EDUCACIÓN PARA UN MUNDO CAMBIANTE

EDUCACIÓN PARA UN MUNDO CAMBIANTE

El mundo de hoy se caracteriza por los continuos avances y cambios que hacen imposible para las personas abarcar la multitud de saberes que integran el mundo laboral, personal, social etc.

Por ejemplo uno de los cambios es el de las Competencias clave y Educación de Personas Adultas; Estos cambios han dado lugar a considerar el conocimiento como la fuerza impulsadora del desarrollo personal y profesional en el siglo XXI, pero la sociedad del conocimiento es también la sociedad del aprendizaje.

Esta idea está íntimamente ligada a la comprensión de toda educación en un contexto amplio, el del aprendizaje a lo largo de la vida, es decir, donde la persona ha de ser capaz de manipular el conocimiento.

Desde el punto de vista de la formación, esta realidad nos lleva a abordar el papel de la enseñanza y el aprendizaje en esta sociedad del conocimiento, cada vez más definida por su complejidad y diversidad, y que introduce en los modelos formativos importantes cambios; es decir hace que tenga un mejor entendimiento y una estructura más clara, gracias a esos cambios.

Hay ciertas tendencias en la naturaleza de los “saberes” que se constituyen como verdaderos retos que la sociedad del conocimiento plantea a la enseñanza y al aprendizaje; En primer lugar, el saber es cada vez más extenso; en segundo lugar, el conocimiento presenta una tendencia a la fragmentación y especialización; en tercer lugar, el ritmo de producción de ese conocimiento es cada vez más acelerado y, por tanto, su obsolescencia también crece.

Dado a este conocimiento nos hace llegar a diferentes cuestionamientos, primero el del modelo educativo, de la cultura predominante basada en la lógica académica de las disciplinas, a un modelo formativo que reintegre la visión académica, la profesional y la vital.

Mientras que el cuestionamiento del modelo organizativo de las enseñanzas conducentes a un título, nos habla de un modelo acumulativo y fraccionado a un modelo integrador y constructivo; que a su vez la meta será formar para crear niveles de competencia que permitan a las personas actualizar sus saberes, sumar sus experiencias, adaptarse a las distintas necesidades. Este cambio en la orientación formativa es el que va a permitir que llegar a ser personas reflexivas, creativas y con una sólida base de conocimientos, es decir que ayuda a recapacitar y analizar mediante los saberes por medio del cambio.

Y el último cuestionamiento del modo de concebir la relación teoría-práctica, habla de la búsqueda de nuevos modelos curriculares y, en ellos, espacios de integración y, metodologías de aprendizaje y enseñanza, que propicien un acercamiento a la realidad como vía para conseguir un aprendizaje significativo, profundo y constructivo, que permita seguir aprendiendo de manera permanente, porque se habrán adquirido las estructuras

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