ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

CAMBIOS DE CONDUCTA EN LA ADOLESCENCIA

sambgdtdydui18 de Septiembre de 2014

5.381 Palabras (22 Páginas)332 Visitas

Página 1 de 22

CAMBIOS DE CONDUCTA EN LA ADOLESCENCIA

1. Aspectos generales

2. Cambios en las pautas de la conducta acostumbrada

3. Rebeldías y escapismos

4. Afectividad y definición sexual

5. La transición a la madurez

2. Cambios en las pautas de la conducta acostumbrada

a) Insatisfacción y cansancio

Los constantes cambios físicos y psicológicos muchas veces no son entendidos por el adolescente. Esto se manifiesta claramente en una constante insatisfacción, en un no entender su propio mundo interior y no sentir como propio el mundo externo que le rodea.

El púber muestra una característica aversión al trabajo. Hace lo menos posible en el hogar y en la escuela, descuida a menudo los deberes asignados en el seno familiar y deja sin hacer las tareas escolares. Aun cuando padres y maestros acusen al muchacho de "pereza premeditada”, ésta responde en gran parte a razones fisiológicas. Es un resultado directo del rápido crecimiento físico de la pubertad que absorbe sus energías y lo lleva a tal grado de cansancio que no tiene ni el gusto ni la motivación para realizar más de lo que es absolutamente necesario. Cuando se le culpa o se le castiga desproporcionadamente por no hacer lo que se espera de él, se contribuye a crear resentimientos que reducen aún más su motivación.

El niño muestra un interés agudo por el juego, y si se reúne con otros es para jugar; también se aficiona a la lectura y a los programas infantiles de televisión. En cambio, el adolescente empieza a perder el interés en esas actividades. No pocas veces le invade el aburrimiento, se aleja del contacto social con sus compañeros y pasa la mayor parte del tiempo solo, tendido en algún lugar o elaborando sueños diurnos; o por el contrario se la pasa, especialmente en el caso de las niñas, en interminables conversaciones entre amigos. Este cambio se debe también en parte al estado general de fatiga, paralelo al crecimiento veloz y a las alteraciones glandulares.

b) Antagonismos y atracciones

El chico puede desarrollar fácilmente una actitud antagónica hacia otros, comprendidos los miembros de su familia, sus profesores y sus compañeros. Tiende a la crítica y al desprecio de todo lo que dicen o hacen. Por ello, muchas de sus amistades de la infancia se ven forzadas a romper relaciones con él. Los objetivos especiales en los que se descarga el antagonismo del muchacho son los miembros del sexo opuesto. En tanto que el antagonismo sexual es pronunciado durante la etapa de pandilla del final de la infancia, alcanza por lo general su pico de intensidad en el curso de la pubertad. Los muchachos se sienten resentidos por el mayor tamaño y desenvoltura de chicas de su misma edad. Lógicamente este antagonismo, poco a poco, se va convirtiendo en atracción y aventura.

La chica no experimenta este antagonismo como ellos. El choque más fuerte de la adolescente, en la familia, suele darse en relación a la madre y no al padre, aunque ciertamente experimenta distanciamiento también de él. Y los conflictos con los hermanos, sean de uno u otro sexo, se deben más a la rebeldía propia del proceso psicológico-afectivo que a un antagonismo sexual. Desde la edad de las pandillas, las chicas se sienten atraídas por los chicos, a los que observa y de los que habla y cuchichea con las amigas, idealizándolos en su mundo interior de sueños y fantasías.

La presión que ejerce hoy los medios de comunicación lleva a adelantar tanto en ellos como en ellas este proceso de atracción, y a crear comportamientos entre chicos y chicas de corta edad que no corresponden a su maduración psicológica y afectiva. ¡Qué importante es fomentar las actividades que desarrollen los resortes psicológicos necesarios para afrontar la información y las experiencias prematuras con los que estos medios de comunicación bombardean a nuestros adolescentes! Una puesta en común serena de estos temas, en corros de chicos y chicas por separado (o a veces juntos, dependiendo de madurez y tema), y monitoreados por expertos en la temática; exposiciones que faciliten la apertura de los muchachos sobre estos temas con educadores probados y cercanos a ellos; etc.

Por otro lado, sabemos que la adolescencia es la época en la que los muchachos están definiendo su personalidad y su carácter se va evidenciando cada vez más. No resulta fácil para el adolescente lograr la identidad de su personalidad. Una tendencia muy marcada en ellos es la de dividir la vida entre su mundo interior y su forma de presentarse ante los demás, en su grupo de amigos y su medio ambiente. Son muchos los elementos que pueden desviar a un preadolescente y a un adolescente en este sentido. La presión ambiental muchas veces provocará un choque interno, una división entre la forma de pensar de su núcleo familiar y la forma de pensar de las amistades nacientes. Hay que controlar estas divisiones para que vayan encontrando cauces de solución y para que el muchacho aprenda a “distinguir sin separar”.

c) Emotividad

Hay una fuerte emotividad en la adolescencia: o se aíslan o se lanzan a la exterioridad. Muchos jóvenes necesitan mostrarse extrovertidos ante sus compañeros para no dar a conocer posibles conflictos interiores. Otros, por el contrario, optan por hacer su vida paralela a la de los demás, como si los demás no pudieran comprender su fuerte mundo emocional y pasional. Los enamoramientos repentinos, los constantes sentimientos de incomprensión de parte de los demás, etc., tienen su raíz en el gran potencial emotivo que caracteriza a la adolescencia.

Las niñas, de modo especial, son muy dadas, ya en la pre-adolescencia, a su “mejor amiga” con quien tienen interminables y emotivas charlas en los recreos del colegio, en las salidas y conversaciones telefónicas. En ellas, por el ciclo menstrual y por la sucesión cíclica de las diferentes hormonas que lo acompañan, pueden ser más acentuados los cambios emocionales: de sentimientos de euforia, alegría y satisfacción se suceden estados de tristeza intensa, irritabilidad y depresión, que influyen no sólo en la relación con los demás, sino en la percepción que ellas tienen de sí mismas, manifestándose en seguridad y decisión o, muy al contrario, en inseguridad y auto-desprecio.

Esta emotividad de los adolescentes, bien encauzada, lleva al entusiasmo típico de esta edad; es fácil atraerlos con lo novedoso pero también con los “antiguos ideales” de la infancia si son presentados con otras perspectivas y con motivaciones adecuadas. El formador que sabe identificarse con el entusiasmo propio del preadolescente pronto ganará su atención y, si sabe ofrecer cauces adecuados a ese entusiasmo, ganará también en liderazgo.

Deserción escolar en Venezuela

El tema de acoso y violencia en los colegios o el bullying, como se le conoce en inglés, está «de moda» en la actualidad más que en años anteriores en el país y en Latinoamérica. Esto ha ocasionado, en gran parte, que los niños dejen de asistir a sus clases y recibir la educación que tienen derecho a recibir.

De acuerdo al columnista Mariano Herrera, el acoso escolar es la violencia que se genera en las instituciones educativas entre los estudiantes. No siempre tiene que ver con agresiones físicas o impactantes muertes y la mayoría de las veces sus víctimas prefieren callar.

Son varios aspectos los que influyen en esta condición de violencia en las escuelas; dentro de los cuales se puede destacar la preparación de los docentes, la inseguridad, la comunicación de los niños con sus familiares y la formación espiritual de cada individuo.

Respecto a la preparación de los maestros, debe existir la capacidad para controlar dentro del aula y en las instalaciones escolares cualquier situación que pueda presentarse, infundiendo en los niños el perdón y el compañerismo.

De igual forma, un mejor ambiente en los planteles, aumentaría las ganas de los menores de asistir a clases, ya que, sentirse seguro y a gusto en un ambiente es primordial para el sano aprendizaje de todo ser humano. Datos de diversos estados nacionales nos indican que más del 40% de los alumnos de primaria faltan a más del 25% de los días de clase debido a la inseguridad.

Por otra parte, la comunicación de los pequeños en sus hogares con sus padres, hermanos y demás familiares es fundamental al momento de crecer, puesto que evitaría reprimir sentimientos y crear raíces de amargura en sus corazones.

Para Luisa Pernalete, investigadora del Observatorio Venezolano de Violencia, la despreocupación por el tema nace de la mala concepción que se tiene de lo que es la violencia entre niños. «Las agresiones pueden ser de cualquier forma, no sólo los golpes. Los continuos sobrenombres, el llamado ‘chalequeo’, son aspectos que tienen un impacto en el niño; eso es violencia escolar», comenta.

El bullying es un factor determinante en la deserción escolar y las consecuencias a nivel educativo son amplias. «El niño se cansa de ser golpeado o ‘chalequeado’ y deja de asistir a clases. En otros casos, los padres son más comprensivos y lo cambian de escuela. También pasa que el niño llega un momento en que toma la solución en sus manos y él se convierte en el acosador», argumenta Pernalete.

Pero este tipo de acoso escolar no sólo se evidencia en Venezuela, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (34 Kb)
Leer 21 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com