Consciente e Inconsciente colectivo

A través de la conciencia de lo que somos y no somos, entendemos que el universo hace las cosas así, para que necesitemos algo <no, alguien, una persona> que nos complete, nos haga sentir más persona, el ingrediente que le hace falta al Alma, al yo-mismo. Siendo yo como hombre, el Ánimus de alguien, y siendo ella mi Ánima, formando un <yo> completo (Almas gemelas, no idénticamente iguales, sino opuestos, que ven el amor en sus diferencias, que ven cómo entre sí generan equilibrio, dos personas totalmente distintas que en una unión armoniosa se completan, y logran reconocerse a si mismos en el otro, yin y yang). Así se genera una persona capaz de hacer frente a la Sombra, y luego verse uno mismo, vernos como la limitación que somos, como aquello que intrínsecamente no podemos dejar de ser y lo que no podremos ser jamás, por más que trabajemos para serlo. No se trata de cambio, creo que se trata de aceptación. Entonces, reconociéndonos en la mas dura y hostil de las limitaciones, entendemos lo infinito, lo eterno, lo que es y lo que no es. Entendemos al individuo y entendemos al conjunto, al espécimen y al ambiente, el "estar solos en la galaxia" y al universo.

Eso, entender al universo, el majestuoso, infinito, eterno e inmenso universo. La harmonía entre los opuestos, como expone Hesíodo en la Teogonía, Eros como puente entre el Caos y el Cosmos, como lazo, unión, atándolos en el matrimonio de la simple existencia. Y a partir de esta harmonía, este equilibrio, formar maravillas. Para empezar, la vida, los microbios, las bacterias, plantas con la audacia de generar su propio alimento (Esta forma de vida sería ideal para desarrollar una cognición completa del individuo, puesto que en un principio, no dependieron de nadie para existir ni continuar vivos), animales, maquinas perfectas de la naturaleza que el humano intenta copiar.

Jamás lo vamos a aceptar. El humano no es Dios, no puede crear maravillas como lo hace la madre naturaleza, los robots intentan imitarla, pero nunca podríamos crear un cerebro como el nuestro (la obra maestra en la creación, un individuo que es capaz de comprender lo que hay mas allá de su mundo, capaz de darle paso a la filosofía), aunque sin asimilar que para crear algo que nos imite a la perfección deberíamos saber más; deberíamos saberlo Todo. Saber todo es algo ajeno a nosotros casi por definición. Los animales ignoran todo, los dioses lo saben todo, pero el humano está en el medio, no sabe todo, pero tampoco ignora. Y lo que es más, no solo no ignora, sino que es curioso.

Pero, ¿Qué es todo? ¿Y qué es nada? ¿Y si fueran lo mismo? Tal vez la respuesta trasciende a la muerte, tal vez solo somos capaces de saber todo al morir, y al morir, renacemos, pero cuando nacemos, no sabemos nada. Quizás se trate de eso; "los extremos siempre se chocan" dicen. Saber todo y no saber nada han de ser lo mismo. Y la vida es un bucle, siempre se reinicia, pasamos de morir a nacer, de comprenderlo todo, a no saber ni nuestro nombre. Es como si esa "iluminación" a la que se refieren los eruditos y sabios de la historia humana fuera la misma luz que vemos al morir. Debe de tener algún secreto la muerte. Puede que sea la cercanía a las divinidades. ¿Es entonces la religión y la devoción la respuesta a todo? Tal vez cuando la vemos como otra corriente filosófica y no como dogmas o reglas pactadas ayuda a comprender. Venerar un Dios, a muchos, venerar el universo, venerar sus fuerzas; todo es parecido.

Puede que solo en la muerte entendamos la unicidad del sujeto con el universo. Los dos existimos en un mismo lapso reiterativo e infinito. El universo es eterno, y nosotros también. Nosotros somos el universo. Es decir, no nosotros como raza humana y especie pensante, sino uno mismo. Uno mismo es el universo. Uno mismo, como la limitación de lo que es y lo que no es. Y esta reflexión, hacia el final,

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