Dimensiones Del Acto Pedagogico
SHARONMARIEL17 de Septiembre de 2012
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Las aún calladas dimensiones del Acto Pedagógico -4
Graciela A. Salazar
“No debo pensar tan sólo en los contenidos programáticos que son expuestos o discutidos por los profesores de las diferentes materias sino, al mismo tiempo, de la manera más abierta, dialógica, o más cerrada, autoritaria, en cómo este o aquel profesor enseña”
El pensamiento freireano:
El pensamiento y la obra de Freire son oportunos, fundamentan la necesidad de reflexión sobre nuestras prácticas, en la transformación de esta realidad y de la incidencia que tienen en el futuro.
En el pensamiento freireano el saber enseñar requiere ser constantemente testimoniado, vivido, el discurso debe ser el ejemplo concreto, práctico de la teoría. La vigilancia constante sobre nosotros mismos para evitar los simplismos, las facilidades y las incoherencias burdas ayudan a pensar acertadamente. Una condición de este pensar es vivir la humildad de reconocer nuestros errores. Sin rigor metódico, no hay pensar acertado.
Enseñar exige conciencia del inacabamiento:
El inacabamiento del ser o su inconclusión son propios de la experiencia vital. Donde hay vida hay inacabamiento, pero sólo en los seres humanos se torna consciente. La libertad de opción, por tanto, la posibilidad de embellecer o de afear el mundo nos define como seres éticos. Todo esto nos lleva a la práctica formadora, de naturaleza ética, y a la esperanza: “Sé que las cosas pueden empeorar, pero también sé que es posible intervenir para mejorarlas.” Nuestro paso por el mundo no es predeterminado, nuestro destino no es un dato sino algo que necesita ser hecho y de cuya responsabilidad no podemos escapar. Participamos con otros en tiempos de posibilidades, por esto la importancia de problematizar el futuro.
Enseñar exige el reconocimiento de ser condicionado:
“…inacabado, sé que soy un ser condicionado pero, consciente de mi inacabamiento se que puedo superarlo.” Esta es la diferencia entre ser condicionado y ser determinado. Es la lucha para no ser tan sólo un objeto, sino también un sujeto de la Historia. Este permanente proceso social de búsqueda, esta curiosidad, se torna fundadora de la producción de conocimiento.
Enseñar exige respeto a la autonomía del ser educando:
Respeto a la autonomía y a la dignidad de cada uno, es un imperativo ético y no un favor que podemos o no concedernos unos a otros. El desvío ético es una trasgresión. La capacidad de diálogo verdadera en la cual los sujetos dialógicos aprenden y crecen en la diferencia, sobre todo en su respeto, es la forma de estar siendo coherentemente exigida por seres que, inacabados, asumiéndose como tales se tornan radicalmente éticos.
Enseñar exige buen juicio:
La vigilancia del buen juicio tiene importancia en la evaluación de la propia práctica. En este sentido cuanto más ponemos en práctica nuestra capacidad de indagar, más curiosos nos podemos volver y más crítico se puede hacer nuestro buen juicio. Ningún docente pasa por las alumnas y los alumnos sin dejar su huella. De allí el ejemplo que ofrezca el profesor, su lucidez y su compromiso en la pelea por la defensa de sus derechos, así como por la exigencia de las condiciones necesarias para el ejercicio de sus deberes.
Enseñar exige humildad, tolerancia y lucha en defensa de los derechos de los educadores:
La lucha de los profesores en defensa de nuestros derechos y nuestra dignidad debe ser entendida como un momento importante de nuestra práctica docente, en cuanto práctica ética. No es algo externo a la actividad docente, sino algo intrínseco a ella.
Enseñar exige la aprehensión de la realidad:
Nuestra capacidad de aprender, de
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