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Como se da Una democracia pensada desde lo humano: La escuela como escenario vital.


Enviado por   •  17 de Febrero de 2018  •  Apuntes  •  1.119 Palabras (5 Páginas)  •  113 Visitas

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Una democracia pensada desde lo humano: La escuela como escenario vital.

 

John Jairo Osorio González

Mg. En Educación

Lic. En Educación Básica con Énfasis en Ciencias Sociales.

johnjairoog@hotmail.com

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En el proceso de imaginar, construir y consolidar una sociedad democrática es innegable la vital presencia de la escuela.

De entrada manifestamos que en nuestro asentir,  no es la escuela  ni la primera, ni la última columna sustentadora de la formación de los niños y niñas de una sociedad; sin embargo su función articuladora en la triada familia, escuela y sociedad, la convoca a desarrollar un papel decisivo para el presente de nuestros más nuevos ciudadanos.

Sin embargo y a pesar de lo dicho, no nos referimos a cualquier escuela.

Creemos que visualizar una sociedad con calidad de vida en la que la democracia sea la garante de esta, requiere pensar la escuela como esa institución en la que subyace una conciencia sobre el fomento a la participación real de los niños y niñas, como niños y niñas que son, lo que vendría a significar el camino para transitar en la promoción de:

constructores de ciudadanía, sujetos de múltiples relaciones, capaces de vivir su vida con sentido, de cuestionarse sobre los asuntos que rodean su existencia y los de las comunidades inmediatas y más generales, y de generar alternativas o proyectos que contribuyan a la superación de las situaciones desfavorables. (Mieles & Acosta, 2012, p. 206).

Esta educación en la participación ciudadana, hace que los sujetos se reconozcan como parte de un todo. Un ser humano que sin perder su individualidad se educa principalmente para relacionarse con los demás y con su entorno, privilegiando el amor por el hábitat y sus semejantes lo que constituye también apostar a la calidad de vida

Esa escuela a la que estamos haciendo referencia debe sobreponerse a lo que Holderling (citado en Janke, 1988) expresa como que “Cada vez más el ethos de la escuela está determinado por la exigencias de una sociedad consumista y despilfarradora: de una raza ingrata que cree saber la hora” (p. 26).

Y es que entre más desarrollos tecnológicos se incorporan a nuestra vida, menor es la brecha para acceder a otras culturas. Se vive hoy en un mundo interconectado, en el cual en pocos minutos podemos obtener información de lo que ocurre a kilómetros de distancia de un lugar, incluso hoy podemos explorar lo que hay en otros planetas. Tenemos acceso a una visión planetaria más amplia, pero en un mundo cada vez menos democrático y menos participativo en el uso de sus recursos.

Pareciera ser que para mantener las actuales estructuras sistémicas que avalan el modelo capitalista, hay una compleja estructura que garantiza que por medio de la educación los seres humanos sean más obedientes y perfilen su estilo de vida en el consumo, para el consumo y desde el consumo. Trabajar y comprar, la razón de vivir.

Educamos para sostener un modelo, educamos para generar una mayor crisis planetaria, una mayor producción, una mayor riqueza para unas minorías y una mano de obra formada para garantizar esa concentración de riqueza.

En este panorama, la labor del maestro aparece como un desafío al sistema, pues en su quehacer cotidiano tiene la valiosa oportunidad de potenciar las diferentes dimensiones humanas, buscando no replicar modelos sino desarrollar procesos participativos que contribuyan a la solución de problemas y a la construcción de humanidad.

Otro aspecto al el que consideramos es importante referirse y que se mencionó de manera fugaz anteriormente, es el relativo al “tiempo” en el que se educa y para el que se educa.

La escuela que habita el presente, que educa en el presente, se empeña por formar para el futuro bajo los referentes de un sujeto del pasado, esto es, un sujeto que no existe.

Esta práctica invisibiliza a los sujetos que habitan la escuela, por lo que este tipo de educación no apuntará jamás a lo esencial: lo humano, desde donde parte todo proceso formativo pensado en clave de calidad de vida y democrática.

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