Desarrollo Sustentable
mayra100715 de Octubre de 2013
4.522 Palabras (19 Páginas)237 Visitas
En las últimas décadas, el turismo ha presentado transformaciones vinculadas a la crisis del turismo masivo y a los cambios tecnológicos, sociales y de gestión en la actividad turística. También como consecuencia de la mercantilización de la naturaleza y de la diversidad cultural, que adquieren un nuevo valor como bienes de consumo y de cambio. Estas tendencias son producto, por un lado, de los cambios económicos y sociales de la globalización, que se manifiestan en transformaciones de la geografía de la producción y de los patrones de consumo; por el otro, de la difusión del paradigma ambiental, que plantea una concepción y una ética nueva del turismo y que reimpone el análisis de todas las dimensiones que inciden en la actividad: naturales, económicas, sociales y políticas. En este nuevo contexto, la aplicación de los principios de la sostenibilidad al turismo es una referencia esencial en los procesos de desarrollo y promoción de los destinos potenciales y de reestructuración de los destinos maduros o actuales. Hay consenso en que la sostenibilidad está en proceso de construirse, ya que si bien existe acuerdo en que es una meta social, al mismo tiempo existe desacuerdo en cómo lograrlo. De hecho, la adscripción rápida y generalizada de las instituciones, los agentes económicos y las comunidades en su conjunto a los principios del desarrollo sostenible en la actividad turística contrasta con la pervivencia de patrones insostenibles en la conservación y la gestión de los recursos naturales y en la distribución de los beneficios económicos. Por lo que se plantea, respecto del turismo sostenible, una dicotomía entre su amplia difusión y las limitaciones de los progresos alcanzados. Las definiciones sobre el turismo sostenible son muchas, pero no queda claro cuál es el criterio general sobre su interpretación, posiciones o alcance para hacerlo efectivo. Entonces, es necesaria una aproximación conceptual del turismo sostenible que permita salvar la vaguedad del término y su incorrecta apropiación para un desarrollo operativo. Si bien teóricamente no hay una conceptualización clara, tampoco hay prácticamente una referencia analítica integral que permita mediar y medir la relación entre medio ambiente natural y turismo, así como los aspectos socioeconómicos del desarrollo.
Este ensayo tiene como objetivo examinar las definiciones del turismo sostenible, a partir de sus diversas interpretaciones, posiciones y alcances, y analizar los aspectos relevantes para garantizar su operatividad, vinculados con la integración del turismo masivo y sostenible, las implicancias del desarrollo sostenible, la politización y la participación social.
El contexto del turismo
El modelo convencional de “sol y playa” se encuentra en una fase crítica de obsolescencia o estancamiento, que se manifiesta en una crisis de identidad y debilidad del modelo debida a desequilibrios estructurales. A finales de la década de los ochenta, se planteó un debate respecto al agotamiento del turismo masivo, a causa de la saturación y deterioro de los destinos turísticos tradicionales, que puso de manifiesto cuestionamientos de rentabilidad privada y social de la actividad turística, que atravesaba un momento crucial de su desarrollo. Por lo tanto, se exigía el logro de competitividad en los productos turísticos en un contexto de creciente preocupación por los impactos sociales, económicos y medioambientales del turismo (Fayos-Sola 1994).
Actualmente el futuro de este modelo turístico se asocia a dos posturas antagónicas: una de percepción de crisis y otra de confianza en las posibilidades del sistema. Respecto al turismo masivo y su supervivencia existen tres grandes interpretaciones: una economicista que atribuye los desequilibrios a la falta de inversión privada, escasa inversión pública, o una política de precios desacertada; otra respaldada en el ciclo de vida del producto y la tesis del turismo posfordista (Donaire y Cerdan 2001). Esta última plantea que el declive del turismo masivo se vincula al agotamiento del modelo fordista de acumulación, por su incapacidad de continuar generando expansión y crecimiento, que además coincide con una nueva revolución tecnológica. Esto da lugar a la entrada de un nuevo modelo de producción posfordista o de producción flexible basado en la articulación de sinergias de empresas con flexibilidad en los procesos productivos y con deslocalización de la gestión, mejor dotadas para los productos segmentados, a fin de responder a los estímulos de la demanda. La crisis del modelo de desarrollo industrial generó la necesidad de plantearse nuevas alternativas para satisfacer las demandas de empleo y capital; este papel se le asignó al turismo como nuevo instrumento para lo local y sustentable (Jiménez 2005). El posfordismo, caracterizado por técnicas de producción flexible y un elevado grado de diferenciación del producto, generó además cambios en los patrones de consumo y producción, que adaptaron la oferta a la creciente demanda de productos más individualizados y específicos. En este sentido, la actividad turística está evolucionando desde posiciones rígidamente vacacionales y concentradas en el tiempo hacia modalidades más flexibles. La demanda utiliza el tiempo libre más escalonadamente con prácticas claramente turísticas. La nueva demanda de espacios naturales busca ofertas originales e innovadoras, tiene un creciente interés en el conocimiento del destino turístico y una preferencia por productos individuales. Esto tiene como correlato, principalmente, el que los temas y las preocupaciones centrales de la población del primer mundo ya no son el crecimiento económico, la distribución del ingreso o la seguridad, sino la calidad de vida, la protección ambiental y el desarrollo de la subjetividad individual; se constituye una población de turistas “selectos”. La progresiva sensibilización de la opinión pública sobre la problemática ambiental y la toma de conciencia de los problemas ecológicos implican una mayor valorización de los recursos naturales y una tendencia al consumo diferenciado de espacios naturales no deteriorados. El goce individual de estas características de calidad ambiental del espacio, en función del desarrollo personal, puede realizarse a partir de una apropiación simbólica de los atractivos turísticos, que son considerados por su valor de uso. La particularidad del aprovechamiento de estos factores en el marco capitalista es la búsqueda de transformar esos valores de uso en valores de cambio, lo que trae consigo la mercantilización progresiva de la naturaleza en función de sus servicios de ocio. Esta estrategia de mercantilización recodifica a la naturaleza y a la cultura a través de la lógica del capital. El uso público de los recursos naturales, en particular el uso turístico, permite una utilización directa y, por lo tanto, el otorgamiento de una perspectiva utilitarista (instrumental) a la naturaleza. En consecuencia, el reto de la actividad turística consiste en plantearse su aprovechamiento de los bienes y servicios ambientales en el marco de una sostenibilidad del ecosistema, procurando mejoras en las condiciones de vida de las poblaciones locales y en la experiencia recreativa de los visitantes.
La definición de la sostenibilidad
En los noventa la noción de desarrollo sostenible se di- fundió, y hoy es un concepto utilizado, habitualmente, en el discurso oficial y en el lenguaje común. En política ambiental se adoptaron los principios de la Agenda 21 (1992), que favoreció la toma de conciencia de la crisis ambiental y una interpretación globalizadora de la problemática enmarcada en el concepto de sostenibilidad. Pero más allá de esta incorporación, básicamente discursiva, en su aplicación concreta no se alcanza un sentido conceptual y práctico capaz de unificar las vías de transición hacia la sostenibilidad. Por ello, los disensos, las contradicciones y los diferentes sentidos que adopta este concepto, según los intereses contrapuestos de apropiación de la naturaleza. La gradación de la noción de sostenibilidad va desde interpretaciones fuertes a débiles y, dada la complejidad de este concepto, puede ser caracterizada mediante un enfoque sistémico a partir de puntos de vista alter- nativos que permiten distinguir tres tipos de sostenibilidad: del sistema humano únicamente, del sistema ecológico principalmente y del sistema socioecológico total a largo plazo (Gallopín 2003). La sostenibilidad del sistema humano únicamente se inscribe en la concepción económica neoclásica de la naturaleza, según la cual esta provee recursos y servicios naturales y es el sumidero de desechos producidos por la actividad humana. La importancia de la sostenibilidad depende de en qué medida sea necesaria para la sostenibilidad del componente humano. Se define como una posición antropocéntrica a ultranza que se vincula a un concepto de sostenibilidad muy débil y que se plantea a partir de la sustentabilidad. La sostenibilidad del sistema ecológico principalmente entiende que el valor supremo es la sostenibilidad ecológica, que no puede ser equiparada, pero tampoco subordinada, a la sostenibilidad económica y social. Representa una posición biocéntrica a ultranza que es consistente con un concepto de sostenibilidad muy fuerte y compatible únicamente con una economía de estado estacionario. La sostenibilidad del sistema socioecológico total a largo plazo establece que la única opción es procurar alcanzar la sostenibilidad del sistema socioecológico completo; esto implica tener en cuenta el sistema como un todo y considerar la existencia de importantes vinculaciones entre sociedad y naturaleza. En esta definición el desarrollo se plantea desde una posición antropocentrista que muta hacia un biopluralismo,
...