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EL TEATRO LAMBAYECANO


Enviado por   •  12 de Mayo de 2018  •  Reseñas  •  811 Palabras (4 Páginas)  •  183 Visitas

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AUTOR: GIANCARLO PAREDES GARBOZA

PERÚ – 2017

Sábado 18 de noviembre, me dirijo hacia la Ex Casa de la cultura. Me acompaña mi hija Camila muy emocionada porque verá nuevamente a su miss de inicial Tatiana Carrasco, quien le ha obsequiado una entrada para la obra que se estrena hoy, de la cual ella es protagonista.
No tenía mucho dinero en el bolsillo e imaginé que, quizá, no me alcanzaría para mi entrada más los pasajes, la comida y demás gastos que se hacen cuando uno sale con sus hijos. Al bajar del taxi, también mantenía la idea de hacer cola y esperar largo rato para poder ingresar. 
Dos vigilantes nos dan la bienvenida y nos orientan hacia dónde debemos dirigirnos, un gato cruza nuestro camino como solitario huésped del hermoso local. La primera sorpresa de la noche me restriega en la cara mi poca cercanía con el arte; la entrada general era de 15 soles, así que me sobraba para alguna golosina. Unos jóvenes al vernos llegar se apresuraron a atendernos; amables, felices, con ese brillo en los ojos… propio de la ilusión. 
Una canastilla conservaba unas chocotejas que ellos venden para completar lo que la taquilla no ha de cubrir. Pago mi entrada, compro un dulce y… ¡listo, ingresamos al teatro! 
Digo figurativamente teatro porque se montará una obra, no porque el espacio necesariamente sea una sala de teatro. Nos recibe un gran patio, sin butacas, con frío, apenas unas luces sobre el escenario de cemento pulido. La segunda sorpresa se me mostraba más clara que la anterior; había suficiente espacio para sentarnos, echarnos, correr o lo que se nos plazca. Había más personal técnico que asistentes. Había más invitados que público que haya pagado su entrada. No creo que hayamos superado las cincuenta personas dentro. Qué, a ojo de buen cubero, calculo al menos a treinta de nosotros habiendo pagado, lo que equivale a 450 soles en la taquilla; ya me imagino cuántas chocotejas se han de necesitar para cubrir con todos los gastos. 
Ocho y unos minutos, el maestro 
Oscar Spinola da las indicaciones para la función: todos con los celulares apagados, salvo que sea para fotografiar el espectáculo. Los actores hacen su aparición y se da la gesta más noble que se conozca. ¡Arte por amor al arte!
Encuentro que mi gran amigo 
Iván Bravo estaba presente con toda la familia. Clown confeso, también había llevado su camarita y micro para luego hacer la notita que publicará en su medio. El único que había asistido; otros hicimos la convocatoria respectiva y en Agenda tuvimos un extracto de la obra. Juan Llacsa también registraba con su cámara todas las incidencias. 
El performance de los cuatro actores fue de los mejores. 
Car MarOscar GómezChristian SanchezTatiana Carrasco muy mimetizados con la obra y, en especial, con el mensaje de la misma. Tal como reza su publicidad: ¡Para niños y niñas que no se dejan engañar!
Camila muy feliz, reía y aprendía que los gobernantes gustan de buenas ropas, pero más gustan de las adulaciones. Despilfarran el dinero en banalidades, pero nunca en progreso, jamás en desarrollo humano… ¡Si son más veredas, sí!
La obra (bien llamada): Las ropas nuevas del rey; había culminado entre aplausos, risas y sabores amargos.
Liz Moreno, directora de Estación, acababa de llegar de su periplo por Colombia y Ecuador donde presenta su unipersonal Ricardo, donde también se embebe de más arte, pero donde (otro también) palpa realidades tan distintas a las nuestras. Contaba al respetable, que en esos lares tan cercanos geográficamente pero tan siderales en competitividad; los presupuestos eran, astronómicamente hablando, una hermosa galaxia en comparación al hoyo negro, magro e insulso que es el presupuesto nacional para el arte.
Paradójicamente; el instituto Juan Mejía Baca contribuía de alguna manera con los cocteles que acompañaron el brindis porque Estación aprovechaba este estreno para celebrar, si cabe la palabra, sus 22 años de sobrevivencia en el éter artístico local. 
¿Talento? ¡Hay!
¿Difusión? ¡Hay!
¿Qué falta entonces?
Falta decisión de nosotros como ciudadanos; debemos ir al teatro, debemos pagar por cultura, debemos exigir más arte. Hagamos la promesa como padres de, al menos, una vez cada dos meses ir con nuestros hijos a obras teatrales, musicales, exposiciones de pintura, festivales de canto y baile o a tantos eventos que se dan, que se promocionan; pero que les damos la espalda al momento de pagar. ¡Dónde están las empresas, hagan más de lo que ya hacen, mucho más! De las autoridades… ni esperar… Bendita la provincia de Lambayeque que ahora alberga a 
Sandra Wiesse; de lo que nos perdimos los chiclayanos… Todo por bailar marinera con quien "no debía"
Somos como aquellos que, en la combi, nos hacemos los dormidos cuando alguien sube a pedir una colaboración. 
¡Despierta! Ponte una mano al pecho y otra al bolsillo derecho, quince soles no te harán pobre ni al artista millonario… pero permitirá que el arte no muera.

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