El Fantasma De Canterville
jgerardoeg25 de Mayo de 2014
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El FANTASMA DE CANTERVILLE DE OSCAR WILDE
ADAPTACIÓN TEATRAL TOMÁS URTUSÁSTEGUI 1998
EL FANTASMA DE CANTERVILLE
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PERSONAJES:
FANTASMA DE CANTERVILLE HIRAM B. OTIS.....EMBAJADOR DE ESTADOS UNIDOS EN INGLATERRA. MIRIAM OTIS. ...SU ESPOSA. VIRGINIA OTIS....SU HIJA. JOHN Y PAUL OTIS...SUS HIJOS GEMELOS. WASHINGTON OTIS...SU HIJO. SRA UMNEY...AMA DE LLAVES. LORD CANTERVILLE...DUEÑO DEL CASTILLO. CONDE CECIL...NOVIO DE VIRGINIA.
ESCENOGRAFÍA: Biblioteca con chimenea. Rincón de la celda donde vive el fantasma. En el piso hay un esqueleto encadenado. Ventana con rejas muy altas. Un espejo lleno de telarañas está colocado en primer plano.
ÉPOCA: VICTORIANA. LUGAR: INGLATERRA.
Al abrirse el telón vemos a lord Canterville que saca de los libreros un cartapacio de papeles. Los deposita en una mesa. Después se va a sentar a un sillón junto a mister Otis. Enciende su pipa, da alguna bocanada de humo.
LORD CANTERVILLE.- Estos son los legajos de las escrituras de este castillo. Desde este momento son suyos.
Mister Otis va por la carpeta. La abre. Va a revisar los papeles. Se arrepiente. La cierra.
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MISTER OTIS.- Estoy seguro que todo está en orden. LORD CANTERVILLE.- Aun puede arrepentirse, nosotros mismos nos hemos resistido en absoluto a vivir aquí desde la época en que mi tía abuela, la duquesa viuda de Bolton, contrajo una grave dolencia de la que nunca se repuso del todo causada por el espanto que experimentó al sentir que dos manos de esqueleto se posaban sobre sus hombros cuando se vestía para la cena. Creo mi deber decirle, Mister Otis, que el fantasma ha sido visto por viarios miembros de mi familia, que viven aún. Después del deplorable accidente ocurrido a la duquesa, ninguno de los sirvientes quiso seguir en nuestra casa, excepto la Señora Umney que es nuestra ama de llaves. Mi propia esposa no pudo conciliar el sueño a causa de los ruidos misteriosos que sonaban en la galería y en la biblioteca. Por esta razón nos fuimos a vivir a Londres. MISTER OTIS.- Milord, adquiriré el castillo con todo y fantasma, espero que por el mismo precio. Vengo de un país moderno en el que podemos tener todo cuanto puede proporcionar el dinero, y como nuestros jóvenes son muy avispados y recorren divirtiéndose todo el viejo continente, quitándoles a ustedes todo lo que se venda, estoy seguro que si queda todavía un auténtico fantasma en Europa vendrán a buscarlo para colocarlo en alguno de nuestros museos. LORD CANTERVILLE.- Me temo que el fantasma existe. Hace más de tres siglos que se le conoce, data con precisión del año 1584 y no deja de aparecer nunca cuando va a ocurrir alguna defunción en la familia. MISTER OTIS.- ¡Bah! Los médicos de cabecera hacen lo mismo, lord Canterville. Amigo mío, los fantasmas no existen ni creo que las leyes de la naturaleza admitan excepciones a favor de la aristocracia inglesa. LORD CANTERVILLE.- Bien, si gusta usted tener un fantasma en casa qué mejor. Acuérdese solamente que yo le previne. Me marcho. MISTER OTIS.- Antes de que se marche permítame, Lord Canterville, presentarle a mi familia. LORD CANTERVILLE.- Encantado. Yo por mi parte me permitiré presentarle a la señora Umney, el ama de llaves.
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Lord Canterville suena una campana. Entra la señora Umney. Viste de negro. Su semblante es muy duro. Un momento después entran la familia de mister Otis que han estado recorriendo el castillo. Los dos hermanos chicos, que son gemelos, vienen gritando y riéndose.
JOHN.- Esto está formidable papá, hay un montón de lugares para esconderse. PAUL.- Aquí podremos jugar a los fantasmas.
Lord Canterville carraspea y la señora Umney se estremece ante esta observación.
MIRIAM.- Está precioso el castillo, me encanta, qué muebles. Hiciste una buena adquisición querido. MISTER OTIS.- (A sus dos hijos mayores). ¿Y ustedes qué opinan? VIRGINIA.- Me gusta. Está muy bonito. WASHINGTON.- A mí también me gusta pero siento que está muy lejos de la ciudad. MISTER OTIS.- Dirás de las jóvenes ¿verdad? MIRIAM.- Ya encontrará la manera de ir. MISTER OTIS.-. Permítanme presentarles a Lord Canterville que es la persona que nos vendió este castillo. MIRIAM..- Encantada. Espero que nos haga el favor de venir a tomar con nosotros el thé cualquier día de estos y así nos platique de este castillo. No está de más decirle que esta sigue siendo su casa. LORD CANTERVILLE.- Seguramente que vendré antes de lo que se imaginan. Tengo un defecto y es la curiosidad. Me gustaría saber... MISTER OTIS.- Lord Canterville acaba de explicarme que en el castillo hay un fantasma. JOHN Y PAUL.- ¿Un fantasma? ¡Qué padre! MIRIAN.- (Sonriendo). A él también lo invitaremos a tomar thé. SEÑORA UMNEY.- (Con voz tétrica). Lo que dijo Lord Canterville es cierto, yo lo he visto.
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LORD CANTERVILLE.- Perdón, no les he presentado a la señora Umney, ella es el ama de llaves. Tiene muchos años trabajando en este lugar. Mi esposa y yo les rogamos que la conserven. Puedo asegurarles que es una persona honesta y muy trabajadora. MIRIAN.- Por supuesto que sí, me encantan las amas de casa inglesas. He visto tantas en el cine. Todas tienen un no sé qué. LORD CANTERVILLE.- Nuevamente les doy las gracias. Debo marcharme, no tardará en llegar la niebla.
Se despiden. Mister Otis acompaña hasta la salida a lord Canterville. Abre la puerta que da al bosque. Un aire helado entra. Se escucha el viento. Oscurece. La señora Umney enciende unos candelabros. Toma uno en la mano.
SEÑORA UMNEY.- ¿ Desean que los acompañe a sus habitaciones? MIRIAM.- No, aún nos falta por conocer bien esta biblioteca . ¿ Nos puede iluminar?
Los hijos mayores ven algunos libros. Virginia ve los cuadros y adornos. Los niños juegan corriendo alrededor de la mesa del centro. Mister otis se sienta en el sillón.
VIRGINIA.-¡ Cuánto libro! ¿ Tú crees que alguien los habrá leído alguna vez? WASHINGTON.- No me vayan a pedir que yo me ponga a leer. VIRGINIA.- Los libros son de adorno. Es para que se vea bien la biblioteca. MISTER OTIS.- Estas son las escrituras en donde se nos nombra dueños del castillo...y de su fantasma. (Todos ríen menos la señora Umney). SEÑORA OTIS.- ¿Y esta mancha? (Señala el piso. La señora Umney no puede contener un grito). SEÑORA UMNEY.- ¡Otra vez la mancha! SEÑORA OTIS.- Algo se ha caído aquí. SEÑORA UMNEY.- ¡Es sangre! SEÑORA OTIS.- ¿Sangre? ¡Esto es espantoso! No me gustan los pisos manchados de sangre. Es preciso limpiar esto inmediatamente.
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SEÑORA UMNEY.- (Sonríe tétricamente). Es sangre de Lady Leonor de Canterville. Fue asesinada en este mismo sito por su propio marido, Sir Simón de Canterville, en 1575. Sir Simón la sobrevivió nueve años desapreciando misteriosamente de manera repentina. Su cuerpo no se encontró nunca, pero su alma sigue embrujando el castillo. La mancha de sangre ha sido admirada por los turistas que nos visitan. Es imposible hacerla desaparecer. SEÑORA OTIS.- ¡Tonterías! Yo tengo un quitamanchas formidable, siempre traigo un poco en mi bolsa, ya sabe, con los niños. (Saca un frasquito de su bolsa, lo destapa, moja su pañuelo y se hinca a limpiar. La señora Umney la mira aterrada. La mancha desaparece totalmente). No hay como estos productos americanos. Ya ve, no quedó ni rastro.
En ese momento se desata una fuerte tormenta, caen rayos, entra una corriente de aire que apaga las velas, se escucha música tétrica de órgano.
MISTER OTIS.- ¡ Qué clima más espantoso! Hagan el favor de encender las velas, creo que Inglaterra está tan poblado que no hay buen tiempo suficiente para todos. Encienden las velas. SEÑORA OTIS.- (Señalando al cuerpo de la señora Umney que está tirado en el piso). Querido ¿qué podemos hacer con una mujer que se desmaya? MISTER OTIS.- El tiempo que permanezca así se lo descontaremos de su sueldo. Verás que nunca vuelve a hacerlo.
La señora Umney vuelve de su desmayo. Habla con voz tétrica.
SEÑORA UMNEY.- ¡Sucederá una desgracia! MISTER OTIS.- No se preocupe por eso. Puede retirarse. (La señora Umney sale mirando hacia todos lados. Ahora el señor Otis se dirige a los niños). Y ustedes a dormir. SEÑORA OTIS.- Nosotros también, estoy cansada. Todos se despiden de beso. Se retiran. Oscuro.
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Una semana después. Entra la señora Umney a limpiar la biblioteca. Ve la mancha en el piso. La rodea. Sigue limpiando. Un momento después entran los dos hijos mayores y sus padres. La señora Umney se retira. La señora ve la mancha. Patea el piso enojada, como en un berrinche.
SEÑORA OTIS.- Esto es el colmo, llevo ocho días quitando la mancha y siempre vuelve a aparecer. No puede fallar mi quitamanchas, es Dupont. MISTER OTIS.- El día de hoy es casi de color verde esmeralda. WASHINGTON.- De seguro es cosa del fantasma. SEÑORA OTIS.- Qué lata. (Se pone a limpiar la mancha). Espero que si es él busque otra cosa y no siempre la misma. Me muero del frío, enciendan la chimenea. Quiero leer un rato. MISTER OTIS.- Es lo mejor que podemos hacer con el frío que hace. WASHINGTON.- Deja el frío, ¡la niebla!, el día de hoy es tan espesa que no permite ver más allá de las narices. Yo también me voy a poner a leer.
Mister Otis enciende la chimenea. Se acomodan todos en los sillones a leer. Están muy a gusto. Se escucha de repente cadenas que se arrastran y el sonido de un órgano. Un ser se queja. Mister Otis se molesta. Va por un frasco que saca del escritorio. Se dirige a la puerta de la biblioteca.
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