Balcones ensayo
Daniel De SmedtTrabajo6 de Mayo de 2018
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BALCONES
El balcón fue el elemento más característico de las fachadas de las viviendas de la Lima virreinal, que junto con la portada se encargaba de exteriorizar el lujo o la riqueza económica de los propietarios. Estos balcones funcionaban como corredores y miradores y su “vuelo” debía ser tal de permitir que en ellos se colocara una silla atravesada.
Se dividían comúnmente en cuatro partes: el apoyo o cuerpo inferior, formado por canes o ménsulas llanas o labradas; un friso calado y bajo; los tableros o recuadros tallados o en casetones; y las celosías y la sobreluz de pequeños balaustres torneados, coronados por una cornisa. Este era el modelo de un balcón del siglo XVII.
Las diferencias entre los balcones, en arte o proporción, tallado y demás adornos, dependían de la condición social y económica de los dueños de casa.
El modelo que sobresalió fue el balcón cerrado de madera o “balcón de cajón”. Este estilo fue traído de la arquitectura española, que a la vez fue tomado de la arquitectura árabe, durante su permanencia su sistema constructivo prácticamente no tuvo variación; estaba apoyado en ménsulas que sobresalían de la fachada perpendiculares a las vigas madres o eran las mismas vigas que “volaban” para soportarlo; podían estar decorados con hermosos tallados y podía ser recto o en esquina.
Para formar los pisos sobre las mensulas se colocaban viguetas o un entablado que actuaba como cielo razo; los techos eran iguales que en las habitaciones interiores.
Los balcones se hacían largos o cortos a los lados de las portadas o podían pasar sobre ella y extenderse a todo lo ancho de la fachada, a estos se les conocía como “balcones de cajón corrido”, éste se construyó en un principio de madera, y sus ventanas eran celosías del mismo material. Luego con la aparición del vidrio se generalizó la utilización del mismo en las ventanas.
Los balcones abiertos se comenzaron a utilizar a fines del virreinato y en la época republicana se ordenó que las casas ya no deberían tener balcones cerrados. Estos estaban formados solamente por la base, que sobresalía de la fachada y el antepecho. Su estructura era de madera. Lo que marcó ciertas diferencias fue el antepecho, que en un principio consistía en una balaustrada de madera y más adelante también se fabricó de metal.
Dentro de los balcones abiertos con antepecho existía una excepción, el “balcón con dosel”, que era el balcón abierto techado. El techo consistía en una estructura de madera liviana similar a la del balcón cerrado, rigidizada en sus dos extremos por parantes.
BALCONES REPUBLICANOS
A fines del siglo XVIII y comienzo del XIX, el balcón limeño adopta un estilo clásico, con pilastras corintias o jónicas entre las ventanas. Las aperturas son en forma de arco de medio punto, con soguillas radiales y el entablamento cubierto con cornisas greco-romanas, sostenidas por dentro por dentículos y modillones. Este balcón haría juego con la casa en sí, que coronaba su parte superior con una cornisa sencilla que muchas veces terminaba con una balaustrada pequeña. A este estilo se le denominó Republicano Imperio.
Siguiendo la huella de la historia, llegamos al balcón republicano, de aspecto neoclásico, de forma austera y sobria. El balcón en dimensión y aspecto solemne, sin dejar el adorno, consiste en un sobrio juego de columnas y adosados a los limpios muros en los que predominan el equilibrio de las formas y circunspección del estilo clásico.
El alargamiento de los balcones llega a ser tal que ocupan todo el ancho de la fachada: “balcones corridos”, incluso voltean las esquinas: “balcón esquinero”.
Se abandona el azulejo interior y se le da un color marrón chocolate. El balcón pierde su aspecto colorido.
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