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Buscadores de pozos


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2013  •  Síntesis  •  1.693 Palabras (7 Páginas)  •  208 Visitas

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Buscadores de pozos

Acordémonos que estamos en la santa presencia de Dios

Lectura del Evangelio Juan 4, 5-42

Breve pausa para la reflexión

La mujer sacudida por el amor de Jesús, tocada y sanada por la Palabra de Dios se encuentra y acepta a sí misma. Esto le permite descubrirse, abrirse a los demás y al Otro. La samaritana no sólo vuelve corriendo a su pueblo -dejando el cántaro y con él, su vida anterior- sino que irrumpe llena de vida en la realidad cotidiana de su gente, testimoniando su encuentro con el Dios Viviente.

La samaritana pasa de ser DISCÍPULA (seguidora) de Jesús para convertirse en APÓSTOL (testigo o anunciadora) de la Buena Noticia: lleva a sus hermanos hasta Jesús. De esa manera, se convierte en un puente para que sus hermanos conozcan a Jesús y luego, ellos mismos lo reconozcan como el Salvador, transformándose, a su vez, en discípulos del Maestro y nuevos apóstoles de su mensaje.

Y ésta es la experiencia que se viene transmitiendo desde hace años en el seno de la Iglesia, cumpliendo con el mandato del Señor: “vayan y hagan discípulos míos a todos los hombres enseñándoles a cumplir todo lo que les he mandado...” (Mt 28,20)

“Jesús, como se había fatigado del camino,

estaba sentado junto al pozo.

Era alrededor de la hora sexta.

Llega una mujer de Samaria a sacar agua.

Jesús le dice: «Dame de beber.».

Nunca sabremos el nombre de esa mujer que se acerca a un pozo para sacar agua de él y que después de una conversación con un desconocido, dejando su cántaro, huye corriendo a comunicar a los suyos una gran noticia. Esa mujer anónima nos sugiere todo un pueblo: Samaria. Para el evangelista, Jesús llama hacia Él a todos los hombres y mujeres de todos los pueblos que con humildad y simplicidad se disponen a observarle y a escucharle. En contraposición a los hipócritas fariseos judíos que llenos de prejuicios y de orgullo rehúyen la luz y la verdad que pondrían al descubierto la dureza de su corazón.

Jesús llama a todos pero para Él tú eres un ser personal y único:

`Te conozco por tu nombre' (Ex 33,12)

• ¿Cómo va tu relación íntima con Él?

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• ¿Podrías escribir tu experiencia de trato unipersonal con Jesús?

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• ¿Cómo haces para intentar conocerle y amarle más?

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• ¿Tienes clara conciencia que muchos no conocerán jamás a Jesús sin tu mediación?

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«Si conocieras el don de Dios,

y quién es el que te dice: Dame de beber,

tú le habrías pedido a él,

y él te habría dado agua viva.»

La petición de Jesús a la samaritana “-dame de beber” es trivial y muy lógica en una situación de cansancio humano después de un largo caminar por tierras áridas y bajo un sol de justicia; no obstante provoca la extrañeza de la mujer que reconoce en aquel hombre a un judío y por tanto un presunto enemigo de su pueblo: “Los judíos no se tratan con los samaritanos”.

La perplejidad de esa mujer nos lleva a la complejidad de las relaciones humanas frecuentemente tan conflictivas. En aquel momento histórico podían concretarse – entre otras – en la relación hombre-mujer, judío samaritano, creyente-no creyente. Los dos personajes pertenecen a pueblos vecinos que se detestan. Nada hace suponer que ambos puedan encontrarse. Pero Jesús que no se deja encerrar en esas categorías toma de repente altura y se sitúa en el terreno de su misión que no es otra que cumplir el encargo del Padre de anunciar el Reino de Dios, la Buena Noticia.

Jesús aprovecha este trivial encuentro para – a partir del agua del pozo – proponer a aquella mujer el don de plenitud de vida que Él viene a ofrecer.

De golpe se invierten los papeles. Hace un instante era Él que pedía agua a esa mujer y de repente salen de los labios de la samaritana esas palabras que recorrerán el mundo y los siglos: “Señor, dame de esa agua..” Jesús ha percibido la sed insatisfecha de vida y felicidad que traiciona la petición material de la samaritana.

• ¿Estamos convencidos de que los placeres, la posesión de bienes, la salud e incluso la libertad no acaban de saciar nuestra sed ardiente de amor, de paz, de verdad, de amistad?

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• Tenemos sed y se nos ofrece un poderoso manantial de agua a nuestro alcance ¿Cuál es nuestra actitud: beber de esta agua que sacia o preferimos abrevarnos en lodazales que nos atraen con falso fulgor, como las riquezas, el poder, el placer, la felicidad inmediata y a cualquier precio?

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«Señor,

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