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Discurso Sobre Las Drogas


Enviado por   •  16 de Octubre de 2012  •  4.212 Palabras (17 Páginas)  •  1.474 Visitas

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Drogas, cuando el uso de la droga se convierte en consumo y el tiempo de ocio en mercancía

.: Anónimo :.

MANUAL DE INSTRUCCIONES

La redacción de este panfleto ya conoce y defiende los discursos antiprohibicionistas y despenalizadores, a su vez conoce y reconoce las bondades de las drogas naturales ( el hachis, la marihuana o las distintas clases de setas alucinógenas, por ejemplo) así como ciertos usos de distintas drogas. Estas acotaciones se tendrán en cuenta cuando se mencione "las drogas" como generalidad.

La redacción advierte que este panfleto tiene un contexto que se hará explícito, dialogar con él como si lo hiciésemos con el Ministro de Sanidad, con un madero o con nuestros papis y mamis será altamente tergiversador de su sentido.

Por último, la redacción reitera el contexto espacial (aquí) y temporal (ahora) de este escrito y advierte que cualquier justificación de largas noches de speed, coca, pastillas o tripis, por medio de una rigurosísima argumentación sobre las drogas utilizadas en los rituales chamánicos del Amazonas brasileño en días de luna llena, serán tomadas como un claro síntoma de que el/la lector/a de este texto está evadiendo el problema aquí referido.

Salud y Anarquía.

PRESENTACIÓN DE UN PROBLEMA

Tratar el tema de las drogas en un panfleto es algo ciertamente delicado, porque chocamos con gran cantidad de problemas que nos afectan personalmente, nos enfrentamos con el propio discurso de transgresión que se ha creado entorno a ellas y, como no podía ser de otro modo, con nuestras formas de diversión. Nosotr@s l@s jóvenes, y muy especialmente nosotr@s, l@s jóvenes alternativ@s-autónom@s-anarquistas... deberíamos tener una visión contraria al CONSUMO DE DROGAS muy alejada de la que nos vende el Ministerio de Asuntos Sociales. Esta visión se debería basar en el bochornoso espectáculo que ofrecemos constantemente en las noches de las zonas de marcha los fines de semana: y que se alarga, en forma de resaca o pedo, según el tipo de droga consumida, durante los días siguientes. A su vez, las fiestas y conciertos de muchos CSO’s se han convertido en peligrosas prolongaciones de las noches de las zonas de marcha, con un montón de gente "puestísima" de las más variadas sustancias: speed, coca, pastillas o tripis, por no hablar ahora de la "gente consciente" que trafica en estos eventos sin ningún tipo de tapujos . El baile de "las máscaras de la felicidad" donde tod@s somos amig@s y los problemas se desvanecen en la danza de zombies más ansiada por el poder. Una forma de ocio-consumo disfrazada de "alternativa" y la sensación general de "autocomplacencia en el buen rollo" son suficientes para mantener nuestras almas (armas) paralizadas, y el siguiente tiro justificado, triste pero cierto. El control se hace efectivo porque a plena luz del día, mientras ell@s piensan cómo mejorar sus formas de control (el ocio-consumo es una de las más importantes) nosotr@s estamos padeciendo el último bajón o durmiendo la penúltima resaca, sin acordarnos siquiera de lo "felices" que fuimos anoche. Enriquecemos a las mafias, adormecemos nuestras almas, les hacemos el juego a l@s poderos@s. Este panfleto es una visión preocupada del problema de las drogas: el speed, la coca, los tripis y las pastillas son sus protagonistas, nosotr@s, sus adormecidas víctimas.

MEMORIAL DE AGRAVIOS

10 pasos encaminados a reflexionar sobre el CONSUMO de drogas.

0. Economía y sociedad, mercancía y vida cotidiana:

el delirio de la subjetividad crea monstruos.

Ya he tratado de explicar qué presupuestos de partida he seleccionado para un mejor entendimiento de este texto, pero tengo la impresión de olvidar aún algunas acotaciones fundamentales y que, por otro lado, permitirían escapar del debate a tod@s aquell@s que, por unos intereses u otros, traten de huir de lo aquí expuesto.

Comencemos advirtiendo que cuando me refiero a "las drogas" estoy tratando de explicar un momento concreto y contextualizado de las mismas.

Si hacemos un símil muy sencillo podemos comprender a lo que me refiero. Cuando tratamos de dilucidar y explicar en un marco general las condiciones sociales que nos rodean, solemos acudir al discurso del "sometimiento total" de nuestras condiciones sociales bajo los imperativos de la economía. Del mismo modo, cuando queremos aproximar este discurso a nuestra cotidianidad, verdadera representante de lo social en nuestras vidas, tenemos que recurrir a la mercancía, último eslabón del engranaje capitalista. Por tanto, debemos reconocer en la mercancía al estilete que clava lo económico en nuestras vidas para su mejor control, preciso momento en el que todo aquello que pueda oler a uso contextualizado o genuino, recordemos a algunas vanguardias artísticas, debe ser etiquetado y envasado en forma de mercancía, háblese, en nuestro artístico ejemplo, de las galerías de arte y su mercantilización.

Concretamente éste es el proceso que han sufrido las drogas en occidente. De ser un producto medido y controlado por sus utilizadores/as (adviértanse los discursos sobre drogas naturales, y a veces también sintéticas, de los años 50 y 60) han pasado a ser, ya en forma de mercancía -esto es controladas en su proceso de producción por las leyes del mercado- algo muy distinto:

a.- la oferta, representada por las grandes mafias capitalistas de todo el mundo, máxima expresión del próspero empresariado esclavizador y explotador;

b.- la demanda, representada por l@s entusiastas consumidor@s de instantes mercantilizados, cada vez más alejados del proceso de producción de lo que consumen y, por tanto, de las consecuencias que les producen. Este es el control efectivo de las drogas sobre sus consumidores; el control que tiene la mercancía sobre nuestra cotidianidad y, en general, el control que ejerce la economía sobre la sociedad.

En definitiva, las drogas transformadas en valor de cambio necesitan de todos los elementos con los que cuentan otras mercancías: el consumo pasivo, el pleno desconocimiento de el quién, el cómo y el porqué de ellas, su fabricación y su consumo y, sobre todo, una fe ilimitada en el sujeto-consumidor, plenamente convencido de controlar y conocer la mercancía que le consume: "Sé tú mismo: bebe Pepsi"... el delirio de la subjetividad

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