EXPERIENCIA DE LA OLIMPIADA INFANTIL
ESTELA CAMPOS A.Reseña14 de Noviembre de 2022
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Mi nombre es José Vicente Llamas Orozco, soy maestro. En primaria, trabajo con sexto grado y en la secundaria con la materia de español. Fui formado en la vieja escuela rural en los primeros grados con aquellos libros que traían en la portada la imagen de la “madre patria” y en los últimos con la reforma de 1972. Mi profesora fue la maestra Laura Cosío Mejía quién trabajaba con una disciplina férrea y sin horario. Aquella vieja escuela rural de altas ventanas de madera, un alero lleno de golondrinas cubría justo el pasillo en donde sentados aprendíamos la lección palabra tras palabra. Fue algo difícil, sin embargo, la maestra tenía mucha magia en sus diálogos, sus clases me hacían traspasar mi imaginación más allá del pequeño poblado de Ayuquila, donde nací, me eduqué y regresé a trabajar en la misma institución. Esa manera tan cautivadora de enseñarnos influyó en mí para desear ser un profesionista dentro del magisterio.
Con el tiempo la vieja escuela sucumbió ante las inclemencias de la naturaleza, principalmente los temblores y CAPFCE construyó la actual.
En el año de 1977, cuando cursé el sexto grado, el maestro pidió permiso a mis padres para llevarme a un concurso de conocimientos, el cual aún era joven y no tenía la experiencia ni la sapiencia de la maestra Laura; en aquella ocasión a mi edad pude descubrir que el dominio de conocimientos que tenía era regular. Pero ese acontecimiento quedó en mi memoria y cuando empecé a trabajar de docente tenía ese reto, de lograr que mis alumnos fueran destacados en el concurso de la Olimpiada.
En 1984 inicié mi función docente, siempre he sido de retos, el inmediato fue trabajar en primer grado para tomar experiencia en ese proceso tan maravilloso que es enseñar a leer y escribir. Lo recuerdo fue con el “Método Global de Análisis Estructural” y fue fantástico.
Después de un tiempo considerable trabajando con primero y segundo grado, se me brindó la oportunidad de trabajar con sexto grado, fue justo donde recordé mi experiencia y el reto que me había propuesto. Sin embargo, no fue nada fácil. Mi primera oportunidad fue en la localidad de Las Pilas, donde el alumno logró un cuarto lugar de todas las escuelas de la zona escolar 81.
Fue un tiempo después, trabajando en la Escuela Primaria “20 de Noviembre” que logré que el alumno César Alberto Valera Parra ganará la Olimpiada de Conocimiento Infantil a nivel zona, sector y estatal para asistir a la convivencia en la Ciudad de México.
Posteriormente volví a sufrir otro golpe a mi esfuerzo, fue cuando comprendí que era como una isla en un océano; para lograr obtener mejores resultados la opción era conformar un equipo de docentes comprometidos a mejorar la calidad educativa, así fue como emprendimos una cambio viral en la forma de trabajo, dejar la escuela del “ya merito”, por lo que decidimos conformar una institución donde todos los docentes trabajáramos a la par, con el sentido de pertenencia, la playera bien puesta, transformarnos a partir del trabajo colegiado entre docentes, la inclusión de padres de familia y alumnos como parte medular del centro educativo.
Fue un arduo trabajo de varios años hasta que un día en un concurso de lectura y ortografía de zona escolar, el compañero que había acompañado a los alumnos al evento nos mandó un mensaje diciendo “las armas nacionales se han vestido de gloria” y es que se habían logrado varios primeros lugares, lo que nos motivó a seguir transformando nuestro quehacer educativo.
Mi labor no fue tan fácil, lograr que los alumnos traspasaran la barrera de zona para lograr llegar hasta la convivencia de la OCI en la Ciudad de México fue una tarea titánica, pero los factores que más han influido para lograrlo es el trabajo colegiado y la experiencia adquirida en el grado, porque como estrategia también se determinó que el docente se especializará en el grado y no estar haciendo cambios constantes que no redituaban beneficios deseados.
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