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COMO SE HACE UN PROCESO

6 de Septiembre de 2012

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EL JUEZTanto el proceso penal como el proceso civil nos ofrece una distinción entre

quien juzga

y

quien

es juzgado.

Basta penetrar en la sala de un tribunal para advertir que tal distinción se da entre unoque

está arriba

y otro que

está abajo,

entre un súbdito y un soberano. Debemos ahora meditar acerca de esta posición diversa.En fin de cuentas, la necesidad del proceso se debe a la incapacidad de alguien para juzgar, por sí, acerca de lo que debe hacerse o no hacerse. Si quien ha robado o matado hubiese sabido juzgar por sí, no hubiera robado ni matado; y si los litigantes supiesen juzgar por sí mismos, nolitigarían, pues reconocerían por sí mismos la razón y la sinrazón. El proceso sirve, pues, en unapalabra, para

hacer que entren en juicio aquellos que no lo tienen

. Y puesto que el juicio es propiodel hombre, para sustituir el juicio de uno al juicio de otro u otros, haciendo del juicio de uno laregla de conducta de otros. El que hace entrar en juicio, es decir, el que suministra a los otros quelo necesitan, su juicio, es el

juez

.Juez es, en primer lugar, uno que

tiene juicio

; si no lo tuviese, ¿cómo podría darlo a los demás?Se dice que tienen juicio los que saben juzgar. He aquí por qué, para comprender cómo se haceun proceso, se debe comprender,

cómo se hace para juzgar

. Y he aquí por qué la ciencia delderecho, y en particular la ciencia del proceso, nos sitúa ante el más difícil de los problemas; no esexagerado decir que es el menos soluble de los problemas. Quienes dudaron y dudan todavía deque exista una ciencia verdadera y propia del derecho, del mismo rango que las cienciasnaturales, tiene la intuición más o menos clara de esta verdad: la ciencia del derecho tendría queser la ciencia del juicio, ¿y quién ha poseído o quién poseerá una ciencia del juicio?En la raíz de esa intuición está, aun para los no creyentes, la palabra de Cristo: no juzguéis. Sisupiesen qué quiere decir juzgar, se darían cuenta de que es lo mismo que ver en el futuro; peroel hombre es prisionero del tiempo y el juicio es una evasión imposible. Todo esto lo digo parahacer comprender una sola cosa, para tener una idea del proceso: el juez, para serlo, debiera ser más que hombre: un hombre que se aproximara a Dios, De esta verdad conserva un recuerdo lahistoria al mostramos una primitiva coincidencia entre el juez y el sacerdote, que pide a Dios yobtiene de Dios una capacidad superior a la de los demás hombres. Aun hoy todavía si el juez,pese al desprecio hacia las formas y los símbolos, que es uno de los caracteres peyorativos de lavida moderna, lleva el hábito solemne que llamamos toga, ello responde a la necesidad de hacer visible la majestad; y esta es un atributo divino.Pero ¿dónde encontrar un hombre que sea más que hombre? El problema del proceso, en esteaspecto, parece un rompecabezas. Probablemente las soluciones, en el plano lógico, son dos,dependientes de los dos conceptos de la cualidad y de la cantidad. Desde el punto de vistacualitativo, aflora nuevamente la coincidencia original entre el juez y el sacerdote. En el aspectocuantitativo, se trata de acrecentar la idoneidad del hombre, poniendo varios hombres a la vez;este es el principio del colegio judicial o del juez colegiado; en sus orígenes, juez, particularmenteen los procesos penales, era todo el pueblo. Toda la obra de la humanidad en orden a la eleccióndel juez, se realiza a la luz de estas ideas.Todos están de acuerdo en reconocer que debiera ser juez el mejor; pero ¿cómo se encuentra almejor? Cuando el derecho se ha separado de la religión y el proceso ha venido perdiendo sucarácter sagrado, el problema de la elección del juez, en su aspecto cualitativo, ha pasado a ser elproblema del órgano de la elección: el mejor debiera buscarlo el que tuviera

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