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EL INCONSCIENTE ES LA REALIDAD SEXUAL


Enviado por   •  29 de Abril de 2012  •  2.284 Palabras (10 Páginas)  •  442 Visitas

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EL INCONSCIENTE ES LA REALIDAD SEXUAL*

Tereko Zaballa

El presente trabajo es el desarrollo de una serie de reflexiones en un cartel, a partir de un artículo de D. Fingermann: “El inconsciente es la realidad sexual” (If-EPFCL, 2006), y por mi parte, continúo:... del ser humano, o más propiamente dicho: del hablante ser.

Considero que esta frase es la respuesta a la pregunta sobre cuál es la realidad sexual del ser humano, qué es la sexualidad humana, de qué está hecha y cuál es su materia. La respuesta a estas cuestiones es: “es el inconsciente”.

Es decir que la sexualidad humana no es algo externo al inconsciente o al lenguaje, no es algo sobre lo que hablará el inconsciente, sino que la propia existencia del inconsciente conlleva, hace aparecer, la sexualidad.

Esta idea la podemos encontrar ya en “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” (Freud, 1896) cuando Freud dice que sólo se reprimen representaciones de contenido sexual, que pueden despertar la excitación sexual. Plantea por tanto que lo reprimido es igual a lo sexual, lo que se reprime son representaciones sexuales.

Serge André, en su libro “Qué quiere una mujer”, propone que la represión tiene como función transformar en goce sexual, lo que antes no había sido más que una sensación indiferenciada. Es decir que el proceso significante de la represión es un proceso de sexualización de lo real. Dicho de otro modo, el proceso significante inscribe lo real en la corriente de una significación, que es la significación fálica. (André, S. 2002).

Al entrar el ser humano en el lenguaje, cifra su mundo por medio de las palabras. Al no existir la relación sexual, lo que sólo puede entonces ser cifrado por medio del significante es el goce parcial, el goce fálico, el que está relacionado con un objeto parcial. Se da una significación fálica, es decir por medio de una construcción fantasmática en relación con el objeto parcial de goce por el que se obtiene el plus de goce.

En el tiempo anterior a esta significación, nos encontramos con el goce que podríamos llamar “goce previo”. Previo a la entrada en el lenguaje, que podemos entender también como “lo orgánico”, lo real del cuerpo, que no se puede abarcar más que parcialmente, por medio del lenguaje. Éste propone, ahí donde no existe significación (la no relación sexual), una significación fantasmática.

Los contenidos reprimidos, que son sexuales, son los que producirán la excitación somática, pasando entonces la primacía de la sexualidad de lo real del cuerpo al significante, es decir a los contenidos significantes reprimidos.

Por tanto el proceso significante que conlleva la represión, produce una separación con respecto al cuerpo, al goce indiferenciado del cuerpo, introduciendo un orden y unos límites. Pero hay que tener en cuenta que este mismo proceso de significantización está también inherentemente limitado.

Este hecho de la limitación de la significantización es determinante en la sexualidad humana. Así, sabemos que en los seres humanos la sexualidad está causada por significantes. Lo que implica que se plantee como algo distinto de un fenómeno orgánico. Como señala S. André (o.c.) esto se debe al hecho de que en el ser humano las funciones orgánicas están recubiertas por una función erótica más importante, razón por la cual la necesidad se subvierte al deseo.

Así, la función orgánica se repele hasta ciertos límites. Beber, comer, respirar, se vuelven actividades eróticas que el cuerpo realiza apoyándose más en el fantasma que sostiene el deseo, que en la exigencia o necesidad del organismo.

Lo que André refiere a la significantización de lo real, lo vemos con anterioridad en Freud, cuando propone el fantasma como una significantización del trauma.

Así, podemos ver en Freud una articulación entre sexualidad y trauma, cuando intenta aprehender tanto el núcleo del trauma, su punto nodal, como el punto umbilical del sueño, situando allí las vivencias sexuales de la infancia. Estas vivencias se añaden en forma de escenas que completan los recuerdos y asociaciones, llenando la laguna que indica el punto nodal, articulándose así en ellas la construcción del fantasma fundamental.

Lo que Freud intenta aprehender no está presente en la cadena asociativa. Pero a lo no presente, le es correlativo el fantasma, y para delimitarlo inventa el método de extender lo más lejos posible la cadena hasta obtener algo como el contorno de un agujero que se completa con una escena. Esta escena es el fantasma fundamental del sujeto, que recoge así la primera experiencia de la sexualidad del niño.

Podemos deducir entonces que el fantasma es una interpretación de la laguna, del agujero o de lo indecible. Se trata de una interpretación de tipo fantasmático, es decir fálico, basado por tanto en la significación fálica. Significación del sujeto en relación con un objeto que lo causa como deseante, como sujeto, es decir, el objeto a.

El objeto tapa o cubre la realidad del inconsciente y por lo tanto del lenguaje en cuanto que éste no pueden decirlo todo, el objeto vela ese límite con el que se encuentra el inconsciente, la castración se vela mediante el fantasma.

El sujeto intenta dar cuenta de ese encuentro primario con la castración, dando un sentido: en el registro del significante, con recuerdos, fantasías, alucinaciones, etc.

Por tanto podemos afirmar que lo real es recubierto, parcialmente, por el significante.

Volviendo a la tesis inicial, decir que el inconsciente es la realidad sexual, implica también que no hay una realidad sexual natural. Se puede afirmar por tanto que no hay realidad sexual sino la que está determinada por el lenguaje y los efectos que éste puede producir al incidir sobre el ser vivo. El efecto fundamental del lenguaje sobre el ser vivo es la división, la separación del sujeto de su cuerpo y la estructuración del inconsciente.

No existe el instinto sexual como algo que fuera completo, unificado, lo que existe son pulsiones parciales.

Es aquí donde el inconsciente actúa cifrando el goce. Es decir trocea, limita, separa, aísla y pone significantes que transportan algo de un goce no unificado o total, sino parcial.

Sin embargo es en base a ese cifrado como tenemos acceso a un goce sexual, fálico. Es decir, relacionado con el fantasma montado o construido en la relación del sujeto barrado con un objeto (cifrado por el inconsciente) y de una forma determinada. El fantasma montado o construido en la relación del sujeto con un objeto. Esta relación, desde el momento en que el objeto causa el deseo

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