioso. Por ejemplo, la educación es valiosa, pero es falso que una mayor escolarización sea igual a una mayor educación.

Muchos vivimos hoy en condiciones de riqueza y de posibilidades tecnológicas —en salud, higiene, confort, esparcimiento, etc.— muy superiores a las condiciones de las monarquías de siglos pasados. ¿Qué cuentas rendimos a nosotros mismos por nuestra falta de autoconciencia?

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