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Brasil


Enviado por   •  6 de Febrero de 2015  •  Tesis  •  2.632 Palabras (11 Páginas)  •  165 Visitas

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Brasil: datos confusos

Lunes 24 de junio, 2013.

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Mauricio Garita.

¿Qué está pasando en Brasil? Hay datos confusos. Sin embargo, hay algo claro: ante la impaciencia social, el primer paso será el dialogo y que Brasil piense colectivamente. La pregunta a responder ahora será en temas sociales: ¿Dónde quiere estar Brasil en los próximos diez años?

Por: Mauricio Garita *

Si las palabras Brasil y pobreza se mencionaran en el 2008, se citaría el programa Bolsa Familia, cuyo comienzo en el 2003 ha sido tomado como ejemplo en países de América Latina para el combate a la pobreza. El programa, de acuerdo con la Asociación Internacional de Seguridad Social (ISSA), reporta que, para el 2010, se obtuvieron resultados como la disminución en la desigualdad a través de una caída de 16% de la pobreza extrema y una mejora en el índice de Gini de 0,573 en el 2002, a 0.552 en el 2005[1].

La pobreza se había reducido de 30,8% en el 2005, a 21,4% en el 2009, mientras que el PIB per cápita de Brasil se sitúa por encima del promedio de Latinoamérica desde el 2009, e inclusive se ha mejorado el acceso al agua en las áreas rurales del 2006 al 2010 en 3%. Pareciera Brasil un país idóneo para el combate de la pobreza y los datos apuntan a que las mejoras son bastante rápidas, lo cual lleva a cuestionarse: ¿por qué en Brasil hay rebelión social?

Los datos deben ser analizados con cuidado, porque a veces engañan y hacen pensar en la llamada “estadística del pollo”, que se explica de la siguiente manera: dos personas compran dos pollos, pero una de ellas se come ambos; si se hablara de manera estadística, cada uno se comió un pollo. Por ello, explicar a través de indicadores económicos un evento social para Brasil, suele ser casi imposible. Sobre todo cuando el indicador de Estados Fallidos, de Foreign Policy, coloca a Brasil en la posición 126, lo cual indica que está en el límite y que existen remotas posibilidades de llegar Estado fallido. Para hacer más dramático el uso de datos, Brasil se encuentra en el nivel de desempleo más bajo de su historia y con una inflación que otros países en América Latina envidiarían (6.5%). Las razones pueden ser mejor explicadas a través de el comportamiento de la sociedad.

El premio Nobel Johan Galtung describe el término “paz negativa” como falta de armonía social, igualdad y justicia, lo que provoca un cambio radical. Lo que despertó este cambio es la diferencia que existe entre ricos y pobres. En el caso de Brasil, son 2 millones de brasileños que pertenecen al 1% más rico, mientras que 80 millones pertenecen al 50% más pobre, de acuerdo con Jason Farrel, corresponsal de Sky en Río de Janeiro. Una diferencia que se hizo más notable con las inversiones que Brasil estaba dirigiendo hacia el Mundial de Futbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016, para los que la cifra de inversión estimada asciende a US$14 mil millones. Se trata de una cifra significativa, más aún si se compara con el presupuesto que el gobierno presentó para el 2013 y que equivale a US$1.07 billones, ya que representaría aproximadamente el 7.64% de ese presupuesto.

Comparativamente, la Bolsa Familia, mejor conocida en Brasil como beca, requirió en los tiempos del presidente Lula del 0,4% del PIB y alcanzó al 25% de la población; bajo esta perspectiva, pareciera que el argumento de los US$ 14.000 millones de inversión en un mundial de futbol y unos juegos olímpicos podría ser utilizado para seguir obteniendo mejores resultados en la erradicación de la pobreza.

Maria Anastasia O´Grady, del Wall Street Journal, ofrece una explicación sobre el levantamiento en Río de Janeiro: manipulación de las masas a través de partidos con intereses diferentes a los del gobierno actual. O´Grady propone que los mensajes de antiestatus quo y los medios sociales han encontrado fácil levantar a las masas y que muchos de los miembros de esa masa no saben que están siendo utilizados.

Moisés Naim, por su parte, argumenta que la prosperidad no compra estabilidad, y se centra en el argumento del politólogo Samuel Huntington, quien explica que las sociedades que se transforman rápidamente tendrán una mayor demanda de servicios públicos que el gobierno no podrá satisfacer rápidamente.

La visión de Naim parece ser más acertada, ya que las expectativas juegan un papel importante entre la población de Brasil. El crecimiento avanzado del PIB, la rápida erradicación de la pobreza, la baja en el desempleo y la mejora general hacen pensar a esos 80 millones: ¿cuándo será mi momento para salir de la pobreza?

Esto le da a la masa una causa, y como diría Ortega y Gasset, las masas se mueven por la causa, dado que ayuda a que el individuo se convierta en colectivo. La causa, al final, es el debacle entre por qué invertir para un mundial y por qué no en el combate a la pobreza. El argumento parece ser razonable cuando se observan manifestaciones en países que han alcanzado un crecimiento económico pujante, como Turquía, que ha controlado su deuda y su déficit público, además de un crecimiento del PIB.

Las manifestaciones en los países provocan el debate de si los cambios rápidos son sostenibles en el largo plazo, si los gobiernos podrán mantener las expectativas en los resultados y, sobre todo, si existirá sostenibilidad. Invitan a reflexionar sobre la manera en la que se deben manejar el crecimiento económico y el desarrollo social, pero sobre todo, invitan a dialogar sobre el futuro de América Latina. Más aún cuando se entiende que la erradicación de la pobreza y el desarrollo no es una cuestión de recetas, sino de desarrollo de políticas públicas que se adapten a las necesidades del país. Así, que ante la impaciencia social, el primer paso será el dialogo y que Brasil piense colectivamente. La pregunta a responder ahora será en temas sociales: ¿Dónde quiere estar Brasil en los próximos diez años?

Yo no voy al Mundial"

Miércoles 19 de Junio de 2013 18:49:36 |

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No todo el mundo está satisfecho en Brasil. En realidad son muchos los que en los últimos días han demostrado su indignación con el gasto que el gobierno está realizando para la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos mientras, en su opinión, servicios básicos como la educación, el transporte y la sanidad han quedado desatendidos.

Además

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