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Enviado por   •  26 de Agosto de 2013  •  2.752 Palabras (12 Páginas)  •  167 Visitas

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La ciudad de Matanzas, con su bahía abierta a la costa norte de la Isla, es la ciudad de los sobrenombres: desde la ciudad de los puentes, la india dormida o la ciudad de los poetas, hasta la Atenas de Cuba, sobrenombre este último que obtuvo en el Siglo XIX, por su relevante vida intelectual, en la cual los poetas siempre han jugado un papel determinante. En ella cada accidente geográfico, cada hábito, cada piedra, tiene una historia remota y oculta, un ánima propia, un aura particular... y un cantor, desde Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), fusilado por la corona española en 1844, hasta Milanés, Byrne, Agustín Acosta y tantos otros.

La celda de Plácido en lo que hoy es un hospital, permanece oscura, sumida en el abandono de una humedad que va corroyendo indeteniblemente sus paredes. Apenas de vez en cuando se barre el piso, donde se acumula el polvo y las colillas de cigarros que manos inconscientes lanzan a cualquier rincón a través de su puerta de barrotes.

Es difícil para alguien que no ha vivido en Cuba, entender el sutil mecanismo de censura y auto-censura que existe en la Isla. Hay verdades tan evidentes que pasan desapercibidas para el ojo más avisado. Uno de los errores más comunes es no realizar una lectura de la cultura cubana actual a la luz de su inseparable relación con la política del Estado, que es al mismo tiempo una política unipartidista y unipersonal.

En la ciudad de los poetas la intensa vida cultural alimentó durante décadas una bohemia entre refinada y populista, bohemia que ya no existe. Aquellos tiempos en que los escritores se reunían en los bares y cafeterías para comentar y declamar sus últimos versos, hoy son ya pura anécdota.

El Hotel Velasco, donde Marimón, ebrio, declamara sus versos a Miriam, está parcialmente clausurado por su mal estado constructivo. Los paragüitas de Sauto, donde se mezclaban luego de las funciones en el teatro los artistas y los asistentes, o El Parnaso, donde se reunían a tomar té hasta las altas horas de la madrugada, son hoy centros recaudadores de divisas: venden sus productos en pesos convertibles, una moneda distinta y más poderosa que aquella en la que se le paga a los trabajadores y los propios intelectuales.

En Cuba impera hoy la doble moral, el doble estándard. La Isla es hoy un baile de máscaras. Como bien ha dicho un conocido periodista y escritor cubano, usamos máscaras para todo y para cada ocasión, máscaras que han obligado a la sociedad a desarrollar una particular filosofía de subsistencia. Desde que en sus primeros contactos con la intelectualidad cubana durante las famosas reuniones de la Biblioteca Nacional, Fidel Castro acuñara la ambigua frase de Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada, aquella empezó a sentir el miedo evocado por el matancero Virgilio Piñera y debió optar entre alejarse de la vida cultural, como la Loynaz, marcharse del país como Buesa o asumir la muchas veces la falsa posición de comulgar con el régimen.

El Patio Colonial, que fue también otro lugar de cita, languidece entre la carencia de recursos y la inercia de una anodina asociación de escritores jóvenes que a nadie representa. Así describe un periodista local la situación:

Miércoles, mayo 31, 2006. Jóvenes escritores quieren espacios literarios.La importancia de proyectar, concebir o rescatar espacios de promoción y reflexión literaria se analizó en la reunión de la sección de literatura de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en la provincia de Matanzas (...) Una excelente noticia se escuchó por voz de Javier Mederos, presidente de la AHS provincial: se volverá a organizar la Charla en el Patio Colonial, encuentro que para ahondar en figuras o tendencias de la literatura coordinó el poeta y editor Alfredo Zaldívar durante algún tiempo hasta que, por diversos motivos, se dejó de hacer (...) lo que hasta ahora ha ocurrido es que los lugares se establecen con mucho entusiasmo, pero luego se pierden con la misma velocidad, hay que darle confianza a la gente para que vean que esto no es lo mismo y nos aporten su tiempo, su fe...(1)

De la Sala White, ubicada frente al céntrico Parque de la Libertad, nombrada así en honor del prestigioso violinista matancero que deslumbrara a la culta Francia del Siglo XIX, sólo queda la fachada... y detrás de ella un montón de escombros. Año tras año la Dirección Provincial de Cultura, organismo encargado de implementar la política cultural del gobierno y también -al menos en teoría- de conservar el patrimonio cultural, anuncia inversiones para una restauración que nunca se concreta y que ya no es posible.

La colección del periódico La Aurora, una de las primeras publicaciones de su tipo en la isla, desde 1828 hasta 1899, se guarda desde hace décadas en la Biblioteca Gener y Del Monte. Hoy el local que ocupa la biblioteca presenta tan mal estado en su cubierta que los aguaceros tropicales mojan una y otra vez la valiosa colección, por más esfuerzos que realizan sus trabajadores. Los bomberos incluso, han emitido una y otra vez órdenes de clausura del inmueble por amenaza de derrumbe, dictámenes que luego son levantados por razones políticas.

Pero a pesar de todo, aún hay una intensa vida cultural en las ruinas del Partenón matancero. Los escritores y artistas de hoy se reúnen en lugares como la cafetería de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (ACAA). Dedicada esencialmente a controlar la comercialización de las obras de artesanía para el turismo, no está dirigida por intelectuales o artistas de reconocidos méritos. Allí se puede degustar una infusión de café con cualquier mezcla exótica a precio módico, o si se tiene un poco más de poder adquisitivo, una cerveza de producción nacional al equivalente de unos 50 centavos de ese peso convertible en que no se pagan los sueldos. Como magnánimo y ocasional acto de reconocimiento, de vez en cuando alguna institución cultural ofrece una actividad a determinado artista, ofreciendo entre otras cosas, algún plato de comida y bebida gratis a los invitados. Los que no tienen esa posibilidad acusan a los privilegiados de vender su arte al establishment por un plato de arroz frito y cerveza.

Mabel Cuesta, una joven escritora que imparte clases de literatura, describe la situación de los que se sienten inclinados al arte en la otrora Atenas de Cuba:

Para mis alumnos de provincia, a los que le ha tocado bailar con la crisis de papel, las bibliotecas saqueadas y amenazada por los bomberos de desplome, la emigración de una buena parte de las autoridades en los temas que revisan en clases, los cines cerrados, la sala de conciertos en reconstrucción desde nadie se acuerda cuándo; la precaria infraestructura en suma que hace

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