ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Hilo Rojo


Enviado por   •  29 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  936 Palabras (4 Páginas)  •  180 Visitas

Página 1 de 4

*Pdta. para Cote: Audrey y Esteban*


«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper».

Cuenta una leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado en sus dedos. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado, a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin verla, ni siquiera importa si vives en la otra punta del mundo: el hilo se estirará hasta el infinito pero nunca se romperá.

¿Hasta qué parte de nosotros mismos somos consientes? ¿Es el amor, después de todo, un simple capricho de los Dioses? «Los dioses atan un cordón rojo alrededor de los meñiques de los que han de conocerse unos a otros en una determinada situación»  ¿Pero si no saben atarlo? ¿Pero si olvidan quienes estaban determinados a conocerse?  Y, ¿Y si el hilo rojo, solo es un traicionero plan de los Dioses? ¿O, tal vez, un fallido plan de los Dioses?

****

 Era de esas ventosas tardes luego de las ocupadas mañanas de una estudiante de universidad, donde se pide un café, internet o buena compañía. Lo que aparezca primero en el camino. Audrey, sumergida en un incontrolable frío miró hacia arriba, las nubes oscuras no daban muy buena pinta.

«Tal vez llueva.» pensó.

«Ojalá llueva» agregó.

Caminando por las grises calles de la cuidad, una ráfaga de viento le desordenó el cabello, y un par más trataron de desordenarla por completo. Antes de ceder en esta ligera batalla con el viento; Audrey revuelve su mochila, buscando, desesperándose. Cuando al fin la encuentra; su vieja bufanda roja, su vieja y amada bufanda roja.

En un par de segundos Audrey, con su torpeza característica, trata poner la mochila en su espalda con un gesto elegante y algo especial, claro, si esto hubiese funcionado así se vería.

En cuanto la mochila comienza a moverse hacia sus espaldas, terror, Audrey golpea a un anciano que venía caminando detrás de ella. La chica no tardó nada en voltearse, avergonzada, veloz, torpe y algo sonrojada.

O tal vez era el frío.

Fuese lo que fuese, sus mejillas estaban igual de rojas que su bufanda.

  • Discúlpeme señor, no le alcancé a ver…
  • Tranquila joven, no fue nada
  • ¡Lo siento muchísimo…!

Lo que esta pequeña estudiante no notó es que al voltearse desesperadamente, su bufanda roja cae al suelo, al gris suelo, haciendo un contraste llamativo a los ojos de cualquiera.

Y mientras ella trataba de demostrar unas infinitas disculpas por un ligero roce de su mochila contra un extraño, un chico, uno o dos años mayor que ella se inclina y toma la pequeña bufanda, roja, con algo de polvo de calle…

  • Oye…

El chico toca suavemente el hombro de Audrey, toque suficiente para hacer que Audrey se espantara y diese un salto antes de atreverse a mirar a su efímero atemorizador.

  • ¿Es tuya esta bufanda?
  • Oh, ¡Sí! ¡Es mía!
  • Se te ha caído…

Antes de que el chico terminase su frase, la mira a los ojos. Audrey extiende su mano, luego levanta su mirada. Este es el momento donde las dos personas que ven muchas películas sueñan, ese contacto visual con un extraño que revela toda la verdad, todo lo que querías; «Amar y ser amado». Pero, no. Audrey es bastante despistada como para notar esto.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (5.5 Kb)   pdf (86.5 Kb)   docx (13.8 Kb)  
Leer 3 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com